Acto XIII - El sueño de Flora

9 2 9
                                    

Anne despertó en la cocina de Kurz, excepto que todo era mucho más grande, las cacerolas eran siete veces más grande que ella, podía caminar sobre los platos sin romperlos y la pila de patatas que estaba a su lado parecía una montaña.

–me preguntó si hay alguien más aquí –dijo Anne para si misma–

Anne se puso a caminar a su alrededor deseando poder ir más rápido y de pronto su escoba apareció a su lado.

–que conveniente

Anne se subió a su escoba y empezó a volar para ver a su alrededor, notó algunos muñecos reuniéndose alrededor de una hoguera, en la que notó que Flora estaba a punto de ser quemada viva.

–¡ayuda!

Anne sin perder un solo minuto descendió y sacó su varita.

–¡Waipuke te kore!  –exclamo Anne, haciendo un círculo con su varita–

De una de las ollas, el agua salió disparada con, barriendo a los muñecos y apagando la hoguera, Anne de inmediato corrió hacia Flora quitando sus ataduras.

–¿como fue que terminaste así? –le preguntó Anne–

–mis sueños siempre son muy raros –le contestó Flora– apenas ayer estaba soñando que Kurz me comía, fue desagradable, desearía no haberlo recordado ahora.

–tendremos tiempo de hablar de eso después.

Anne se volvió a subir a su escoba con Flora siguiéndole por detrás, hasta que vio tres decenas de muñecos arqueros arcos formándose en una gran fila y de pronto uno dio una señal.

–eso se ve mal –dijo en su nerviosismo Flora– muy pero que muy mal.

Los muñecos tensaron los arcos y dispararon al mismo tiempo tan precisos como un reloj, Anne se dio cuenta de que no habida forma de evitar las flechas y saco su varita.

–Schmetter der Hölle.

Un gran enjambre de mariposas infernales apareció en frente de ellas, cubriéndolas de todas y cada una de las flechas.

–hay una puerta detrás de todos los muñecos –dijo Flora– no creó que podamos sobre ellos.

–solo los quemare –dijo Anne con seguridad–

Anne con su varita apunto hacia el ejército de muñecos y las mariposas volaron con ferocidad hacia los muñecos, quemándolos a todos, dejando sin dejar nda más que sus cenizas

Flora empezó a sentirse mareada y empezó a planear apoyándose sobre el hombro de Anne.

–ya casi llegamos –le dijo Anne a Flora– solo aguanta un poco más

Anne logró llegar a la puerta junto a Flora y apenas la abrieron las dos despertaron.

Anne vio a su alrededor y se encontró a Elena sentada en una silla en frente de ella leyendo un libro, mientras Farah estaba completamente dormida.

–ya despertaste –dijo Elena aliviada–

De pronto Flora se desperto levantándose del almohadón y se acercó a Anne, ella aún no lograba entender que es lo que pasó, pero le agradeció igualmente.

–no creo querer hacer esto de nuevo –le dijo Flora a Anne–

–ni yo –contestó Anne–

Flora se despidió y salió de su habitación con tranquilidad, Anne se sentía exhausta y  deseaba volver a dormir.
–¿crees estar lista?

–sin duda lo estoy –contestó Anne– aunque la verdad quisiera descansar un poco antes de intentarlo.

–un día entero será –le dijo Elena– necesitas dormir bastante, también una buena comida caliente te vendría bien.

–tienes razón supongo –contestó Anne– pero realmente no me gustaría molestarte demasiado.

–solo hago mi trabajo –dijo Elena antes de salir.

Anne cerro sus ojos y pudo obtener una noche de descanso, olvidándose completamente de todo lo que le rodeaba, incluyendo a Farah, quien se quedó dormida esperando a que volviera.





Anne y la niña del castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora