CAPÍTULO. 10

302 27 3
                                    

KYLOS.

—No puedo más.— Dije sin aire, llevábamos minutos corriendo adentrándonos más al bosque en el intento de encontrar alguna escapatoria, pero cuando ya creímos que era lo suficientemente lejos como para usar magia con total libertad nos dimos cuenta que nos habíamos perdido y estábamos dado vueltas en forma de círculo.

Ya que cada vez que corríamos volvíamos al lugar en donde estaba Ryan todavía inconsciente y tirado en el suelo lleno de tierra y sangre.

—¿¡Como mierda puede ser tan difícil esto?!— Corruen gritó igual de frustrado que yo, su cabello rizado se pegaba a su frente debido al sudor y su respiración se había acelerado por el ritmo que llevamos corriendo.

—No lo sé, yo no puedo más.— Me arrodillo y con mis manos toqué el suelo. —Odio la magia por ser ilegal.— Dije directamente mirando a la tierra, en busca de alguna revelación de esta, pero no apareció.

—Debemos apresurarnos.

Miré a Corruen incrédulo. —No me digas, adivino.

Eso lo hizo explotar. —¡No soy adivino pero se que llevo 20 minutos diciéndote por donde es el camino y no quieres hacerme caso!—

—¡Pues tu camino es por donde habíamos llegado nosotros!

—¡No lo es!

—¡Que sí lo es!

Y por alguna extraña razón estábamos tan estresados, asustados y enfadados que habíamos comenzado a gritar reprochando el uno al otro.

—¡Esta bien! Vamos por tu estupido camino.— Rodé los ojos y lo seguí, caminamos por minutos, vimos tantos árboles tras árboles que por un momento pensé que esto nunca tendría fin.

Hasta que vimos uno de los lagos que conectaba el reino de Laskazsar y Malkazsar, y para nuestro favor aquí no transcurría nadie de los dos reinos.

—¡Al fin!— Gritamos alzando los brazos como estupidos.

—¿Ves que si era el camino que yo decía?

Elegí omitir una nueva discusión así le sonreí y asentí la cabeza. —Ahora, prepárate tenemos que encontrar el árbol para así llegar rápido al reino vacío.

Corruen me agarró la mano con firmeza y comenzamos a buscar el árbol más grande que pudiéramos ver del lugar, era uno muy peculiar y que muy pocas personas encuentran y si estas personas eran humanos sin alguna pizca de magia lo veían como un árbol normal y corriente cuando los magos no lo hacían.

—Ahí está.— Corruen señaló con su dedo un árbol gigante con muchas hojas pero con escasas ramas verdes, tenía su tronco con bastante moho y sus hojas caían con una extrañeza hipnotizante.

Nos acercamos, colocamos una mano en el árbol pidiendo entre recitados mágicos si podíamos entrar y cuando una parte del árbol se abrió y dejó ver una luz verdosa entramos rápidamente.

Después de eso caímos instantáneamente inconscientes.

Desperté en el suelo, lleno de tierra y mugre, mi ropa de guerrero estaba empapada de un olor mágico asfixiante, traté de levantarme enseguida preparando mi espada para estar en alerta pero caí nuevamente al suelo cuando mi cuerpo se debilitó y mareo.

—Corruen!— Grité con todas mis fuerzas, desesperado por escuchar su voz.

—Estoy a tu lado, estúpido.— Cuando giré mi rostro me encontré a este también pegado al suelo de tierra con una expresión aburrida.

—¿Cuanto llevas así?

—2 minutos, no puedo mover mi cuerpo, no lo siento.

Me encogí de hombros como pude. —Lo normal, no se que esperábamos de Kyra.

Ella era la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora