Reina de la Calamidad [COMPLETA ✔]

| C A P Í T U L O 23 |

Will

Por eso ella se rehusaba a aceptar lo nuestro, porque nos iba a traicionar. Todo este tiempo nos estuvo engañando.

-¿Es cierto? -pregunto con voz dolida, aunque hay un poco de ira escondida.

-Sí. -me mira a los ojos y no puedo evitar apartar la mirada.

Duele.

La traición duele.

Nunca pensé que alguna vez la sentiría. ¿Así se habrá sentido ella hace tantos años? Es irónico. La llamé monstruo por ser un vampiro y terminé convirtiéndome en lo mismo. Veo cómo camina hacia la guadaña evitando mi mirada. ¿Acaso todo fue un engaño? ¿Estuvo jugando conmigo todo este tiempo? Cada vez desconfío aún más de mí mismo y lo que está pasando. No puedo evitar que mi fuego se descontrole. Ella retrocede al verlo y no sé si estar feliz porque no se lastimó o si estar enojado con ella porque se lo merecía. Los guardias están distraídos así que miro a Burke y le hago una seña para que me siga. Me concentro en lo que quiero hacer y lo próximo que sé es que mis llamas azules están quemando a varios guardias. Mi equipo aprovecha para pelear con los que quedan y yo me dirijo hacia donde está Astrid.

Estoy confundido.

Nos traicionó, pero a último momento también lo traicionó a él. ¡Dios! Tengo que aprovechar esta oportunidad. Trato de acercarme cuando siento una presencia abrumadora.

Me detengo de inmediato. Mis instintos me gritan que corra en la dirección contraria, intuyen peligro. Miro la fuente de esa sensación de peligro y es ella. Unas llamas violetas consumen todo su cuerpo, pero no grita. Es como si las llamas fueran parte de ella, como las mías. Aparto mi mirada hacia su mano derecha y veo la guadaña bien fija alrededor de sus dedos. Puedo sentir la ira viniendo de ella, desenfrenada y arrasadora. Nada bueno saldrá de esta situación. Tengo que calmarla. De la nada aparecen más vampiros. Pícaros. Son muchos, siento como la situación de hace tres siglos se vuelve a repetir. Estos vampiros no son normales, los han modificado de alguna manera.

Le dije a mi padre al respecto hace unos años, pero no me quiso escuchar. Ahora se presentan en plena asamblea. Esto no es nada bueno, vuelvo mi mirada hacia el castillo y veo que todos los duques y maestres están afuera con nosotros. Han sentido la misma presencia de poder y peligro que yo.

La miro una vez más, pero sus ojos no parecen estar enfocados en nada.

Es como si no tuviese vida.

Hay algo que llama mi atención, en su cabeza hay una corona. Nunca la he visto antes. No sé lo que significa, pero más tarde se lo preguntaré. Si es que no me odia. Quiero contarle sobre cómo pasé mi primer siglo buscándola sin descanso. Quiero que sepa que la amé desde que me rescató esa noche en el callejón. Siempre la he amado, pero mantenía su distancia conmigo. Después de esa noche supe el por qué.