49 Pt. 2

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Junio - 20 años

Lucian miraba el techo de la habitación sin emoción alguna, el cansancio reflejándose en su rostro a modo de ojeras. Ya había perdido la cuenta de cuantas noches se mantenía despierto por los recuerdos de aquel día, que se habían convertido en una pesadilla recurrente.

No tenía ni un mes, pero su mente le jugaba trucos desagradables, haciéndole creer que ese fatídico día se repetía una y otra vez. Odiaba recordar cada toque, cada momento en que su cuerpo no estuvo bajo su control y como aquellos Alfas disfrutaban con aquello.

Se sentó al sentir como las arcadas se juntaban en su garganta con la promesa de salir de manera estruendosa y dejar regado en el piso la casi inexistente comida que tenía en su estómago.

No es que no le dieran comida, todo lo contrario, pero simplemente no se veía capaz de probar bocado alguno. Las pocas veces que termino comiendo algo, fue por la intervención de un Alfa que lo obligaba y, aun así, la Beta que lo cuidaba terminaba haciéndole compañía mientras su cuerpo devolvía cada parte de lo que había ingerido.

¿Cómo había sobrevivido hasta ahora? Quizá el hecho de saber qué aún le quedaba alguien que lo esperaba era la motivación suficiente para aguantar todo este calvario.

Tenía miedo por Roseta, preguntándose si habría recibido un castigo por la imprudencia que había cometido; por Yuuri, quien ahora debía protegerse por sí solo frente a Donovan; y por Nao, a quien no había visto desde aquel día.

Se sentía tan solo y miserable, aún más aislado de lo que alguna vez creyó. Quizá si nunca se hubiera encariñado con nadie habría escapado hace mucho, pero la forma en que crecían, siendo privados de afecto para luego estar rodeados de niños de la misma edad, todos con una necesidad de cariño, volvía imposible el no desear tener por lo menos un amigo.

"Cruel."

Se concentro en su respiración, esperando apaciguar las náuseas inmensas que sentía. Rogaba en cada momento que podía que su malestar fuera por el trauma y no por lo que temía más. El solo pensar que podría estar esperando un hijo de alguno de aquellos Alfas le causaba una repulsión inmensa.

La puerta se abrió con cierta cautela, dejando a la vista la cabellera rubia de Mitsu, la Beta que lo cuidaba y quien venía a verlo tan pronto como amanecía. Era consciente de que se preocupaba por él, en el fondo se lo agradecía, pero si era honesto, solo quería el confort de alguien más.

—¿Otra noche sin dormir?

No respondió, realmente no quería entablar una conversión sin mucho sentido, eran las mismas preguntas todos los días, estaba harto.

—Está bien, no quieres hablar, lo entiendo —comentó sentándose en el otro extremo de la cama, dejando un metro de distancia entre ambos—. Hoy te sacaran unos análisis, quieren comprobar si... —se quedó callada, sabiendo bien que lo que menos quería el Omega era un embarazo—. Podrás comer después de eso, ¿se te antoja algo en especial?

"Solo quiero a mi familia."

—No podré comer nada de todos modos.

Se paro de la cama, mirando brevemente a la Beta, instándole a empezar aquel nuevo depresivo día. Suspiro derrotada, sabiendo que no había nada que pudiera hacer.

—Bien.

Salieron de la habitación, caminando por esos mismos lúgubres pasillos que Lucian ya se sabía de memoria. Había creído que nunca volvería a recorrerlos, pero el destino no era tan clemente.

Mitsu se detuvo frente a una puerta blanca, ligeramente más reforzada que las demás. Miro brevemente a Lucian antes de abrir la puerta e indicarle que entrara.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriWhere stories live. Discover now