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Cuando Erick despertó, lo hizo tumbado en un sofá que de pronto no reconocía, con un Christopher escandalizado que le abanicaba el rostro con la voz amenazante de Richard de fondo. 

Él hizo una mueca y frunció el ceño, tratando de incorporarse. 

—¡Richard!— chilló Chris, antes de sostenerlo por los hombros y negar con la cabeza—. No, no, Erick. No te muevas, tranquilo… 

Erick gruñó y se llevó una mano hasta las sienes, que palpitaban con un dolor creciente en su cabeza. Casi sentía el sudor gélido derrapar por su lumbar y su columna vertebral sobre la piel de la espalda. 

Sin embargo, no podía centrarse en nada. Tenía un objetivo; uno que le demostró que jamás había poseído una meta como en ese instante.  

—Joel…

—Tranquilo— repitió Chris—. Richard está hablando con Matthew. Tranquilo. 

Erick tragó saliva. Sentía la garganta tan seca, como si mil espinas se estuvieran clavando lentamente contra sus músculos completos. 

Intentó reincorporarse de vuelta, pero Chris lo detuvo por segunda vez. Erick estaba demasiado débil para forcejear, así que se dejó dócil. 

El pecho le ardía con desesperación acumulada. Necesitaba noticias, necesitaba saber qué estaba ocurriendo. 

Él necesitaba a Joel. 

Demandaba a Joel a su lado, sano y salvo; entre sus brazos, con comida buena, con mantas y ellos solos junto a Noah. Lo quería abrazándolo, besando su barbilla mientras él le acariciaba los rizos. Quería escuchar a Noah hablar y hablar, mientras ellos escuchaban y sonreían acurrucados en el sofá. 

Quería… Dios, quería matar a Matthew. Quería matarlo de verdad. Por ser tan necio, por meter a Joel en las drogas. Por quitárselo de entre los dedos cuando ya lo estaba rozando. Él podría destrozarlo con sus propios puños. Jamás admiró la ardua tarea de matar, pero en esos segundos podría incluso sonreír bajo su propia hipocresía; disfrutando lo que en otros Erick llegó a criticar. 

Y si a Joel le pasaba algo… Él podría morir. Era superior a él; superior al aterrador vacío del amor que carcomía su interior. 

Él no podría explicárselo a su hijo. No podría explicarle a su propia mente que Joel ya no estaba más, que tenía que buscar un nuevo vicio distinto a esperar y dormir con sueños y esperanzas que jamás llegaron. 

Erick se reincorporó por tercera vez. Chris trató de frenarlo, pero él lo sostuvo de la muñeca y miró sobre el respaldo del sofá, detectando a Richard dando largas zancadas de lado a lado del salón. 

Cuando compartieron un canal de miradas desesperadas, Richard detuvo sus pasos y lo miró fijamente, con el teléfono pegado a la oreja.

—Dámelo— demandó, extendiendo su mano en esa dirección. 

Chris lo sostuvo del hombro y trató de hablar para calmarlo, pero Erick ya se estaba levantando. 

Erick ya estaba caminando, sin darse cuenta, sin saberlo. Él ya estaba avanzando hasta Richard para robarle el teléfono del oído con destreza. Parecía naufragar en su propio dolor y su propia incertidumbre, en busca de un faro que pudiera otorgarle algo de luz. 

Cuando se colocó el teléfono en la oreja, se alejó un poco y respiró profundamente. 

Matthew había dejado de hablar. Solamente se escuchaba el compás irregular de su respiración, que contrastaba con las llamaradas ardientes y coléricas que dejaba escapar Erick. 

Arkhé || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora