9. A tu corazón

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Salgo del vestuario. Normalmente soy de las primeras en terminar de ducharme, pero hoy me lo he tomado con más calma de la habitual y muchas de mis compañeras se han encargado de recordármelo con sus bromas.

Sé que solo estoy retrasando lo inevitable.

Cuando llego a la pista, veo a Gael cerca de la puerta, donde dijo que me esperaría, hablando con Carlota.

- ... este año podemos conseguirlo – oigo que le está diciendo la entrenadora.

Al notar mi presencia, ambos se giran hacia mí y me sonríen.

- Bueno Gael, ya nos veremos por aquí – se despide Carlota –. A ti te veo el lunes, en el siguiente entrenamiento.

Ella posa una mano sobre mi hombro. Los dos la despedimos y, cuando se ha alejado, centro toda mi atención en Gael.

- ¿Nos vamos? – le pregunto.

Gael se limita a asentir. Salimos del pabellón en un silencio que se va volviendo cada vez más incómodo conforme van pasando los segundos. No sé qué decir para romperlo, así que simplemente le sigo hasta que gira hacia la dirección contraria a la biblioteca, hacia el aparcamiento.

- ¿La biblioteca no está por el otro lado? – a lo mejor me ubico peor de lo que pensaba.

- Sí, pero no vamos allí – responde.

- ¿Y dónde vamos? – continúo con mi interrogatorio.

- A mi casa. Mis padres están trabajando, así que nadie nos molestará.

¿A su casa? ¿A solas? No. No. No.

- Esto no ha sido una buena idea – comento, a la vez que me doy la vuelta y me dirijo a la biblioteca.

Le he dicho a mi madre que no viniera a recogerme después del entrenamiento, que yo la llamaba cuando terminara de estudiar, así que supongo que puedo esperarla repasando los ejercicios de química que he copiado de la pizarra esta mañana.

Antes de ni siquiera llegar al cruce que me llevaría hacia la biblioteca, Gael me alcanza, me coge de la mano y tira de ella para ponerme de cara a él.

- Halley, no es una encerrona. Te he prometido que te ayudaría a estudiar y voy a hacerlo – me dice con tono serio, mirándome fijamente a los ojos -. En mi casa estaremos más tranquilos, ya lo he preparado todo para que así sea.

Me quedo mirando esos ojos verdes, buscando la verdad de sus palabras en ellos.

- Además, en la biblioteca no vas a poder gritarme e insultarme cuando no te salgan bien los ejercicios a la primera – el tono bromista de Gael ha vuelto a aparecer. Pongo los ojos en blanco.

- Está bien.

Con su mano todavía sujetando la mía, dejo que me guíe al aparcamiento. El silencio que nos envuelve ahora no es como el de hace unos minutos, es tranquilo y agradable.

Gael se detiene delante de una moto negra, coge los dos cascos colgados de su manillar y me pasa uno de ellos.

- ¿Es tuya? – pregunto, aunque es obvio que lo es.

- Sí. Hasta los 18, cuando me saque el carnet de coche, esto es lo que hay – me explica, subiéndose a la moto -. ¿Te gusta?

Dejo que mi mirada haga un recorrido completo a la moto, pero no le contesto. No he tenido la oportunidad de subirme en una, así que nunca me había planteado si me daría miedo. Y creo que la respuesta es sí.

InevitableWhere stories live. Discover now