Episodio 1

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A Arthur nunca le agradó la idea de cambiarse de hogar; nunca le gustó tener que empacar cosas en cajas, para volverlas a sacar, guardarlas en una casa diferente, con ambiente diferente y sitio diferente.

Y aquí estaba, en la ventana, viendo como sus padres esperaban a que llegará el camión de mudanza por segunda vez; Arthur estaba con la cara apoyada en la ventana y una clara expresión de aburrimiento.

Se habían mudado a Yucatán, le había costado 3 años acostumbrarse a su casa en Baja California, ¿Cuánto le costaría acostumbrarse a esta?

Arthur es canadiense, su familia tuvo que mudarse por obligación, nadie quería en ese país a un niño psicópata, a cualquier lado que se mudaba, lo catalogaban como loco, hasta que Arthur aprendió a ocultar su personalidad, le hizo creer a sus padres que había cambiado, fue cuando se mudaron a Baja California, México.

Cinco años después vuelven a mudarse, Arthur volvió a meter la pata, mató a un perro a patadas solo porque el mencionado le ladró 3 veces; Arthur lo mató en frente del vecindario, los corrieron, evidentemente.

Llegó el camión de mudanza y Arthur se despegó de la ventana, para salir corriendo con sus padres.

– ¡Ha tardado años! – Se escuchó a un Arthur desesperado, quien comenzaba a bajar cajas del camión, sin esperar siquiera a que los trabajadores se apartaran de la parte trasera del, ya mencionado, camión de mudanza.

– Impaciente, pídeles disculpas – Apuntó a los trabajadores la madre de Arthur, frustrada por la mala reacción de Arthur.

– ¡Lo lamento! – Arthur lo gritó ya en la puerta; había corrido con prisa a esta, por poco y no escucha lo dicho por su madre.

– ¡Esos modales, Arthur! – Esta vez fue el padre de Arthur quien gritó.

Arthur ya no logró escuchar lo dicho, solo entró, dejó las cajas en el piso para volver al camión de mudanza y seguir ayudando a bajar todo.

Pasados los minutos, terminaron de bajar las cajas y acomodar los muebles traídos.

Arthur estaba en el piso, acostado con ojos cerrados, generando pensamientos, una pregunta en específico llegó a su mente: ¿Cómo sería matar a humanos?, si, un pensamiento común en Arthur; como ya se ha mencionado, Arthur es un chico loco, psicópata sería la palabra indicada para describirlo, ha matado a animales, exacto, también a herido a personas físicamente, sin embargo, nunca ha matado a una.

– ¿Ya tienes todo listo para seguir la preparatoria? – El comentario de Ryu, su madre, hizo regresar a Arthur de sus pensamientos.

– ¿Realmente tengo que ingresar a una nueva preparatoria, aun faltando solo un trimestre? – La voz de Arthur mostraba queja, al contrario de su rostro, que tenía una sonrisa dibujada.

– Obviamente Arthur, ¿Cómo ingresaras a la Universidad si no lo haces? – Ryu, frustrada, llevó su mano derecha a su frente, para masajearla.

Arthur soltó un suspiro y su sonrisa desapareció – Por eso no me gustan las mudanzas... ¿Por qué nos hemos mudado? –

– ¡Mataste a un perro! Arthur ¡A un perro! ¿Tienes idea de que tan amados son esos animales? – Ryu, molesta ya, fijo su mirada en Arthur, quien no mostro ni un poco de remordimiento.

– Tú te los comías, no es tan grave – Arthur cambio su posición, sentándose en mariposa.

– Chigaimasu...– Ryu hace una pausa – Tu lo mataste – Su expresión muestra preocupación y a la vez enojo.

– It's just a dog... – Arthur lleva su mano derecha hacia su cabeza, para rascarla. – ¿Por qué me cambiaron de preparatoria?

– Anata wa hontōni watashi ni sore o motomete imasu ka!? –

– Mamá... nunca aprendí el japonés ¿Me lo dirías en inglés al menos? –

Ryu suspira – ¿Tienes todo preparado? –

– Si... lo tengo todo – Arthur le regala una de sus sonrisas características.

– Vete a dormir, mañana tu padre y yo no estaremos, tendrás que ir tu solo a la preparatoria. – Ryu desvío la mirada de Arthur.

– ¿Cómo sabré dónde queda? – Ryu solo se le queda viendo – Oh... las cartas, conque empiezan de nuevo ¿Eh? – Arthur se paró y subió al segundo piso, donde queda su, ahora, habitación.

– Buenas... noches hijo – Ryu susurró, mirando al piso.

*

Una musiquita titilante y molesta se escucha en toda la habitación, es el despertador; Arthur, sin ganas, se levanta y lo apaga.

– A empezar nuevamente – Arthur suelta un suspiro, para pararse de cama y comenzar a cambiarse con lo primero que toma.

Luego de unos minutos, Arthur baja de las escaleras con rapidez, se dirige a la nevera de una cocina que le costó encontrar, una vez ha llegado, toma la carta que se encuentra pegada en la parte superior de dicha nevera y la lee atentamente.

– Comida en la mesa... – Voltea hacia la mesa sustituta de un comedor, para hacer una mueca de sorpresa – normalmente la deja dentro de la nevera –

Guarda la carta en su pantalón de mezclilla, se dirige hacia la comida comprada, la toma, agarra un tenedor y comienza a desayunar.

Una vez ha desayunado, sube nuevamente, para buscar unos audífonos olvidados, suele escuchar música después de clases o incluso mientras, por lo que sus audífonos son vitales para él.

– Prácticamente la preparatoria está a pasos... – Dice Arthur, quien tiene la carta con las explicaciones en mano, mientras camina hacia su destino.

– ¡Quítate! – Arthur para su camino al escuchar a alguien gritar, se gira y encuentra a un chico pelirrojo, en patineta, que, aparentemente está a punto de estrellarse con Arthur.

– ¡Te he dicho que te quites! – El pelirrojo logra frenar muy cerca de donde se encuentra Arthur.

– Gritas de la nada... – Arthur hace una pausa para rascarse la cabeza – Sentí mi muerte – Arthur ríe, sin embargo, el pelirrojo lo mira con disgusto.

– Pude haberme caído por tu culpa – El chico pelirrojo suspira y se acomoda para volver a andar en su patineta.

– Ah... lo siento – Muestra una expresión de culpa – ¿Crees que deba compensarlo? – Le muestra una sonrisa característica de Arthur.

– No, prefiero no volverte a ver – El chico pelirrojo, se va sin aviso en su patineta.

– También fue un gusto conocerte... – Arthur desaparece su sonrisa y mira con odio al pelirrojo mientras se aleja.

*

 

Masacre 75Donde viven las historias. Descúbrelo ahora