Gula

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El descuido del rubio desnudo mientras pelea contra los tipos armados, le sirvió a un nervioso y asustado Chad para acercarse al bote de basura en el cual aterrizó Louis

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El descuido del rubio desnudo mientras pelea contra los tipos armados, le sirvió a un nervioso y asustado Chad para acercarse al bote de basura en el cual aterrizó Louis. Rebusca entre los desechos con el corazón a punto de escapar, pesadas gotas de sudor recorren su rostro ante el miedo y, por algún motivo, el desesperado deseo de encontrarlo a salvo crece conforme pasan los minutos; quizás la manipulación mental que ejerció el inmortal sobre él se ha descontrolado a tal punto que, el pobre humano no puede huir sin llevar consigo al joven de gris mirada.

—¡Maldición, Louis! ¿En dónde estás? —balbucea desesperado, lanza porquería en todas las direcciones.

En la calle, los gritos son cada vez peores, el terror puede respirarse en el aire... ¡Y qué olor! Una mezcla de putrefacción con excremento. No, no es ese el olor del miedo sino de Louis, quien de un grito emerge desde el contenedor y asusta al humano aún más.

Chad cae al suelo y se arrincona contra el muro de ladrillos del callejón ante la impresión; contempla a Louis pasmado —asqueado tal vez también—, es que la apariencia del “no vivo” luce caótica, restos de porquería decoran su cuerpo y ni hablar de la cáscara de banana que porta como corona.

Sin embargo, pese a la nauseabunda imagen hay algo todavía más aterrador en todo el conjunto, sus pupilas se encuentran muy dilatadas, casi nada queda de gris en sus ojos, pero lo que más hace temblar al humano es ver como cada herida en su cuerpo cicatriza mientras sale del basurero y se acerca hasta él. Lo ve tronarse los dedos y estos vuelven a la normalidad sin que Louis emita siquiera una queja.

—Tu maldito teléfono, ahora —demanda el vampiro deshaciéndose de su destrozado aparato y el tonto obedece.

Luego de jugar con la configuración del aparato, ingresa a la versión en línea de la VNN en un intento desesperado por hallar nueva información sobre el misterioso virus.

«… algunos vampiros pueden desarrollar conductas violentas, hambre excesiva…», apenas parafrasea el reporte, al darse cuenta que tenía razón sobre Stéfanos, lanza el aparato hacia el basurero. Quizás debió prestar más atención a ese artículo, así, se habría enterado de otros acontecimientos importantes. Sin embargo, siente demasiada molestia, mucha más que antes y alguien pagará por ello.

—Lo-louis —expresa aterrado el incauto humano, el trepidar de su cuerpo es cada vez más evidente; el “no muerto” lo toma del cuello con una sola mano y lo estampa contra el muro, Chad traga hondo al ver asomarse los colmillos del vampiro—. Po-por fa-favor, Lo-louis, Yo-yo te-te a-ayudé.

—¿Tú? —espeta furioso el enardecido vampiro a la vez que reafirma el agarre— Tú lo arruinaste todo. —Le corta el paso de aire cada vez más—. ¿Dónde se metió Stéfanos, escoria?

El pobre humano incauto no sabe ni qué contestar, aún sigue confundido y la verdad, cuando el rubio se fue contra  los otros tipos, él perdió todo rastro ya que optó por buscar al lindo chico que cayó en la basura y ahora amenaza con matarlo. Gran lección, nunca ayudes a nadie y menos si es un desconocido que pelea en el aire contra otro tipo, pero basta de divagaciones, al grano.

—No-no lo-lo sé —balbucea en respuesta el humano casi desmayado, sus ojos a punto de abandonar las cuencas.

Pese a todo Louis decide no asesinarlo, no vale la pena, seguro alguno de sus símiles se encargará de vaciarlo. Lo lanza a un lado como cualquier porquería y sale del callejón en busca de Stéfanos, teme lo peor.

***


Stéfanos termina de decapitar al último de sus persecutores, lo único que lamenta es perder algunas joyas durante la pelea. Decide ir por más, quiere acabar con cada cazador escoria que ha atacado a los suyos, pero antes anhela una merecida venganza, el deseo carcome todo en su interior, y qué mejor manera de calmarlo que devorar a unos cuantos insignificantes humanos; más aún, si se trata de esos idiotas qué filman en la calle y transmiten todo por sus redes. Sí, esos incautos son buena opción, de hecho, siente un apetito desmedido crecer dentro de sí.

Se abalanza contra el primer idiota y sin importar nada, hinca sus colmillos en el cuello del incauto hasta que el calor de la sangre ha mermado, desecha el cuerpo a un lado y se va sobre el primer imbécil que se topa, quien corre el mismo destino al igual que otros tantos; desesperación y gritos por doquier abunda en el ambiente.

El hambre desmedida de Stéfanos distrae su atención, entonces pasan desapercibidos esos cazadores que le disparan por la espalda. Se gira para responder al ataque, pero es tarde, una estaca le atraviesa el pecho y lo inmoviliza, siente su consciencia desfallecer.

***


Louis se mueve cauteloso, evita en lo posible la locura desatada por las calles. Observa sorprendido cómo el virus ha sacado el lado más bestial de sus pares; estos, se lanzan sin piedad sobre cada humano a su paso, porque sí, la dieta básica de un vampiro consiste en sangre fresca y la manera de conseguirla es de esos seres incautos; así es la cadena alimenticia, podría decirse, el hombre devora y arrasa con todo lo que respire hasta convertirse en la cena de un vampiro.

Sin embargo, lo que ocurre en las calles es toda una masacre carente de sentido, casi una competencia entre vampiros por ver quién mata a más presas. Louis, no diría que siente pena por los humanos, pero algo se remueve dentro de su ser. Y mientras los vampiros hacen estragos, cazadores atacan a todos los que pueden.

Louis consigue sortear el desastre, pero es tarde, encuentra a otro grupo de cazadores que lleva consigo a un inconsciente Stéfanos. Pese a sentir las ganas de enfrentarse a ellos y liberar a su amado del extraño féretro transparente en el cual es transportado —al igual que otros—, decide quedarse en calma e idear un plan, después de todo, son demasiados.

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