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Sophia Scarlett.

— Así que, eres la desafortunada elegida de Poseidón — meneé la cabeza —. Un mestizo inmortal por atrapar, una princesa Scarlett — me dio una sonrisa —, una hermana resucitada — miró a Aitanay, causando la incomodidad de mi hermana —, un brujo poderoso — se giró hacia Baker —, un tritón melusino — mencionó a Ian —, una licántropa inexperta — observó a Maia — y un insignificante humano.

Elemmírë hizo una pequeña recapitulación de las presentaciones con cierto escepticismo y diversión.

— ¿Qué tiene en contra de los humanos, eh? — nos increpó Alexander ofendido.

— A excepción del humano el sátiro rubio, ¡el equipo está potente! — Alexander bufó al oírla menospreciarlo — ¿Dónde nos cortamos las palmas de las manos para hacer el pacto?

— ¿Ah? — pregunté absorta.

Mi hermana, Maia, Baker, Ian y Alexander la miraron confusos.

— El pacto — repitió con simpleza y obviedad — ¿O cómo lo hacen ustedes? ¿Sacrifican un borrego? ¿Sacrificio humano quizás? ¡Ahh! — exclamó llena de emoción cuando pareció entender —, por eso trajeron al humano. ¡Él será el sacrificio!

Alexander casi se cae de trasero al suelo por el horror al oír a la pelirroja.

— ¡¿QUÉ?! ¡NOOO! ¡YO NO SOY SACRIFICIO DE NADIE! — espetó furibundo y a la vez, asustado.

— Elemmírë... No te ... — intenté explicarle que no nos estábamos entendiendo, pero no me dejó ni quiera terminar.

— Por favor, llámame Elem — me pidió y asentí.

— Elem...

— Sophia — me llamó ella — ¿Puedo tutearte, no es así? — asentí. Elem sonrió— Perdona estoy muy emocionada de conocer a una melusina y lo que es mejor ¡A LA PRINCESA DE MELUSINA! — hice un gesto por la vergüenza en ver como me idolatraba.

— Creí que eras más madura — soltó Alexander desde el suelo, arrugando la nariz. Ella lo miró mal.

— ¡Claro que lo es! — la defendió su nana Arwen — ¡Es la hija del comandante superior de las tierras élficas!

Elem blanqueó los ojos al oírla.

— Arwen, no es necesario que lo menciones a cada minuto — dijo ella.

La nana se removió en su sitio con pena antes de fulminar a Alexander con la mirada.

— Como te seguía diciendo antes de que nos interrumpieran, Sophia — expresó mi nombre con cierta emoción. Le sonreí nerviosa —. Ustedes quieren el apoyo de mi gente para cazar al mestizo inmortal y proteger a nuestra paz de la posible revuelta de los demonios — moví mi cabeza dándole la razón —. ¿Y qué mejor idea que unirme a ustedes? — su pregunta me dejó patidifusa, al igual que a todos mis amigos —. Mi padre estará orgulloso de mí y no dudará en darnos su apoyo.

— Señorita, por favor — le imploró con miedo, su nana — Es muy peligroso.

— Arwen, ya no soy una niña — le respondió decidida —. Tengo 24 años, ya es hora que le demuestre a mi gente que soy una digna hija del Comandante Superior Fingolfin.

«24 años»

Su edad quedó suspendida en mi mente, mientras que mis engranajes trabajaban en mi cabeza sin cesar. Era mayor que yo, sin embargo, me admiraba como a una estrella de televisión o como lo hacían en Melusina. Ahí fue cuando lo entendí. La realeza melusina recibía pleitesía de todos las especies y subespecies por su historia de pureza y victorias en las guerras; y los elfos se sentían más a gusto con la especie de Poseidón, porque al menos, ellos nunca atentaron contra su gente.

AMAR ENTRE REINOS [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora