II

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—Como sea, le dije a la estúpida ardilla que no le iba a dar mis nueces, así que intentó abalanzarse sobre mí, pero está bien, estoy bien, me aparté a tiempo. Luego volví a casa y la maldita duendecilla seguía allí. Como dije, ten cuidado con ellos o si no, no dejarán de molestarte. Entonces le dije: «Aquí están tus ingredientes, ahora vete». Para resumirlo, la duendecilla cogió las cosas que tanto me costó conseguir y por fin me dejó conservar mi hongo. Bueno, así conseguí mi casa —finaliza el chico.

Suelta la mano de Harry para hacer una seña hacia el gran hongo Falsa Oronja justo en el borde de un claro en el bosque.

El tallo es casi tan grueso como el píleo, por lo menos veinticinco centímetros de altura. Tiene tres piedritas que forman escalones y conducen a una redonda puerta roja con una ventana en forma de corazón en el centro. Las ventanas son dos círculos más pequeños en el borde; una chimenea de ladrillo se sitúa en la parte superior de la casa. Dos grandes margaritas la rodean de manera favorable: Harry piensa que sirven como camuflaje. Lo que Harry pudo entender del parloteo del chico era que los humanos rara vez pueden ver las mágicas criaturas ocultas que viven en la Tierra; sin embargo, si uno de ellos lo pudiera ver, Louis estaría protegido.

¿Ellos? No, nosotros, Harry piensa, soy humano también... en su mayoría, ¿verdad?

—Adelante, adelante, toma asiento. Te traeré el agua. ¿Quieres algunas bayas también? Tengo cerezas, moras azules, arándanos rojos... ¡Oh, rayos! ¡Se me acabaron las fresas! También las nueces —continúa el chico.

Harry se pregunta si tienen pulmones estando en esta forma, porque si es así, el otro chico debe tener unos muy fuertes. Él pone lo que parece ser la cáscara de una bellota llena de agua frente a Harry, sin pausar su parloteo. Harry se da cuenta de que todavía no sabe el nombre del otro.

—Soy Harry... por cierto. —Aquello finalmente silencia al chico; encara a Harry y se sienta en la mesa con él, con ojos azules curiosos.

—Probablemente no lo sepas-... Obviamente que no lo sabes, ¿cómo podrías?... Pero aquí, decirle tu nombre a alguien es una señal de confianza. —Le sonríe con cariño a Harry, que se sonroja hasta los dedos de sus pies—. Mas que nada, se debe a los duendecillos —añade, arrugando la nariz, pero suelta una risita al final.

—Oh, entonces... ¿no confías en mí? —dice Harry en voz baja. Está un poco ofendido, para ser bastante sincero. En todo caso, es él quien no debería confiar en el otro.

—¡No es eso, margarita tontita! Simplemente no estoy acostumbrado a decírselo a otros. Mi nombre es Louis. Louis de Falsa Oronja. ¡Lo heredé de mi mamá! Es de donde provienen todos los hongos rojos con blanco.

—Qué lindo —responde Harry y ahora es Louis el que se sonroja.

—No eres muy hablador, ¿eh? —señala Louis.

—Uhm, mis amigos dicen que una vez que me siento cómodo con la gente, nunca me callo-

Harry hace una pausa cuando Louis suelta una gran carcajada desde el estómago. Es adorable, y Harry nunca habría usado esa palabra antes, pero es cierto. Louis es adorable y no es solo por su parecido caricaturesco a un hongo. Es la manera en la que sus ojos se arrugan, sus manitos agarran su regordete vientre y cómo habla.

Sin embargo, Harry no debería encariñarse.

—¡Eso es muy gracioso! ¡Wow, debo ver eso por mí mismo! ¡Vaya, hombre! Ni siquiera los conejitos de aquí son tan graciosos como tú —dice Louis mientras mira con ojos muy abiertos a Harry, como si esperara que dijera algo gracioso.

—Eres probablemente la única persona que ha dicho eso de mí. La mayoría de mis chistes consiste en juegos de palabras y a nadie le interesan —repone Harry, encogiéndose de hombros.

Fly Agaric - Traducción (L.S)Where stories live. Discover now