Partidas

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El corazón de una Cullen

Capítulo XV

Partidas

Exceptuando a los rumanos quienes eran los únicos de con nosotros que deseaban batalla, todos los demás nos encontrábamos expectantes ante las pruebas que Alice le estaba mostrando a Aro.

Pese a que me había visto obligada a mantener la calma, aquello que mi hermana le había mostrado al líder Volturi me llevó a soltar una exhalación de alivio. Sentí la mirada de Alexander, pero seguí concentrada en la escena de adelante, más cuando Aro soltó la mano de Alice un tanto turbado para lanzarnos una larga mirada a nosotros. La visión de una batalla aún no librada lo había dejado atónito.

Cuando sus ojos miraron a Edward y Bella, al resto, y luego se posaron en mí, supe que habíamos escapado de su castigo y que la batalla no se libraría. Sentí diez kilos menos de carga en todo mi ser.

-Ahora lo sabes, Aro. Ese es tu futuro, a menos que decidas alterar su curso.

Soltó Alice con voz segura, obligando a que el líder la mirara. Aquello me hizo sonreír casi de forma inconsciente al tiempo en que le arrojaba una rápida mirada a Alexander para indicarle que todo iba a estar bien.

-No podemos seguir con esto, la niña sigue siendo una amenaza –soltó Cayo colérico, acercándose a su hermano al ver cómo ya no se le veía con la misma actitud inicial.

-¿Y si aseguramos que se mantendrá oculta de los humanos, podemos irnos en paz?

Intervino Edward, terminando de zanjar nuestra salvación a pesar de que Aro ya había tomado determinación de no luchar.

-Por supuesto, ¿pero cómo piensan hacerlo? –Replicó Cayo.

-Ya te lo dirán –terminó Edward.

Alice comenzó a caminar de nuevo hacia nosotros, acompañada de Jasper, y mientras el resto parecía relajarse, no evité mirar en la dirección por la que ella había salido hacia un momento, solo para ver que dos vampiros más entraban a la escena.

Alexander siguió mi mirada, al igual que el resto, y todos vimos en silencio a un hombre y una mujer. Ambos de piel tostada -morena, incluso más que la mía-, con ojos rojos, cabello largo y vestuario indígena, llegaron a la mitad del claro, junto con Alice y se quedaron en silencio.

-Estuve buscando mis propios testigos, en las tribus ticuna de Brasil –continuó Alice.

-Ya hay suficientes testigos... -comenzó a replicar de nueva cuenta Cayo.

-Déjala hablar –tajó Aro demandante.

Alice se giró para con los recién llegados y los invitó a hablar. El hombre, que en realidad parecía un joven no más a 18 años, dio un paso al frente.

-Soy mitad humano y mitad vampiro. Como la niña. Un vampiro sedujo a mi madre, quien murió al darme a luz; mi tía Willen, fue la que me crio. Yo la hice inmortal.

-¿Qué edad tienes? –En esta ocasión Bella fue quien cuestionó con evidente interés.

Pese a todo, aún le seguía preocupando el rápido crecimiento de Renesmee. Su terror era que no fuera como nosotros y que más pronto que tarde, dejara de existir.

-Ciento cincuenta años... -respondió el joven, provocando una sonrisa en mi cuñada que no evitó mirar a Nessie y abrazarse más a Edward.

-¿A qué edad llegaste a tu madurez? –Aro se acercó más al recién llegado.

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