Capítulo 5: Lecciones de la vida.

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Momentos antes del accidente, Norman estaba descargando archivos desde su monitor en la computadora. Había modificado la próxima experimentación habiendo fusionado el compuesto con una muestra líquida conocida como «globulina verde»; que, a su lado, se encontraba como un pequeño frasco en un verde acuoso. Era un potenciador de habilidades, un mero prototipo, pero sabía que podría perfeccionarse con OZ. Y en próximos momentos, debería de ir a revisar los resultados... pero algo sucedió. Se escuchó un estruendo, un mero chapoteo que terminó por explotar en algo en la planta baja, todos los científicos se encontraban atemorizados a lo que estaba sucediendo. Pues, de repente, todo estaba quemándose como el mismísimo infierno, y no tenía ni idea de lo que hubiera ocurrido en ese momento. Las grietas en las paredes, chamuscadas, y una criatura gigante, verde, musculosa y totalmente desnuda se encontraba frente a él y tantos otros científicos. Sus dientes rechinaron con furia; y Norman, confundido, únicamente pudo ver cómo este hizo un movimiento con el brazo que hizo aparecer una llamarada de fuego que esquivó yéndose hacia un lado. Escapándose junto a tantos científicos. Únicamente podía oír las risas de aquella criatura cornuda, que parecían distorsionadas y desacomodadas.

—Oh, Dios... Aaah...

—¡¡JAJAJAJA!!

Horas después, Norman se encontraba en el recinto de su mansión. Completamente despeinado y alcoholizado, su cabeza le estaba matando y no tenía ni idea de lo que sucedió. Estaba recostado en el suelo, adormilado, hasta que Harry le despertó.

—¡Papá! ¿Qué te pasa?

—¿Qué? ¿Cómo?... —se levantó, tomándose de los hombros de su hijo—, no sé...

—¿Has pasado la noche aquí?

—Anoche estaba... —su mente se vio difuminada por unos cuantos segundos, sin realmente entender nada.

—¿Qué?

—... no lo recuerdo...

Shawn entró apresuradamente junto al mayordomo, Bertram, quien estaba confundido de verle ahí, en ese lugar, a ambos.

—Señor Osborn, Justin y el doctor Strawn murieron. Encontraron sus cadáveres en el laboratorio, le creíamos muerto, señor... ¿cómo llegó aquí?

—¿De qué estás hablando?

—Y el deslizador...

—Alguien los ha robado...
Tía May simplemente parecía estar muerta en vida. Peter no podía ni verla; pero, después de esa pelea, simplemente parecía haberse olvidado de eso. Estaba enfocada en intentar no diluir ni una sola lágrima.

—Sí... oímos un ruido atrás. Para ser sinceros, los dos pensamos que era Peter. Porque Peter casi siempre entra por detrás. Pero Ben lo llamó y... no contestó.

Peter los imaginó, tranquilos, sin que nadie pudiera llegar a molestarles en el salón, sentados, quizá preocupados por él. Por eso mismo terminaron por preguntar por él, mientras estaba cabizbajo, escuchándola y sentado a su lado. Su voz estaba quebrada y tenía fuerzas para seguir hablando todavía.

—Y entonces... ni sé por qué... pero entonces supe que algo iba mal. Supe que alguien estaba en casa. Lo noté... lo noté por el silencio.

Eran varios policías los que habían quedado en casa, escuchándola junto a su sobrino. Uno de ellos habló.

—¿Estaban los dos, en el salón?

—Sí. Y creo que Ben también sabía que algo iba mal, porque se levantó él primero. Se levantó y llamó a Peter de nuevo. Durante un segundo no se oyó nada, y luego cayó una sartén. Ben me miró y dijo que creía que había entrado una ardilla en la casa. Y yo dije que nunca había oído que pasara eso en Queens. Luego miré la puerta de la cocina, y allí estaba... estaba... parado en el pasillo. Temblaba... y nos preguntó dónde teníamos el dinero. Ben le dijo que no teníamos nada. Y es cierto. Nada.

Se lo imaginó, un hombre cualquiera, un miserable atreviéndose a poner en la puerta. Con un arma. Tía May sollozó y sus lágrimas se escaparon, sabiendo que era doloroso de contar.

—Y él se puso muy nervioso y gritó: "¡Denme todo el dinero!" Y Ben... él... él... él... se... dijo... supongo que fue por la tensión, por lo ridículo de la situación... no lo sé... tal y como han ido las últimamente... pero... Ben dijo... sonrió y dijo: "Probablemente tú tengas más dinero que nosotros." Y... la sonrisa... no sé... lo puso muy furioso...

—¿Y luego qué pasó, señora?

—Eso fue todo. Se fue por donde había entrado y... oh, no...

Todos y cada una de las personas presentes, vecinos, y policías habían bajado la cabeza ante esa pérdida. Peter no pudo hacer más, más que tener de enemigo a sus pensamientos, porque Ben Parker se había ido de ese mundo y... había sido grosero. Incluso se encontraba, al lado de May, la tía de Mary Jane, quien tomaba de la otra mano a May. Diciéndole:

—Se quedarán con nosotros esta noche...

Pero eso no la tranquilizó. Ella miró a Peter, desesperada.

—¡¿Qué vamos a hacer, Peter?! ¡OH, NO!
El inspector siguió anotando, mientras Peter era incapaz de formular palabra alguna. Las lágrimas le siguieron, al igual que las de May, jadeando, y la radio de uno de los policías empezó a sonar.

—Envíen unidades a un 340 en Chlsea y la 911.

—Captado. Marchando —respondió el policía, tomando de cerca la radio.

—¿Tienen autos de sobra? —se escuchaba en la radio— Tenemos un 340.

—Aquí casi hemos terminado. ¿Qué pasa?

—Un tipo intento robar un Popeye's Chicken a dos manzanas de donde están. Había tres autos patrulla aparcados delante y aún así creyó que podía atracarlo. Lo persiguieron hasta un almacén abandonado y han pedido refuerzos. Lo identificamos como Denis Carradine, el de ahora.

—Puf... enviamos el auto 444. Corto. Ahora.

—Corto —respondió.

—¿Huía a pie? —preguntó otro de los policías, acercándose— ¿Será el mismo que ha hecho esto?

—Ojalá. Bien, vamos.

Peter frunció el ceño, el comentario del policía le hizo saltar del sillón y tomó el bolso donde se encontraba su traje ante una preocupada tía May, quien alzó su mano para llamarle.

—¿Peter? ¡Peter!

—No pasa nada, señora. Los chicos llevan muy mal estas cosas... —le explicó el inspector—... el pobre solo necesita desahogarse.

Peter escaló por una de las paredes entre los techos más altos y se cambió al traje. No iba a permitir que ese malnacido siguiera con vida ni por un segundo más. Estaba enardecido por la ira que estaba sucumbiéndole, no. Poniéndose la máscara, saltó por un techo y empezó a correr con todas sus fuerzas. Si ese hombre era el mismo que había matado al tío Ben, entonces aquel almacén sería lo único que vería en libertad.

En ese lugar, varios autos patrulla estaban ahí. Y uno de ellos tomaba una linterna, intentando verificar dónde se estaba encontrando. Uno de los policías, que se encontraba a su lado, no tardó en protestar.

—¡No vamos a estar esperando toda la noche! ¡Sé listo y coopera!

—Agentes del 412, refuerzos en camino —dijo la radio—. Avisen cuando lleguen, corto.

—Eso es buena noticia. Quiero acabarme la cena. Claro, claro, corto.

Dennis se encontraba en la oscuridad, por una de las ventanas que ya hasta parecía pudrirse como un mero vástago de su antigüedad. Escuchándolo todo. Contaba con pocas balas, y poco o nada terminaría por ganar si mataba a alguno de ellos...

—Cerdos por todas partes...

—¡La única salida es por la puerta delantera! Si tenemos que entrar, no va a ser agradable —denotó otro de los policías, con el megáfono al frente.

Dennis caminó al frente, escabulliéndose, ni siquiera era capaz de ver todo lo que estaba a su costado. Ni siquiera sabía qué tipo de almacén era, y ahí estaba, pareciendo una rata asustada.

—Caerán conmigo, pedazos de mierda... saldré de aquí como sea...

—Eso es exactamente lo que quería oír —dijo una voz que le puso los pelos de punta.

No tenía idea de dónde había escuchado eso. Pero empezó a recaer en círculos hasta que vio una silueta caer justo directamente la luz. Ahí, había una cosa montada en mallas de rojo y azul, trepado a la pared.

—¡ASESINO! —gritó Spider-Man.

—¡¡ALÉJATE DE MÍ!!

Dennis disparó dos balas hacia Spider-Man, y este empezó a movilizarse, dándole una voltereta y sacudiendo de una patada la pistola que traía consigo. Se tambaleó hacia atrás y se fue corriendo de allí. No tenía ni idea de lo que estaba viendo, su pulso se estaba acelerando...

—¡Todos al suelo! —gritó uno de los policías, creyendo que había ocurrido una emboscada al momento.

—T-tengo alucinaciones... —se decía Carradine—, estoy perdiendo la...

Spider-Man se le puso al frente, y Dennis sacó un cuchillo de debajo de su manga e intentó apuñalarle. Pero le tomó del brazo y lo retorció de un movimiento, que le hizo chillar en dolor, dando una voltereta y sacudiéndole el mentón, tirándolo de vueltas.

A las afueras, los policías seguían viendo desde la puerta trasera, extrañados, y aparcados desde sus autos.

—¿Se habrá pegado un tiro?

—Ojalá.

Dennis estaba retorciéndose de dolor, intentando pensar lo que estaba pasando. Creía que era agotamiento, y que estaba viendo cosas.

—¿Qué es esto? ¿Q-qué está pasando? Tengo... tengo que esconder... tengo...

Abrió los ojos, horrorizado, aquella cosa seguía ahí. Apareció delante de él, en un aire tremendamente violento, aparentemente.

—¡No hay lugar en la tierra en el que puedas esconderte de mí! —le espetó Spider-Man.

—¡¡AGHHH!!

En completa cólera, se le tiró encima, y Spider-Man lo mandó para atrás de un gancho lateral que le envió a volar. Completamente derrumbado, intentó irse directamente hacia la ventana y Spider-Man le agarró de los hombros.

—Por favor, no me lastimes... dame una oportunidad...

—¡¿Y qué hay de mi tío?! —replicó, furiosamente— ¡¿ACASO TÚ SE LA DISTE A EL?! ¡DÍMELO! *¡¡¡CONTESTA!!!*

Le abatió directamente contra la pared... y Peter quedó completamente horrorizado de lo que vio. Esa cara... era ese hombre, con barba de chivo, y gorra, y vaqueros y una chaqueta verde. Las imágenes pasaron en ese momento como si nada, del nombre que conoció horas antes, de aquel tipo... que había asesinado al tío Ben.

Se había dado cuenta que... el ladrón que dejó escapar aquella ocasión... en el ring... y el asesino del tío Ben... eran la misma persona. No pudo evitar imaginarse la sonrisa de su tío y cómo aquel hombre se la borró de un disparo.

—¡Debería...! ¡Quitarte la vida! ¡ASÍ COMO SE LA QUITASTE A BEN PARKER!

Los refuerzos habían llegado, entre estos, se encontraba el jefe de departamento de policía, el capitán George Stacy. Quien miraba hacia un lado, intentando ver lo que estaba sucediendo.

—Tampoco ha salido por detrás, ¿capitán Stacy? —preguntó Yuri Watanabe, una de sus policías y parte del equipo especial.

—Usted decide —replicó la policía Jean DeWolff.

—¿Llamamos a los SWAT? —preguntaba al lado de la antedicha, el oficial Stan Carter.

El capitán intentó gestar una orden, pero se escuchó un fuerte estallido en la ventana que alarmó a los tres, apuntando, pero mayor fue su sorpresa al ver al mismísimo ladrón atrapado entre enredaderas de soga. George intentó ver si había alguien más en el lugar, y soltó un jadeo al ver una silueta iluminada por la luna, colgada de forma frontal hacia la pared. Pero no entendió muy bien si solo fue cosa suya, pues desapareció rápidamente.

—Esto está vacío —dijo Yuri—. Encontramos el arma, pero...

George fulminó a Dennis, quien estaba prácticamente indefenso y sudoroso.

—¿Qué ha pasado ahí? —le cuestionó.

—Veo cosas... veo cosas...

—¿Qué? ¿Qué has visto? —preguntó, tomándole de la cabeza para que le mirara.

Peter... estaba completamente abatido. En el tejado, había intentado pensar demasiado las cosas. El tío Ben le había dicho... que su padre creía que si traía cosas para ofrecer al mundo, mejor que nadie, tenía la responsabilidad de hacer eso. Pasó por su cabeza cómo dejó escapar al ladrón, y cómo en consecuencia disparó al tío Ben. Mirando su máscara, intentando pensar. Había sido egoísta, muy egoísta. Y él pagó el precio. Él mismo, el tío Ben y la tía May. Nunca podría perdonarse por eso, nunca olvidaría que pudo haberlo impedido.

Creyó tenerlo claro en ese momento. Pues era como si hubiera llevado una venda y orejeras toda su vida y alguien se las hubiera quitado. Ahora veía el mundo claramente. Por él...

—Tenías razón... el poder conlleva responsabilidad. Por supuesto. Por alguna razón, me han dado gran poder... y un gran poder... conlleva una gran responsabilidad...

Peter volvió a casa, caminando, una figura se encontraba sentada. No tardó en darse cuenta que se trataba de Mary Jane, quien se le acercó.

—¿Estás bien?

—Yo... ah... no sé.

—Tu tía May se queda con nosotras...

—Bien...

—Me pidieron que te esperase aquí. Que te trajera a casa... ya sabes... si quieres. Estaba muy preocupada...

Peter no aguantó más, y empezó a llorar fuertemente, y ella simplemente le hizo recostar en su falda, agachándose ambos, mientras intentaban asumir esa verdad. La verdad de que Ben Parker se había ido.

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