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EL MÉDICO

HARRY

—¿Doctor Styles? —Emily llamó a la puerta el lunes por la mañana—. Doctor Styles, tiene un visitante esperando.

—No estoy.

—Señor, todos podemos ver a través de las persianas de su despacho que está aquí.

—Entonces ciérrelas.

Ella negó con la cabeza y dio un paso atrás.

—El doctor Styles le verá ahora, señor Baxter.

Segundos después, el señor Baxter, que era paciente mío desde hacía muchos años y que tenía demasiado tiempo libre, entró en la consulta. Cerró la puerta y puso en marcha su ritual habitual antes de mirarme. Se acercó a las ventanas, que estaban al otro lado de la habitación, para mirar a la calle. Luego sonrió y fue hacia el otro lado de la consulta, donde admiró mis premios antes de, por fin, acomodarse en el diván negro hecho a medida.

—¿Qué le trae hoy aquí sin una cita, señor Baxter? —pregunté, dejando el bolígrafo sobre la mesa.

—Solo quería hablar con alguien del tiempo.

—¿Puedo sugerirle que tenga esa conversación con alguien que no le cobra por hora? ¿Quizás su esposa?

—Esa es la cuestión. Ya no quiere hablar conmigo porque le he dicho que ya no quiero mantener relaciones sexuales.

Suspiré y miré el reloj de la pared. Iba a tener que subir el precio de mis consultas para evitar que sucediera algo así.

—Muy bien, señor Baxter —dije, tratando de sonar lo más comprensivo posible—. ¿Por qué ya no quiere tener sexo con su esposa?

—No, no, no... —Movió el dedo hacia mí—. Si respondo esa pregunta, me facturará esta sesión. Y solo estoy aquí porque estaba cerca y quería hablar sobre el tiempo.

Lo miré fijamente.

—Ha estado lloviendo mucho últimamente, ¿no?

No dije nada.

Me sonrió y se levantó del sofá.

—Bueno, muchas gracias por conversar conmigo sobre el tiempo, doctor. Le veré en la sesión de la próxima semana.En el momento en que salió de mi oficina, comencé a escribir un correo electrónico al portero del edificio para recordarle las reglas que decían que no debía permitir que subiera nadie sin permiso o sin cita. Estaba en el quinto párrafo cuando Emily y todos los médicos de la clínica entraron en mi despacho sin llamar.

—¿Se ha declarado un apocalipsis zombi? —Los miré—. Hubiera jurado que la única regla inviolable que tengo aquí no es tan difícil de seguir. Cuando la puerta de mi despacho está cerrada...

—¡«Dejadme en paz»! —dijeron todos al unísono, riéndose.

—Sabemos que no va a venir a la sala de conferencias para dar la bienvenida telefónica a la nueva residente, por lo que hemos decidido hacerla desde aquí.

—Emily cogió un regaliz de donde los tenía guardados sin preguntar y se lo metió en la boca. Luego marcó un número en el teléfono de mi escritorio, mientras los demás médicos se apiñaban alrededor de la mesa.

«Sin duda, un apocalipsis zombi...».

El sonido de una llamada llegó por el altavoz del teléfono, y una chica respondió al quinto timbrazo.

—¿Hola?

—¡Hola! —dijeron todos los médicos al unísono—. ¡Somos el Centro Médico Avanzado Park Avenue!

«¿Lo han ensayado o qué?».

—Natalie, al habla la doctora Laurel. —Tomó la palabra la mejor ginecóloga del mundo, la misma que nunca estaba en su consulta—. Estamos muy contentos de darle la bienvenida a nuestra familia en calidad de residente, y solo queríamos hacerle una llamada colectiva antes de que empezara. Sabemos que la especialidad que desea ahora puede cambiar con el tiempo, pero aquí formamos una gran familia feliz, así que esperamos conocerla pronto y empezar a trabajar con usted cuanto antes.

—Guau... —La residente por la que yo no había votado parecía impresionada—. Muchas gracias por esta cálida bienvenida. La aprecio de verdad... —Parecía feliz.

—Nosotros también apreciamos que te incorpores al equipo —dijo Emily—. ¿Sigue en pie la cita del viernes para enseñarte la clínica?

—Por supuesto. A las cinco, ¿verdad?

—¡Sí! A las cinco. ¡Estamos deseando que llegue el viernes, Natalie! Hasta entonces.

—Hasta entonces. Muchas gracias a todos.

—¡De nada! —dijeron al unísono los médicos una vez más, algo que era más que evidente que habían ensayado, y luego salieron lentamente de mi despacho.

—¿Acabo de oírte decir que estás deseando conocer a la nueva residente, Natalie? —pregunté a Emily.

—Sí. ¿Por qué?

—¿El equipo médico ha decidido contratar a una residente sin siquiera entrevistarla? ¿Realizar una entrevista no es la primera regla en caso de contrataciones?

—Nunca me escucha —dijo ella, negando con la cabeza—. Los de Recursos humanos del Manhattan Medical cometieron un error. Se lo conté hace meses.

Resumiendo, hemos conseguido a la mejor residente posible, y la doctora Laurel y el doctor Taylor se han reunido con ella en varias ocasiones. Aunque en realidad no le hicieron saber por qué la estaban entrevistando, ya que la directiva del Manhattan Medical quería mantener el fallo en secreto.

—Qué conveniente...

—Ya... —Me robó otro regaliz y, por fin, cerró la puerta.

Supe que no habría forma alguna de llegar hasta el próximo viernes sin obtener algún tipo de alivio al estrés, así que saqué el teléfono e inicié sesión en NewYorkMinute.com. Me estaba desplazando hacia el nombre de JerseyGirl7 en la bandeja de entrada para preguntarle si estaría dispuesta a reunirse antes cuando observé que ya estaba a punto de enviarme un mensaje.

«Jerseygirl7 está escribiendo...».

JerseyGirl7: Hola. ¿Podría hacerte una pregunta?

D-Doctor: Hola. Podría darte una respuesta...

JerseyGirl7: ¿Estarías dispuesto a quedar conmigo este viernes en lugar del próximo? ¿Serás capaz de reprogramar algunas de sus «citas»? Estaré en Nueva York la noche anterior para una reunión, así que se me ha ocurrido preguntarte...

D-Doctor: Sí, estoy muy dispuesto a «follar contigo» este viernes en lugar del próximo. No supone ningún problema. ¿A la misma hora?

JerseyGirl7: A la misma hora. Ah, ¿y quieres que intercambiemos fotografías para saber a quién debemos buscar?

D-Doctor: No, convirtámoslo en algo realmente interesante... Nos vemos a las ocho. Estaré sentado en la mesa doce.

Sexy - Harry StylesWhere stories live. Discover now