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Capítulo 34

Wooyoung se había quedado mirando a los chicos hacer su último entrenamiento antes de la misión justo frente a un atardecer que amenazaba con desaparecer. Estaba sentado en los peldaños bajo la puerta, arrancando algunas flores que sobresalían de la maleza.

—Se te ve tranquilo —dijo una voz aterciopelada, sacándolo de sus pensamientos.

Subió la mirada. Era una de los vampiros, Jinsoul. La rubia tenía una media sonrisa burlona, pero en sus ojos se reflejaba algo muy dulce.

—No saco nada con estar nervioso —se encogió de hombros mirando la última flor blanca arrancada.

Ella se sentó al lado suyo con delicadeza, abrazando sus piernas, viéndose muy pequeña y aparentando ser solo una mujer cerca de sus veintes cuando en realidad era una vampiresa con unas varias décadas más que él. Sus ojos rojos oscuros se enfocaron en el atardecer con una sonrisa casi imperceptible en su rostro.

—Supongo que está bien, después de todo sigues siendo un omega muy raro.

Él se debió sentir ofendido con esto, pero fue incapaz. Tenía razón después de todo.

—¿Por qué lo dices?

Se encogió de hombros.

—No lo sé. Eras el príncipe, en la televisión se te veía muy rígido y, hasta cierto punto, a gusto. Siempre aparentando superioridad y antipatía ante los otros —Ella se volvió a mirarlo en silencio como si lo examinara. Luego, endureció su mirada—. ¿Sigues odiándonos?

No lo sabía. No se esperaba una pregunta así.

Desvió la mirada comenzando a sentirse intimidado.

—Creo que no. Les debo tanto que me siento mucho más seguro junto a ustedes de lo que nunca pude sentirme en el castillo.

Ella entonces sonrió de nuevo y volvió a mirar el atardecer, al igual que él.

El sol casi no se veía y los chicos frente a ellos parecían más estar jugando como pequeños cachorros que preparándose para una misión importante.

—¿Te gusta San? —él se ahogó con esta pregunta.

—¿Qué?

—Sé que preguntarlo a estas alturas es estúpido, pero quiero escucharlo venir de ti.

Wooyoung entonces se sintió consternado. No era que le costara admitirlo, era que sabía que esa pregunta no había sido al azar.

—No me gusta... lo amo.

—¿Más de lo que quieres tu vida en el palacio real?

Wooyoung lo veía venir.

—Mucho más. Nunca me gustó mi vida allá.

Lo estaba probando, estaba verificando si podía confiar en él o no, lo sabía.

Jinsoul suavizó sus expresiones y conectó su mirada con el pelinegro sin decir nada. Ella lucía animada repentinamente.

—¿Cómo se supone que confíe en que no lo traicionaras? —habló una voz grave detrás de ellas.

Aisha.

—Aisha... —reprendió Jinsoul, pero, como solía pasar, Aisha la ignoró y continuó.

—Es curiosidad, no me trates así —bufó sentándose en unos escalones más arriba que ellos. El sol ya se había ocultado casi en su totalidad—. Quiero saber, ¿Serías capaz de traicionarlo o traicionarnos por él?

Wooyoung permaneció callado pensándolo.

—Aisha, no lo molestes —intentó tranquilizar el ambiente Jinsoul.

Wooyoung se quedó en silencio pensando.

—No creo que sería capaz de traicionar a ninguno de los dos, ni a ustedes, ni a San —dijo decidido sin quitar la mirada de Aisha como si la desafiara.

—Oh... —sonrió malvada la vampira—- Entonces, ¿Qué sentirías si San te traicionara? —apoyó su mentón en su mano, como si fuese un gato acorralando a un ratón y entreteniéndose con la vista.

—No tienes que contestar si no quieres —lo defendió la rubia.

—Está bien —dijo, pero no contestó de inmediato.

Wooyoung se quedó pensándolo por un tiempo, lo suficiente como para que San se acercara corriendo junto a los otros lobos, y Seonghwa, hacia ellos, todos rebosantes y libres, como si fuera su último día. Gritando y golpeándose con camaradería.

Sus ojos conectaron con los de su alfa, provocando una inmensidad de sentimientos dentro de él. La sonrisa del mayor se ensanchó, achicando sus ojos y corrió más rápido hacia ellos.

—No lo sé —fue todo lo que respondió—. Lo que sí sé es que me rompería el corazón.

Una vez los otros se acercaron, ambas vampiresas desaparecieron como si nunca hubiesen estado ahí en primer lugar.