I

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Es un día soleado. Uno que provoca recostarse perezosamente en el pasto. Claro, Harry tiene muchos amigos con quienes le encanta pasar el tiempo, pero las numerosas notificaciones a las fiestas de piscina seguían sin abrirse en su celular, el cual apagó para oír la música que la naturaleza proporcionaba.

La naturaleza canta las notas de la brisa, el crujido de las hojas y las silenciosas olitas del río cercano; Harry cree detectar una melodía de patas de ardillas y mapaches dispersándose.

Los rayos del sol impactan el vientre de Harry, siente alegría otra vez mientras el estrés sale de él y la ligereza de la ausencia de responsabilidades, que viene con el verano, se instala. El pasto le hace cosquillas en las orejas y en los dedos de los pies; los rollitos de su cadera están expuestos sin la presión de la sociedad para mantenerlos en sus shorts; las margaritas en su cabello se balancean ligeramente al viento mientras miran hacia el cielo azul.

Todo eso desaparece en un instante.

—¡Ayuda! ¡Ayuda!

Harry se incorpora de inmediato y mira a su alrededor en busca de quién está en apuros. Los campos, que se extienden por acres ante él, lucen igual de vacíos que cuando llegó. La llamada de auxilio se repite y Harry mira hacia el bosque, que está tan silencioso como un bosque puede estar.

—¡Aquí abajo, por favor, aquí abajo! —exige la voz aguda—. ¡Por tus pies!, ¡mira aquí! —. Harry está tremendamente confundido por aquello y se pregunta por un momento si podría estar soñando.

¿Quién y qué cosa podría estar hablándole, que puede esconderse detrás de sus pies?

Aunque, sus pies son bastantes grandes...

El chico rizado mueve sus pies de chico rizado a un lado y... ahí está. Un hongo a primeva vista, pero... ¿es eso un chico? ¿Un mitad chico? Un mitad hongo, mitad chico, cerca de cinco centímetros de altura (que Harry podía haber jurado que no estaba allí antes).

—¡Tienes que ayudarme! —dice el mitad chico, mitad hongo. Por supuesto, Harry está impactado. Definitivamente, no está drogado. Claro, él disfruta un poco de hierba con sus amigos, como la mayoría de las personas de su edad, y ha pensado en probar los hongos alucinógenos una o dos veces, pero la idea de hacer algo no significa que la haya hecho, así que no debería experimentar sus efectos... Entonces, ¿por qué Harry escucha a una persona-hongo hablarle?

—¡Me han convertido en un hongo! —repite y, esta vez, Harry pone en práctica la cortesía británica que su mamá le enseñó.

Y responde:

—Uhm... Uh... Yo-

Okey, es un comienzo. Vamos, Styles, sabes qué son las palabras, piensa Harry, rodando los ojos para sus adentros; luego vuelve a dirigir su atención a la pequeña situación.

¿Cómo está pasando esto, por el amor de Dios? ¿De seguro, debe ser un sueño...? ¡Eso es! ¡Harry estaba tan relajado bajo el sol que debe haberse quedado dormido!

Bueno, no puede hacerle daño seguir el juego, ¿no?

—Estaba explorando el bosque y debí haber tocado algo que no debería. O quizás fueron esas bayas... ¡No, espera! El otro día conocí a una señora extraña... —parlotea el chico hongo y esto le permite a Harry estudiar a la criatura.

Tiene un gran gorro rojo con círculos blancos en la cabeza, marcas negras muy pequeñas en la piel (una que luce como un pájaro; oh, y otra que luce como un... ¿cuchillo?) y de la cintura para abajo, un tallo blanco típico de un hongo (obviamente). Eso es muy pequeño (¿él?, quizás «él» sea más respetuoso). Él es muy pequeño, Harry no pudo haberlo notado al sentarse. Aunque, ha estado aquí por más de una hora y esa criatura-... él no dijo nada antes.

Fly Agaric - Traducción (L.S)Where stories live. Discover now