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Sophia

Mi hermana mayor me ayudó a levantarme de la cama y me llevó hacia la laguna de la fortaleza para poder regresar a mi estado natural y regenerar mi piel dañada por el corte. Ya que, no podía darme el lujo de esperar que cicatrice a su debido tiempo, tenía mucho por hacer, planear, dirigir, encontrar y entregar.

El cielo estaba soleado y despejado, las aves cantaban en armonía, y el verde de la fortaleza daba un primoroso contraste con las aguas cristalinas de la laguna. Quizás fue el ambiente o sumergirme en las aguas, lo que desencadenó la aparición de nuevas ideas y la extinción de otras en mi mente. Satisfactoriamente, mientras que mi cola se abría paso entre las aguas, los rayos del sol me llenaban de energía con el pasar de cada minuto. Impulsé mi cuerpo hacia la superficie para sentir el sol de cerca en mi estado natural, pero los gritos de mi hermana interrumpieron mi acción.

Nadé hacia la orilla, asustada, pensando que estábamos sobre ataque, pero más grande fue mi sorpresa y probablemente alivio cuando vi a Aitanay gritándole a Seok.

— ¿Eres idiota? ¿Cómo se te ocurre traer a la niña a la laguna? — recriminó, la pelinegra.

Seok buscó mi mirada en búsqueda de una reacción mía al ver como su hija saltaba, exclamaba y aplaudía al verme en mi estado natural.

— ¡Ariel existe, papá! — decía llena de emoción, la pequeña Suni — ¿La ves? ¡Es Ariel, papá!

No sabía qué decir o hacer, no era la primera niña que descubría mi secreto, pero Trixie fue diferente (la niña que me descubrió cuando empapé a una chica por ofenderme e insinuarse a Theo).

— No es Ariel, cariño. Es tu tía Sophia — aclaró Seok con voz calmada.

Suni abrió los ojos más de lo usual, luego se giró en mi dirección más emocionada que antes, corrió a mi dirección y se tiró a la laguna en busca de mis brazos. Nadé lo más rápido a donde cayó para evitar que se asustara en caso no sepa nadar. Y ella rodeó mi cuello como si su vida dependiera de ello.

— ¡Mi tía es Ariel! — exclamó, muy entusiasmada. Su padre, Seok, la miraba feliz. ¿Qué padre no estaría dichoso de ver a su hija feliz?

— ¿Qué parte de discreción no entendiste, Seok Kim? No puedes ir diciéndole a todo el mundo sobre la identidad de Sophia — reprochaba, Aitanay.

— No es todo "el mundo", Aitanay. Es su familia también — respondió, Seok.

Y tenía razón, esta pequeña castaña también era mi familia, era mi sobrina, mi primera sobrina. La miré con una bonita sonrisa que intentaba transmitir todo lo mejor de mí. Ella probablemente tendría la misma edad que mis gemelas, las tres estarían jugando de arriba abajo o quizás batallando por la atención de Theo. No cabe duda, que fue la bendición de los dioses a la familia Kim para sobrellevar la pérdida y sobre todo ser el ancla de Theo en el mundo.

— Tía Ariel, yo también quiero ser una sirena como tú — me contó, poniendo ojitos de corderito. Tan tierna como su padre y astuta como su madre.

— Ahora todo el cariño es para la tía ¿Ariel? — la voz de Theo llamando la atención de los presentes — ¿Ya no hay cariño para Chischis? — se quejó, indignado.

Suni se rio, sin soltar ni un centímetro de mi cuello.

— Chischis, ven aquí con nosotras — lo llamó. El aludido accedió, sacándose el polo en el proceso...

Dios bendito... ¿Tan ocupada estuve que no me fijé en lo bien que le había sentado los años a mi esposo? Él sin duda cumplió su palabra de hace algunos años de comenzar a hacer ejercicio y claro dado excelentes resultados en su torso, abdomen y brazos.

AMAR ENTRE REINOS [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora