01

6.3K 855 153
                                    

La mujer era reacia a sostener la mirada.

— Solo mantenlo de esta forma.

Era consciente de la forma sordida de las expresiones de su hermana mayor, la mujer llevaba los últimos días esquivando socializar y cuestionando asuntos a los que no le hallaba sentido alguno.

La única razón por la que se hallaba en la casa de la mujer era el pequeño individuo entre sus brazos.

— Debería bastar la leche medicada — señaló hacia la pequeña mesa de noche al lado de la cama — debe comer cada dos horas o algo por el estilo.

Su vista fija en la expresión de despreocupación de su hermana, al entablar la conversación sobre los cuidados del hijo que había nacido tan solo dos días atrás.

— ¿Exactamente por cuánto tiempo estarás fuera? Estás dándome demasiadas indicaciones sobre el cuidado del bebé para solo ser un par de horas.

— Solo serán un par de horas Jimin, solo escucha con atención, o terminaré olvidando lo que dijeron esas brujas.

— ¿Quiénes? ¿Las enfermeras?

— Sí, creen saberlo todo solo porque tienen un buen trabajo, es agotador.

— Ellas sólo hacen su trabajo.

— ¿Cómo lo hacía nuestra madre? — su voz tornándose molesta.

Jimio prefirió mantener su boca cerrada con respecto a ese asunto, nunca había nada bueno en hablar de ello.

— Nunca quieres hablar de ella — se quejó la mujer.

— ¿Por qué tú sí?

— Porque ella nos arruinó la vida, maldita mujer drogadicta — continuó quejándose.

Conocía a su hermana lo suficiente para saber que no se callaría hasta que se sintiese satisfecha, luego de soltar miles de maldiciones.

Decidió ignorarla como de costumbre, entre sus brazos el pequeño niño se agitó un poco cuando la mujer elevó su voz.

— Estás incomodando a tu hijo.

— No es mi maldito — su hermana pareció morderse la lengua antes de suspirar — genial, ni siquiera puedo quejarme en paz en mi maldita casa por esa jodida cosa.

— No es una cosa.

— Es una cosa que toma tu tiempo, dinero y vitalidad, no te regresa nada a cambio, claro que solo es una maldita cosa molesta.

— Entonces deja que el padre tomé responsabilidad.

Ella dejó de quejarse abruptamente, un silencio incómodo formándose con rapidez.

— ¿Siquiera el padre sabe de él? — cuestionó al verla tan callada.

Estaba esquivando su mirada.

— Eso qué importa ahora — respondió.

Sabía que su hermana no solo era una cara bonita.

— ¿Por qué cargar con esto? — continuó con las preguntas.

—¿Qué te importa? — respondió ella.

— Me importa desde que desapareces más de un año, y me llamas para mostrar lo mucho que ha ocurrido en tu vida.

— ¿Qué es? — indagó ella —¿Tu vida sigue siendo igual de aburrida? ¿Continúas siendo solo un empleaducho del supermercado?

— Al menos yo tengo un empleo — respondió en su defensa.

FirstBorn °Kookmin°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora