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Lo recordaba, iba hablando por teléfono con su mejor amigo. Era domingo, que día tan negro. Estaba de camino a comprar algunas flores para Elizabeth junto a algún regalo que ella le gustara. Su caminar hacia eco pues estaba solo en aquella calle 

—Si ban lo recuerdo...¿estás loco? No quiero que me considere un pervertido...Ademas hemos estado llevando una relación muy linda, tal vez con el tiempo le pida que nos casemos o...¡ahhh!— antes de darse cuenta alguien lo había empujado adentro de un callejón haciendo que soltara el celular. Sus ojos se volvieron negros haciendo que una mirada de ira se murará—¿Qué te sucede imbecil?—

—¡Ella es mía!— ¿Qué sucedía? No lo sabía, pero si de algo estaba seguro era de que esa persona hería matarlo. Intentaba golpearlo pero solo esquivaba sus ataques. Esa persona era ágil, demasiado ágil,  tanto que incluso el demonio tembló ligeramente 

—¡Ahhhh!— no se dio cuenta cuando algo lo apuñalo, justo en su abdomen haciendo que perdiera fuerza y el demonio desapareciera. Elizabeth le había dicho que controlara su impulsividad y se había distraído como para quedar herido

—¡Meliodas!—

—Maldita sea— susurro la persona que no pudo terminar su trabajo y se fue corriendo cuando escucho la voz de su mejor amigo. Ban no lo persiguió ¿la razón? Su amigo estaba en el suelo lastimado, se cubría la herida profunda que había causado esa navaja al perforarlo mientras la sangre cubría sus dedos y ropa. Fue algo bueno que ban hubiera llegado tan rápido

Smooth criminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora