Rumbos

455 48 14
                                    

El corazón de una Cullen

Capítulo XVIII

Rumbos

En su vida pasada había sido una mujer hermosa, aquella piel tostada acompañada de grandes ojos pardos habían sido la perdición de un par de hombres en pos de buscar su amor. Ahora, como vampiresa, Gabriela parecía más una visión o un sueño, pues si bien la cabellera azabache y la piel –a su manera- le seguían dando aquel atisbo hermoso de su antigua vida, con aquellos ojos y su actitud retraída adquiría un magnetismo irresistible para cualquiera que la viera.

Para cualquiera excepto para ella misma. Se encontraba viéndose en el espejo por enésima vez. No daba crédito a lo que veía pues pocas habían sido las veces –exceptuando claro, su vida con los Volturi- en que se había tenido que vestir de acuerdo a normas sociales como la de aquella ocasión.

-Te mataré Alice... -susurró molesta.

-Escuché eso, amargada –la aludida apareció a un costado para ver sonriente cómo había quedado su hermana vestida-. Deberías agradecerme, te ves espectacular.

-¿Qué de malo tenían mis jeans y tenis? –Alice la miró frunciendo el ceño-. Sí, ya sé, es una "comida familiar", pero sí sabes que no comemos como ellos ¿verdad?

-Cosas que a ella no le importan –explicó Bella, sentada en la cama y con una ancha sonrisa.

Su cuñada era como ella en ese aspecto, y aunque deseaba compadecerla, no podía interferir en las tretas de Alice en pos de juntar a Gabriela con Alexander.

-¿De qué te quejas? Me dijiste que no habría problema si el atuendo era negro, y aunque estuve a punto de negarme a ello, da gracias al cielo que soy una experta en esto.

Alice dio unos pasos bailarines alrededor de Gabriela quien trataba por todos los medios de bajarse la corta falda que llevaba.

Llevaba un suéter negro a brillos –acompañada de una pashmina amarilla- que acentuaban sus atributos, una falda del mismo color acompañada de unas botas con tacón, y aunque traía medias que no hacían más que tornear más sus largas piernas, Gabriela se sentía incómoda por lo que significaba aquello.

-A ese cabello le hace falta algo –replicó Nessie entrando por la habitación.

-Mi cabello se queda como está –advirtió la morena haciéndose para atrás. Las otras rieron-. Qué pesadilla.

...

El resto del día se llevó de acuerdo a lo estipulado en el itinerario planteado por Nessie y Alice. La comida de Acción de Gracias se había llevado con la presencia de Charlie y Sue, Leah, Seth, Jacob, Billy y Nessie, así como el resto de vampiros invitados.

Se realizaron varias actividades, y por aquel momento, Gabriela olvidó sus fantasmas y disfrutó de su familia, así como de la compañía de Alexander con quien incluso llevó a cabo un par de charlas despreocupadas al calor del ambiente.

Justo en aquel momento los Cullen, los Denali, Alexander y su acompañante, se encontraban disfrutando de la fogata realizada. La noche estaba apenas en su apogeo y la gran luna llena los alumbraba en todo su esplendor.

-¿Y qué tanto has visto a Benjamín y las amazonas, Gabriela? –Preguntó Rebeca, que se encontraba abrazada de Alexander.

-No tanto como quisiera –se encogió de hombros-. No soy muy asidua a los viajes, y es más lo que los veo por una pantalla que en persona.

-Pues pierde cuidado que en un mes, para Navidad, prometieron pasar con nosotros una temporada, para que vayas previéndote –dijo Alice desde el otro lado-Es más, creemos que ni deberías empacar para irte.

El corazón de una CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora