41. Mocca latte & Capuchino.

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Pov. Olivia.

- ¿Hola, Olivia?, ¿qué puedo hacer por ti?

- Hola Marcus, quería pedirte un favor.

- Lo que tú quieras. Dime.

- Hoy me llamaron del colegio que estaba reclutando profesores de arte, ¿recuerdas?

- Sí, claro que recuerdo. ¿Al final enviaste tu currículum vitae?

- Sí lo hice. Y me llamaron para hacer una entrevista.

- Oye, pero esa es una excelente noticia. Muchas felicidades -exclamó Marcus.

- Gracias.

- No te oyes muy contenta. ¿Qué sucede?

- Sí lo estoy, es sólo que... -suspiré con exasperación-, no estoy segura de que estar haciendo lo correcto. No sé si sea una gran idea.

- Olivia, claro que es una buena idea. Sólo estás haciendo excusas para no hacerlo. Tú eres capaz de hacer lo que te propongas. Tan sólo debes dejar a un lado tus miedos, ni siquiera pienses demasiado. Imagina que estás subida en un avión, lo único que debes hacer es saltar de él para llegar a tierra.

- Siempre puedo aterrizar con el piloto, ¿sabes?

- No hay piloto. Él soltó del avión también. Además, aterrizar con el avión significa dos cosas.

- ¿Cuáles?

- Una que te rendiste sin siquiera intentar -escuché atentamente-. Y dos, que eres una cobarde. Y la Olivia que yo conozco no es una cobarde.

Hubo un breve silencio. En esos segundos pensé en sus palabras. Tenía razón, estaba haciendo excusas. Era la inseguridad hablando. Olivia Vandegard tomó la decisión de estudiar en otro país la carrera que tanto le apasionaba. Fue Olivia Vandegard la que se escapó de casa para vivir sola unos meses. Fue Olivia Vandegard la que tuvo que abandonar sus sueños para salvar la empresa de su padre. Ella a pesar del miedo tomó las riendas de su vida. Sin embargo, la que está a punto de tomar una decisión es Olivia Anderson y no estoy segura de si está dispuesta a correr ese riesgo. En estos momentos, ¿cuál necesito ser? ¿Cuál de las dos soy en realidad?

- Es que nunca he dado clases. Estoy nerviosa y no sé qué hacer. Por eso te llamo.

- Bueno, ¿y qué puedo hacer yo?

- Instruirme un poco. Yo de educación o pedagogía no sé nada.

- Bueno, no te preocupes. En cuánto termine mi turno en el museo voy a tu casa y te daré las herramientas que necesitas para la entrevista. ¿Está bien?

- Muchas gracias, Marcus. No sabes cuánto te lo agradezco.

- No hay de qué. Lo hago con mucho gusto. Nos vemos.

- Nos vemos.

El no ya lo tenía, ¿qué más daba intentarlo aunque fuera una vez? Quería intentarlo a pesar del rechazo, pero quería que me aceptaran también. Es increíble que en estos momentos le den oportunidad a una principiante como yo. Hasta parecía irreal. ¿Será que de entre los demás yo era la menos mala? ¿Será que apesar de todo mi perfil era lo que buscaban? Quién sabe. Lo bueno era que me eligieron a mí, pero lo malo estaba en que no sabía cómo reaccionarían mi tío y Damian cuando se dieran cuenta. ¿Se enojarían? Tenía miedo.

Por Damian no me preocupaba demasiado, él dijo que me apoyaría en todo. Era mi tío el que más tensa me tenía. No quería que me obligase a renunciar como lo hizo en Chicago. Quería vivir esa experiencia a cómo diera lugar. Sería un reto, pero era lo que quería vivir. Tomé mi móvil y pensé en marcarle a Damian. Luego me arrepientí. Esa era una noticia que se debía de decir en persona. Era importante. Y quería hacerlo bien. Así que decidí enviarle un mensaje de texto en su lugar.

Amor por Contrato [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora