Parte 36 Capítulo 6

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Era pasada la medianoche, a lo largo del restaurante aún quedaban vestigios de lo que había sido una gran celebración. Mesas vacías, algún mantel manchado, servilletas de tela por los suelos, restos de comida en la vajilla y copas solitarias con restos de champán componían la escena. En el centro de aquel salón elegante, entorno a la mesa principal, aún había dos personas conversando, interrumpidos sólo por los pasos ocasionales de algún mesero intentando imponer nuevamente el orden y la limpieza. La delicada dama posaba su mejilla en el hombro del caballero cuyos ojos azules eran fríos. De porte masculino y refinado traje, él llevaba el cabello rojo fuego prolijamente peinado. Sus gruesos dedos aferraban un vaso con whisky, sumergiéndose en su contemplación.

—Ha sido tu noche, una gran noche —apreció con voz dulce y femenina la joven.

—Sí, ha sido una gran celebración —corroboró Domhnall con tranquilidad.

—Has triunfado en las urnas —sonrió—. Te esperan unos cuantos años de largo trabajo como funcionario público. ¿Estás contento? —preguntó la joven.

—Sí, estoy muy contento, Gwen —repitió el pelirrojo con su mirada fría natural mientras jugaba con el vaso.

—Me alegra haberte acompañado en todo esto, te amo —le declaró acercando su rostro al de él.

—Yo también te amo —repitió Domhnall reposando sus ojos en ella por unos instantes antes de cerrarlos y darle un suave beso, rozando sus labios carmesíes brevemente.

Ella bajó la mirada y parpadeó.

—¿Por qué siempre soy yo quién te lo debe decir primero para que me lo digas? —preguntó inconforme la rubia, enderezándose en su asiento.

—Sabes que no soy muy expresivo —se disculpó él—, pero te quiero —aseguró.

—Pero querer no es lo mismo que amar y yo sí te amo, Dom, a pesar de todo —expresó buscando una mirada que se había apartado al oír su argumento.

—Yo también te amo, Gwen —afirmó—. Ha sido una noche larga, tal vez es hora de irnos a casa a descansar —sugirió.

Ella frunció ligeramente los labios.

—Es por ella, ¿verdad? —sonrió para sí misma antes de añadir—. ¿Qué digo? Siempre es por ella —lanzó.

—No sé de qué hablas, el cansancio nos debe estar afectando, Gwen —le dijo parándose y ofreciendo su mano—. Vamos a mi casa.

—No estoy cansada, sólo quiero que hablemos. —Le señaló el asiento para que volviera a sentarse, a lo cual él obedeció, volviendo su concentración al vaso con whisky.

El silencio reinó hasta que ella volvió a interrumpirlo.

—¿No me vas a decir nada? —inquirió la dama.

—No es lo que piensas, pero tú nunca quieres creerme —explicó con calma Domhnall, sin prestarle atención, observando la bebida—. Eres tú quién siempre saca a colación ese tema, yo jamás —le acusó calmadamente.

—Lo hago porque tú niegas su existencia a pesar de que la llevas contigo a todos lados —argumentó Gwen—. ¿Cómo podría yo saber de ella si no fuera así? Es verdad que nunca hablas de ella, pero yo sé que existe porque... —Ella se mordió el labio sin terminar.

—Esas son imaginaciones tuyas, yo te amo a ti y a nadie más —intentó cerrar él con tranquilidad, pasando un dedo índice por el borde del vaso.

—Dom, vamos a casarnos, lo único que quiero es que seas honesto conmigo —suplicó—. Ábrete a mí, yo sólo quiero apoyarte en todo —le pidió cariñosamente.

Él la miró de reojo por una fracción.

—Te amo, Gwen, eso es lo único que importa —murmuró hundiendo su mirada en el líquido dorado oscuro.

—¿Así reaccionas? —preguntó perpleja.

—¿Acaso hago mal? —contestó.

Ella levantó una mano hacia la barbilla de él para sujetarle, obligándole a mirarla.

—Muchas veces pensé en cómo sacar el tema. Temí que te enfadarías, que discutirías, que me lo negarías fingiéndote ofendido —le confió—. Pero cada vez que la nombré, simplemente me ignoraste o lo ignoraste sin perder la calma, como si no te importara —explicó.

—¿Y qué es lo que quieres que haga?

—Que me hagas caso —acertó a decir sin dudar—. Que me demuestres que lo que yo pienso te importa.

—¿Quieres que sea dramático? —rio entre dientes volviendo su vista a su vaso.

—Quiero importarte, aunque sea un poco como para que quieras discutir conmigo por algo que se supone que son imaginaciones mías —formuló la bella rubia.

—Lo tendré en cuenta —carcajeó—. Creo que la bebida de la velada te ha afectado un poco, Gwen.

—Y yo creo que la bebida no te ha afectado lo suficiente como para que seas sincero conmigo sobre esa mujer —le pinchó ella.

—Pierdes tu tiempo, Gwen, no soy ese tipo de hombre que pierde el tiempo en discusiones, jamás lo he sido y jamás lo seré —sonrió antes de tomar un trago.

—Pero con ella lo eras —sentenció con dolor, su orgullo femenino lastimado salía a la luz.

—Romperé mi regla de no nombrarla sólo por esta vez, Gwen, porque quiero que te quedes tranquila —murmuró Domhnall—. A ella le era infiel ¿lo sabías? —levantó la mirada buscando la sorpresa en ella—. ¿También quieres que te sea infiel? —le preguntó con seriedad.

—No te creo —negó ella—. Sé que siempre fuiste un mujeriego, pero, por alguna razón, no te creo —repitió en su incredulidad.

—Tal vez si te soy infiel, tendrías una razón para que discutiéramos y serías feliz —explicó él visiblemente afectado por la bebida.

Aquello le exasperaba, Gwen era tan diferente. Domhnall observó el líquido en el fondo del vaso ligeramente inclinado en su mano y casi podía ver en el fondo aquellos cálidos ojos marrones. Esa mirada tan distinta de la de Gwen. Su mente voló, perdiéndose en la distancia, buscando un rastro de esa apacible tristeza en la lejanía de sus memorias.

BORRADOR *Más allá del recuerdo*Where stories live. Discover now