Su chica

8.8K 1K 385
                                    

ACLARACIÓN: esta es un spin-off de Un beso bajo la lluvia, que escribí para contextualizar lo que ocurre entre Loo y Sam. Cuenta con cuatro capítulos nada más.


Mis cuadernos de nuevo tapan el baño. El auxiliar ha dicho que esta vez no lo dejará pasar, porque está harto de tener que meter sus manos para que no se rebalse. Ha dicho que esto no puede seguir ocurriendo, que pretende contarte todo al profesor Guirt para que de una vez mis padres se enteren que su hijo es constantemente fastidiado por los matones de último año. Dice que no puedo seguir fingiendo que nada pasa, y que los abusos deben parar, también ha hecho insinuaciones disimuladas sobre el olor a basura que mi mochila tiene.

No he respondido nada, mucho no puedo hacer. Mis padres viven ocupados con sus socios del bufete de abogados, no quiero que mis amigos reciban palizas por mi culpa, si encaro a Fredd y su grupo estoy muerto, y nadie nunca hace nada, porque son un caso perdido.

Yo soy un caso perdido.

Y también mis dibujos.

Desde que entré a Jackson las cosas no han cambiado, antes de Jackson era diferente, mis amigos no tenían miedo en defenderme. Hoy en día la situación tomó un giro más macabro. La ciudad está bajo el mando de los villanos, ellos andan sueltos, libres. Como en Batman Knightfall, cuando Bane libera a todos los villanos de Arkham Asylum.

Ya no hay control, no hay quienes lo paren.

—Eso es asqueroso.

Josh se apoya en el arco del cubículo, de brazos cruzados y expresión de asco.

—Podrías ayudarme.

Ya sé qué responderá. Josh no se limita a meter la mano en el inodoro, yo sí, porque son mis cosas.

—¡¿Estás loco?! No quiero oler a meado. —Lo sabía. Después de tantos años de amistad, mi amigo es algo predecible—. ¿Por qué fue esta vez? ¿No trajiste dinero para el almuerzo o qué?

—O qué —respondo, agitando mi mano cubierta de orina—. Dijo que fue por estar viendo a su chica.

Josh ríe, adentrándose en el cubículo. Le doy un codazo para que se aleje.

—¿Y lo hacías?

—¡Claro que no! —suelto con incredulidad— ¿Quién sería tan idiota para quedarse viéndola?

—Tú, al parecer.

Volteo como pidiéndole una explicación a su respuesta llena de cizaña, pero al ver que sostiene con sus dedos —como si fuesen pinzas— una hoja con el dibujo de ella, me doy por derrotado.

—Dame eso —le ordeno, arrebatando la hoja empapada.

—Amigo, te falta un tornillo de este tamaño... —Con sus manos forma un espacio entre ambas, como si midiera mi cordura— De este enorme tamaño para dibujar la loca contagiada de rabia esa. ¡De este tamaño!

Extiende sus brazos a los lados. Irónico, los dos sabemos que el más cuerdo de los dos soy yo. Niego con la cabeza dejando la hoja sobre mi mochila (empapada también).

Vuelvo al trabajo.

—Enserio debes estar muy loco para dibujarla. ¿Te gusta de verdad?

—No, Josh, no me gusta. Ella es... Es la chica perfecta para la historieta que pretendo hacer. No es amor, ¿cómo podría gustarme la Ricitos de oro satánica? No soy tan idiota como para interesarme en... eso.

Puedo sentir la mirada de Josh buscando alguna pista que le diga que es mentira. Yo saco el resto de las hojas tratando de no darle importancia al asunto, porque es un hecho que siempre que miento me delato sin mucho esfuerzo ante mis amigos.

Supongo que he mejorado.

—¿Ya está?

Es el auxiliar preguntando por el baño. Trae su trapero predilecto.

—Ya casi.

Saco la última hoja. Está totalmente despedazada, y el grafito no se logra ver. Creo que es el dibujo del traje.

Ya da igual, está arruinado.

—El profesor Guirt quiere verte en su oficina después de clases.

Ni de chiste iré.

—Entendido.

Después de clase tengo que emprender mi camino hacia el paradero. Nada de profesor Guirt y charlas sobre contarles a mis padres mi día a día.

El conductor del bus escolar no permitirá que suba oliendo a baño. Ya me lo advirtió antes. Me despido de Josh y Megura. Busco mi inhalador antes de emprender mi caminata hasta el paradero de autobuses, donde posiblemente seré señalado y las murmuraciones tendrán mis descripciones por el hedor que traigo encima.

Recorro el estacionamiento y veo que Fredd y su chica de nuevo están discutiendo. La mayor parte del tiempo ella pasa de él, como si no existiera. Fredd siempre la busca, y cuando la encuentra, le saca una sonrisa. Es el único que puede hacerlo, es la única cosa admirable que tiene porque ¿quién puede hacer reír a Loo Wills?

(Anti)héroeDär berättelser lever. Upptäck nu