Capítulo 2

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Chuuya se despertó.

-Buenos días, Dazai- dijo con una sonrisa en el rostro.

Chuuya fue directo al baño. Se arregló un poco el pelo y se hizo una coleta con la parte del pelo más larga. Aquella acción hizo que sintiera una extraña sensación, le recordaba a cuando tenía 16 años y quedaba con sus amigos en el bar. Ellos siempre le hacían una coleta para hacerle de rabiar pero al final eso se convirtió en costumbre y la empezó a llevar más a menudo. Una sonrisa asomó en sus labios, una sonrisa triste.

El pelirrojo caminó a través del pasillo hacia la cocina. Era amplia y estaba unida al salón, en el que había un enorme sofá y una televisión de grandes dimensiones. Prácticamente toda la casa era de grandes dimensiones, ya que aunque solo tenía una planta, era una de las casas más caras que pudo comprar con el dinero de la mafia a los 18. Su apariencia por fuera era lo suficientemente grande como para saber cómo debería ser por dentro. Chuuya amó la casa cuando la vio y Dazai le animó a comprársela. Y allí vivía ahora.

-¿Qué quieres para desayunar?- dijo Chuuya alzando la voz para que Dazai le escuchara- ¿tostadas, puede ser? Si, te haré tostadas.

Chuuya encendió la tostadora y metió los panes. Empezó a hacerse un casé, junto al de su novio.

La casa estaba en silencio, como siempre. Era un silencio triste, desolador. Hacía que Chuuya sintiera ganas de salir corriendo de aquel sitio lleno de recuerdos mudos. Recordaba los días en los que hacía lluvia y ellos se quedaban juntos jugando a algún videojuego o los días en los que hacían fiestas nocturnas y se pasaban bebiendo demasiado que a veces había algún que otro vomito. O cuando Dazai intentó cocinar. El simple pensamiento de haberse acordado de ello hizo que se formara una leve sonrisa en la cara de Chuuya. Simplemente fue un desastre. Un poco más y hubieran tenido que llamar a los bomberos.

Chuuya se sentó en una de las sillas de alrededor de su amplia mesa. Dejó en el sitio de al lado el café y la tostada de Dazai y él comenzó a comerse su desayuno. Encendió la televisión, ya que odiaba el silencio que había y empezó a mirar canales sin ningún interés. Ponía uno, veía lo que estaban echando y lo cambiaba. Simplemente quería despejar su mente, no quería prestar atención a la televisión en absoluto.

-¿Viste esta noticia, Dazai? – preguntó Chuuya alzando la voz, imaginando que Dazai estaba en el baño- han encontrado una camada de gatitos en la calle. Y son muy pequeños. Igual podemos adoptar uno. El sitio está cerca de casa.- Chuuya sonrió ante la idea de tener un gatito en su casa. Tenía dinero suficiente como para cuidarlo, pero no sabía si tenía lo mismo de tiempo. El trabajo en la mafia últimamente había sido muy pesado y eso a Chuuya le daba demasiado estrés. Estuvo semanas sin poder dormir por hacer papeleo, lo que no fue de mucha ayuda para su insomnio, ya que últimamente parecía que podía dormir mejor y tenía que llegar el incesante papeleo para que volviera a dormir mal. Es por eso que unas leves ojeras ya asomaban por debajo de sus ojos. Ojos que estaban vacíos.

Hace un año que aquellos ojos dejaron de tener brillo. Eran azules, de un azul precioso, brillaban y destacaban sobre los demás ojos por todo lo que expresaban. Dazai podía estar horas mirando los preciosos ojos de Chuuya y nunca se cansaría. Pero aquello había cambiado. Todo había cambiado.

Los ojos de Chuuya no tenían ningún fondo. No expresaban ningún sentimiento. Es más, no expresaban nada. Aunque se emocionara, sus ojos seguían siendo de alguien sin expresión. Poco a poco, los ojos de Chuuya se fueron haciendo más oscuros, fueron cambiando junto con su actitud. Él era alguien feliz, o eso pensaba, tampoco le gustaba darle muchas vueltas a ese tipo de preguntas, luego sentía que se estaba mintiendo a sí mismo. ¿Realmente era feliz? ¿Realmente quería seguir allí?

ghost of you - soukokuWo Geschichten leben. Entdecke jetzt