La selva : Capítulo 6.

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Christopher.

Me conozco, no puedo mantener la tensión sexual, a lo largo de mi vida nunca me he podido contener cuando una mujer me gusta. Si no lo hago no cabeza se volverá un lío, no dormiré ni pensar bien. El deseo predominará en todo.

Mueve la cabeza y se llame los labios, ⋘¡Al diablo, nunca había deseado tanto a una mujer!⋙.

Me le subo encima y abre los ojos confundida.

-¡¿Qué hace?!.

-¡Voy a follarte! -suelto la correa del pantalón.

-¿Qué?.

-Lo que oíste.

-¡Es una pésima broma! -chilla moviéndose bajo mi pecho.

-No es broma.

-¡Apártate!.

-Lo haré -atrapo sus muñecas- Después de que follemos.

-¡¿Perdió la cordura!?.

-¿Te gustó?.

Quiero confirmar lo que tengo claro.

-Si...No -se corrige.

Aparta la cara cuando me acerco a su boca, pero estoy tan decidido a lo que voy que le tomo el rostro y le paso la lengua por los labios.

-¡Basta! -se suelta y me estampa una bofetada.

-Solo será un polvo -me enfoco en sus ojos oscuros y percibo el calambre que se instala en mi entrepierna.

-¡Quítese! -me gruñe- ¡No haga algo de lo que nos podamos arrepentir!.

No, no voy a desaprovechar, llevo noches fantaseando con esto. Soñando con abrirle los glúteos y empalarla mientras gime mi nombre.

-¡No! -remarco mi erección sobre su pelvis- No, hasta que esto baje.

Pruebo el sabor de su piel, se mueve, pero no lo hace como debería. Tiene el entrenamiento para quitarme e inmovilizarme, pero no lo intenta eso deja mucho que decir. Está claro que no soy el único desesperado.

-Quieres que pase -inhalo su aroma- Se que te gusto y es inútil que intentes negarlo.

-¡Que ego! -se burla.

-La cena, el entrenamiento...No soy estúpido, teniente.

-¡No voy a engañar a Bratt! -se le agita la voz- ¡Y mucho menos contigo!.

-Tarde -me prendo de su cuello- Ya me propuse hacerte caer.

Le tomo la cara y me prendo de su boca con un beso húmedo y caliente que me permite saborear su lengua, percibo el calor que emite, como se le tensan los músculos y se le dispara el corazón. Me muerde obligándome a que la suelte.

-Salvaje -le devuelvo el mordisco- Me encanta, soy especialista domando fieras.

Me lanza otra bofetada, la ira se me sube a la cabeza y me obligó a razonar, pero no quiero, necesito sentir la humedad de su coño, palpitar dentro de ella y vaciarme en su interior.

-No sea poco hombre, coronel -me ruge- Bájese y hagamos de cuenta que nada pasó.

-¿Qué nada pasó? -me le burlo en su cara- Pasarán muchas cosas, teniente.

Me aferro a las tiras de la camiseta y las hago trizas cuando la halo, nota que voy enserio y no pierdo el tiempo a la hora de prenderme de los picos erectos que aclaman mi lengua. Los magreos y lamo uno por uno, chupando y disfrutando de la sensación de verlos crecer en mi boca.

PARTES QUITADAS DE PECADOS PLACENTEROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora