Capítulo 3: Demasiado tarde...

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Todos tenemos dentro una reserva de fuerza insospechada que emerge cuando la vida nos pone a prueba.



La brisa helada y húmeda acompañada del petricor que se colaba por su nariz lo hizo abrir los ojos (aún somnolientos debido a la falta de sueño) la execrable pesadilla que había reflejado su cabeza la noche anterior, borró cualquier rastro de deseos por abandonar su cuerpo en los brazos de Morfeo.

Restregó sus orbes y tambaleándose se adentró al baño para relajar su cuerpo depauperado debajo de la falsa lluvia.

Bajó las escaleras ya vestido y con mucha hambre, estar despierto casi toda la noche no le ayudó en nada, ni siquiera a despejar las dudas que afloraban en su cerebro desde que llegó a esa casa.

Y justamente estaba frente a él el causante de su caos mental.

–Buenos días– dice al llegar a la mesa junto a Jimin, no había tenido la oportunidad de charlar con el tranquilamente pero era conocedor de su nombre porque las personas que lo rodeaban así lo llamaban.

–Buenos días– responde alegre– toma asiento y come algo.

Hizo lo que le dijo y empezó a saborear las delicias que habían puesto para él, esa mezcla perfecta de sabores que inundaba su paladar era única e inigualable, jamás en su vida había probado algo parecido, tampoco es que se acordara, pero las señales de anoche fueron más que claras, el diablo, como se hacía llamar, le confirmó que tenía un pasado y no exento de maldad y crimen, temía por las personas que lo rodeaban, eran pocas, pero habían sido las únicas que le tendieron la mano cuando lo necesitó y con eso era más que suficiente para anhelar su protección.

–¿Qué querías hablar conmigo?– le recuerda las mismas palabras del día anterior.

–¡Ah!, ya se me olvidaba, quería saber si estabas dispuesto a recibir clases sobre diversos temas.

–¿Y cómo porque tendría que hacerlo?.

–No me malinterpretes, solo quiero que tengas al menos cultura y conocimientos acerca de las cosas que te rodean, pero si no quieres está bien, no te puedo obligar– siguió comiendo de su desayuno.

Pensó ese momento en las cosas que había echo el rubio por él y sabía que eran más que suficientes, pero tenía mucha razón, estaba ajeno a todo lo desconocido a su alrededor y un poco de sabiduría lo ayudaría a desenvolverse en ese inmenso mundo.

–Está bien, acepto lo de las clases, aunque quiero que sepas que con lo que has echo es suficiente y estoy muy agradecido, no quiero que te molestes más con mis cosas.

–No me molesta para nada, lo hago con todo el gusto del mundo– dijo sin pensar y luego se arrepintió al ver los ojos del chico abrirse del asombro– digo, es que, bueno, lo habría echo por cualquier persona que se encontrara en la misma situación.

El ambiente tenso se relajó un poco con esa frase pero las constantes miradas crecían aún más con el pasar de los minutos, ambos estaban nerviosos, y no era para menos, aunque trataban de disimularlo era completamente visible ante cualquier mirada, como las de la señora Kang que los veía ilusionada desde la cocina.

–Creo que yo me voy a la oficina, tengo algo de trabajo pendiente, puedes hacer lo que quieras en la casa, pero por favor no salgas, evitemos que el incidente de ayer se repita– dijo y el contrario asintió– bueno, adiós.

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