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Sus sueños estaban vacíos. No había escenarios felices ni pesadillas atormentándolo, lo único que percibía era una oscuridad demasiado solitaria. No sabía si encontrar consuelo en que sus sueños no estuvieran plagados con sus mayores miedos o resentir la falta de una distracción. Si bien no quería pesadillas, al menos deseaba un hermoso sueño.

—...uri...

Se removió incómodo. Su espalda crujió ante el más ligero movimiento y pronto recordó la posición en la que se encontraba.

—¡Yuuri!

Abrió los ojos de golpe, encontrándose con la silueta de Yuri a un metro de distancia. Se estiró en la silla, sus huesos crujiendo aún más y el dolor de su cuello regresando. Pasó su mano sobre aquella zona, esperando mitigar el dolor.

—Necesitas descansar —habló el rubio en un tono monótono—. Y no hablo de dormir en una silla.

—Ya tendré tiempo para descansar, Viktor-

—Viktor nada. Ve a tu casa y descansa —demandó señalando la puerta—. No me obligues a traerlo.

Un escalofrío recorrió a Yuuri al recordar el día anterior, cuando se había negado a irse y Yuri había utilizado a su hijo para sacarlo de la habitación. Su debilidad por los niños era demasiado grande.

—Y báñate, apestas.

Aquello no era verdad, pero el rubio disfrutaba la cara de vergüenza que ponía el azabache. Se sentó en el sillón mientras Yuuri abandonaba la habitación. Camino con pesadez hasta la salida, el aire helado acariciando sus mejillas y provocándole aún más escalofríos. Observó a las personas a su alrededor, algunas continuaban con su rutina habitual, mientras que otras mantenían un paso apresurado debido a la ausencia de Lucas. Cada uno trataba de aligerar la carga de Delia a su manera, pues la Omega ya tenía mucho con que lidiar.

Dejo salir el aire de sus pulmones, el cual apenas abandonó sus labios se hizo visible por el frío. Siguió su camino, encontrando refugio entre las paredes de su casa. Si bien no hacía tanto frío como afuera, no se veía dispuesto a quitarse ninguna prenda de encima. Podría encender los trozos de madera que había en la chimenea, pero no estaría más que un rato. No veía necesario calentar la casa cuando regresaría con Viktor.

Subió con pesadez las escaleras y se estiró una vez más en cuanto estuvo en el baño. El agua caliente fue más que bien recibida, desapareciendo cualquier rastro de sueño que aún estuviera presente y mitigando el dolor que recorría su cuerpo. Apreciaba esos pequeños momentos en los que el frío desaparecía por completo y todo el baño estaba envuelto en un calor acogedor. Si cerraba los ojos podía pretender que Viktor estaba cerca, pero era una ilusión que desaparecía apenas salía de la ducha. No quería admitirse a sí mismo lo mucho que se había acostumbrado a la presencia del Alfa, pero ¿a quién buscaba engañar? Pese al miedo que le daban sus sentimientos, no podía negar lo que ya era tan dolorosamente obvio.

Se enrollo una toalla en la cintura y se colocó frente al espejo, pasando su mano sobre la superficie que se había empañado a causa del agua caliente. Se observó directo a los ojos con determinación.

—Cuando se despierte, tu-

Desvió la mirada, incapaz de terminar la frase. Su intento de darse ánimos sólo sirvió para ponerlo aún más nervioso. Ya había compartido besos y caricias con Viktor, incluso ya dormían juntos, por no contar todas las veces que casi llegaban a algo más íntimo. Entonces, ¿por qué sentía un nudo en su garganta cuando quería externar lo que sentía?

—Vaya drama que te creas tu solo.

Agradecía que Viktor aún no despertara, al menos hasta donde sabía, pues aún no sabía cómo controlar esa parte de su unión que dejaba ver sus emociones como libro abierto a su pareja, y aunque no quisiera pensar mucho en ello, no podía evitar preguntarse qué más cambiaría si completaban el ritual de unión.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriWhere stories live. Discover now