『𝘱𝘢𝘱𝘦𝘳 𝘦𝘭𝘦𝘱𝘩𝘢𝘯𝘵𝘴 』

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Rodillas raspadas. Energía infinita. Despreocupación por la vida.

Una cándida emoción por las cosas nuevas que parecen pequeñas. Mingyu se asombra del nuevo dulce que Minghao trajo de su país y que le compartió. Sentados en el césped, el cielo casi nublado sobre ellos, pero aún así, ellos estaban bajo la copa del árbol en el jardín de Minghao.

Acomodaron las hojas de colores en una mesita pequeña y observaron el libro de Mingyu de figuras de origami para elegir cuál hacer.

—¿Qué tal una cajita en forma de corazón? —Minghao señaló a la hoja con la imagen.

—No sé, no se ve divertido. —Mingyu negó y Minghao pasó a otra página.

—¿Un pato?

—No tenemos hojas naranjas para el pico.

—Okey... —Otra página—. ¿Qué tal una jirafa?

—Se ve difícil...

—¡Gyu! Nada te gusta. —Minghao hizo un puchero y se colocó las manos en la cadera.

Pero el niño mayor negó.

—¡No es cierto! Me gustan muchas cosas, fíjate.

El pequeño de orejas élficas rodó los ojos.

—A ver, ¿cuáles? Porque parece que nada te gusta.

Mingyu se aclaró la garganta de manera exagerada (luego comenzó a toser por la acción). Puso su puño enfrente y levantó dedo por dedo.

—Me gustan los perros. Me gusta el color dorado. Me gusta dibujar y pintar. Me gusta que Wonwoo me cargue de caballito. Y me gustas tú, Hao.

Eso último el menor no se lo esperaba, así que se avergonzó hasta las orejas que adquirieron un rubor marcado.

—¿Yo? —Bajó la mirada y se distrajo buscando más figuras que hacer, pasando las hojas erráticamente. Mingyu le tocó la oreja.

—Te pusiste rojito, Hao —rió ampliamente—. Sí, tú. Antes no me gustabas, pero te conocí y me empezaste a gustar.

—¡Ya! —se quejó el niño menor con voz aguda y arrastrando la última vocal—. Mingyu, ¿cómo que te gusto?

—Pues eso, Hao, me gustas. —El niño más alto se encogió de hombros. Era la verdad, no estaba diciendo mentiras.

—Es que... —Minghao dejó el libro en paz y decidió arrancar pedazos del césped para distraer su vergüenza.

—¿Es qué...? —Mingyu alzó ambas cejas y después entrecerró los ojos—. ¿Yo te gusto, Hao?

El menor abrió mucho los ojos ante la pregunta y miró directamente a Mingyu. Los ojos castaños brillaron al ver al mayor y sintió algo curioso dentro de sí, como algo cálido que lo comenzó a envolver.

—¿Hao? —Mingyu volvió a preguntar, ahora un poco asustado por la respuesta que podría esperar de su amigo.

El niño tomó una hoja color lila y sonrió aún con las mejillas rojas.

—Sí, Gyu, tú también me gustas.

Empezó a hacer dobleces.

Mingyu sonrió ampliamente, orgulloso de gustarle a Minghao también. Vio que la figura que había escogido el otro niño era un elefante y tomó una hoja para seguir los pasos de su amigo y las instrucciones en la página.

—¿Sabías que los elefantes se pueden morir de amor? También sufren si su pareja muere. Lo vi en un documental.

—¿De verdad? Pobrecitos. Debe ser muy triste perder a alguien que quieres... Yo no sé qué haría sin ti, Hao —dijo sinceramente el mayor. El nombrado se sorprendió de aquello.

Origami Boy (GyuHao)Where stories live. Discover now