Capítulo dos. | La cita.

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—La roja! ¡Sí, definitivamente! ¡Me encanta!

—La negra también se ve bien. —Opiné, señalando la lencería negra que estaba extendida en la cama de Alice.

Eran las nueve y media de la noche, del fatídico lunes. La rubia frente a mí, se había bañado tres veces solo para que el cabello le quedará perfecto. Ahora seguía la lencería, vestido, peinado y maquillaje.

—¡Oh por Dios! —Alice soltó una grosería por lo bajo, mientras corría por su habitación, de un lado al otro. Yo solté una bostezo y me dirigí a la cama de la rubia a acostarme un rato. Eché todo mi peso en el colchón, sin importar si reventaba o no. Tenía que ponerme a dieta, ya estaba subiendo de peso. Estando acostada observé a Liam, otro amigo.

Éramos Alice, Liam y yo desde hace mucho tiempo.

—¿Qué tal, nena? —Liam se acercó hasta a mí, y sin decir nada, empezó a darme un masaje en los hombros.

—Por cosas como estás amo tenerte de amigo. —Bromeé, cerrando los ojos disfrutando de las sensaciones. No hay nada mejor que terminar tres malditos exámenes llenos de estrés, y que te hagan un masaje. Pero los masajes de Liam eran... Pfff, tenía unas manos muy hábiles.

—Solo me quieres por mis manos. —Reclamó, sin dejar de masajear.

—¿Qué puedo decir? Tus manos son...

—Puedo hacerte un masaje más privado, nena. —Fue bajando sus manos hasta mi cintura, y luego hacia arriba. Repitió el procedimiento al menos unas tres veces antes de volver a hablar: —Ya sabes, sin ropa... —Y me pegó una nalgada, el maldito.

Liam era la clase de amigo que siempre coqueteara contigo, y estaría dispuesto a follarte con tal de que no estés triste. Sí, un amigo muy extraño, pero se le quiere. Además, no incomodaba, en absoluto. Al contrario, solo te daba risa.

—Mmm... ¿En el baño de tíos? —Bromeé un poco. El chico seguía masajeando mis hombros, cada vez más fuerte...

—No me tientes con esas cosas, nena. O te arrastré hasta allá. —Me guiño un ojo coqueto. Solía filtrar con la rubia y conmigo, aunque tenía novia.

—Gracias, Liam. Te haré una señal cuando esté lista. —Solté un bufido, que pronto se transformó en sonrisa de agradecimiento por el masaje. Él iba a decir algo, pero la voz desesperada de Alice nos interrumpió:

—¡¿Se puede saber qué mierda están haciendo?! —Aún traía la toalla envuelta en su cuerpo, pero se le asomaban unos tirantes rojos por los hombros. Traía el cabello en perfecto estado, rubio, lacio, y sin mover. Así le gustaba. También tenía ojos chispeantes de desesperación, que nos apuntaban directamente a Liam y a mí.

—Se llama coquetear, rubia. Deberías intentarlo algún día. —Le guiño el ojo.

—¡¿Por qué no me están ayudando?! ¡Estoy nerviosa! ¡Desesperada! Fue una mala día aceptar la cita con Alessandro hoy, voy a cancelar. —Negó con tristeza y llegó hasta su celular.

Alice era... complicada. Bah, de los tres la rubia y yo somos muy complicadas, Liam es el que siempre está ahí para darnos una bofetada y decir: "Reacciona pendeja, ve y cógetelo" Y algo así fue lo qué paso:

—Venga, rubia. —El chico se acercó hasta ella, y se puso de cuclillas para verla mejor. Liam era un moreno, castaño, con ojos castaños. Era alto, fornido, coqueto y uno de los mejores amigos que puedo tener. Alice lo miró, con algo de lágrimas en los ojos. —Por qué cancelar con el chico de tus sueños, ¿eh? Has esperado, ¿Cuánto? Como tres años para esta cita. —La chica rio y se sorbió los mocos. —¿Para qué la canceles por tus putos nervios? No, rubia. —Negó con la cabeza, tomándola de las manos. —Reacciona pendeja, ve y cógetelo.

Latente.Where stories live. Discover now