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Yeosang ignoró las catorce llamadas de Soobin esa misma tarde.

Era bueno, en parte, porque Soobin estaba ebrio, claro. También era conveniente que su hermano no estuviera en casa; no querría recibir más regaños que le instalaran una culpa innecesaria.

Kiara lo había llamado unas cinco veces también, pero Soobin no tenía ganas de estar con ellos tampoco.

Tal vez debería morir solo.

Sintiendo que su alma dejó su cuerpo, vio las cinco botellas vacías sobre la mesa, aquellas cinco botellas que él mismo había vaciado en su dolor. Se supone que estaba bebiendo para detener un poco el sufrimiento que lo atestaba al despertar, se supone. Sin embargo, ¿por qué en ese momento estaba pensando en lo mierda que se había vuelto su vida? ¿Qué hacía extrañando a un idiota que no debía extrañar? ¿Qué hacía pensando en la muerte? ¿En su muerte?

Su vida nunca fue la mejor, pero Soobin ahora al pensar en esta y en lo que se había convertido, no sabía si reír o llorar. Por efecto del alcohol optó por la primera opción, con clara pena de por medio.

Para ese punto todos estaban decepcionados de él, y claro, quién no, pero, ¿qué más podía hacer?

Lágrimas pronto atiborraron sus ojos, pero él estaba tan cansado de estas que no quería derramar ni una sola, no importaba lo que le costase.

--Necesito algo más fuerte --dijo para sí mismo levantándose con el objetivo de justo buscar eso, aquello que lo haría volar y olvidarse de que estaba vivo, por lo menos un momento.

La bolsita la había escondido debajo del jarrón de la entrada, sabía que necesitaba tenerlo a la mano.

Con las manos temblándole un poco, se apuró en sacar la bolsita de su escondite, una vez la tuvo en su mano, volvió a la mesita pequeña de la sala, sentándose estrepitosamente en el suelo una vez más. Rompió con cuidado la bolsa con la ayuda de sus dientes, procurando que ni un poco del polvo se desperdiciara por su fuerza bruta y desespero emocional.

Una vez el plástico roto, Soobin utilizó la punta abierta de este para hacer un trazo recto y horizontal sobre la mesa con el polvo blanco. Sacudió la bolsita para asegurarse de que se estuviera aprovechando todo, luego, cuando estuvo seguro de que cada partícula estuviera en la mesa, tiró la bolsita vacía por ahí, y entonces, ya con el veneno listo para entrar a su cuerpo, acercó su rostro a la superficie, tapó una de sus fosas nasales con sus dedos y empezó a aspirar con la otra.

Ardía como siempre, pero nada que no valiera la pena después de todo; él sabía que ese ardor no tendría comparación con lo que estaba por sentir.

Hizo lo mismo con su otra fosa nasal hasta que solo quedaron los restos blancos del polvo por sobre la mesa. Recostó su peso hacia atrás al mismo tiempo que echaba su cabeza para la misma dirección, sosteniéndose de sus brazos que pronto empezarían a adormecer.

Los segundos eran cada vez más inconcretos y la realidad más borrosa, el dolor se convirtió en paz y el agujero negro que lo consumía todo en su interior, fue cubierto por una hoja de papel que, después del cruel pasar de algunos minutos, sería arrancada por el viento así como sus más puras ilusiones del pasado.

Todo sería como siempre, tan reconfortante pero vacío a la vez.

Soobin cerró los ojos mientras se dedicaba a pensar, imaginar.

Una nueva vida.

Un Soobin que sus padres amaran.

Un Soobin que tuviera amigos.

Un Soobin que fuera digno de Yeonjun.

Un Soobin que no fuera escoria.

Aquellos torutosos y destructivos pensamientos lo hubieran llevado a hacer tonterías esa noche, no obstante, tenía a su buena amiga alucinógena acompañándolo para poder hacer de esa experiencia imaginativamente dolorosa, algo más agradable.

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⏰ Last updated: Jan 16 ⏰

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MENTES RETORCIDAS [Yeonbin] Where stories live. Discover now