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No podía engañarse a sí mismo diciendo que no estuvo ligeramente decepcionado cuando Soobin le dijo que su hermano mayor no podría ir con ellos. Era de esperarse, últimamente el mayor de los Kim había tenido muchísimas responsabilidades que no solo lo involucraban a él, sino a muchísimas personas que dependían del cumplimiento de sus tareas.

Taehyung no era un universitario promedio, él era un representante nacional. Era obvio que no tendría tiempo.

Era la cuarta vez que salía con Soobin en la semana. ¿Desde cuando se sentía tan natural como salir con Changbin o Wooyoung?

Ahora que el menor había logrado soltarse con él, producto de la constancia, Yeonjun sentía que no tenía que fingir nada porque debía decir que disfrutaba su compañía, demasiado.

Habían ido a comprar un helado de cono por ahí cerca. El suyo era de chocolate y el de Soobin era de vainilla.

Ternura.

Eso sentía al verlo mientras charlaban en una banca de piedra en ese viejo parque.

Había algo en esos ojitos cafés que se achinaban mientras reía por... La verdad no estaba seguro, no supo en que momento dejó de prestar atención a sus palabras. Pero había algo en esos ojitos que cada vez que reía, se volvían dos medias lunas, había algo en esos hoyuelos tan lindos que acompañaban el cuadro, había algo en esa sonrisa alta y peligrosamente contagiosa, había algo en esa pureza e inocencia que transmitía al hablar, había algo en el sonido de su risa.

Definitivamente había algo.

Soobin estaba contándole algo tan emocionado que no notó como el agarre en su cono se fue aflojando de a pocos hasta que su helado se fuera por un lado casi cayendo al suelo, ya semi derretido, pequeñas gotas blancas deslizándose por el barquillo.

Soobin reaccionó rápido, llevándose el cono con agilidad a la boca, intentando que todo lo que pudiera entrara a esta. Su boquita pequeña no permitió que fuera demasiado, manchando las comisuras de su boca con helado, el resto de helado en el suelo. Un poco sorprendido por su propia torpeza, sus ojitos se abrieron más para luego estallar en risas de nuevo.

Vaya que era un chico torpe.

Antes ni siquiera se hubiera molestado en ir con su hyung por los nervios, pero disfrutar cada momento a su lado de esa forma, lo hacía sentirse bien. Se sentía natural, se sentía real... Se sentía perfecto.
Porque sentía que podía ser él mismo. Esa seguridad se la había dado él con sus palabras bonitas.

"Vamos, dime que sucede."

"Sabes que puedes contar conmigo".

"Te queda lindo ser crudo y honesto".

"Conmigo no tienes que tener filtros".

Le hizo caso.

Tal vez no debió hacerlo.

Aunque no fue completamente transparente como con Yeosang, no debió abrirse con alguien así de fácil simplemente por su embobamiento o unas palabras bonitas. Porque para alguien tan retraído como él, jamás sería fácil confiar en las personas, y mucho menos considerando que su vida era una eterna competencia con la persona que más apreciaba en el mundo, que ni siquiera podía abrirse con su familia, la cual se supone que está y estará siempre. El mundo desde pequeño le había tirado piedras desvaneciendo una hermosa sonrisa y una voluntad de guerrero. Porque una vez que son traicionados, alzan nuevos muros que antes eran de piedra, ahora de acero.

Yeonjun no sabía eso. No entendía que lo inseguro que era iba más allá de simplemente una timidez innata o esa desconfianza que todos tienen.

Ojalá también se hubiera dado cuenta a tiempo de lo que hacía.

MENTES RETORCIDAS [Yeonbin] Where stories live. Discover now