Capítulo tres. | Eros.

284 190 170
                                    

—¡Liam tiene razón, roja! No tienen nada que esconder, al contrario, ¡Qué bueno que se gusten! ¡Podríamos hacer citas dobles! —Mientras hablaba observaba al italiano guapo con esa sonrisita de emoción. El chico solo había asentido con una sonrisa mientras escuchaba a Alice hablar.

Espero que no lastimes a mi amiga, italiano.

—Es una buena idea, linda. —Y claramente, el acento del chico se escuchó bastante pronunciado. Pude ver un mini orgasmo en la cara de la rubia. Jodida rubia, ya querría yo su suerte.

—¡Claro que lo es! Es más, ¿Por qué no hacemos una cita doble ahora? —Aplaudió emocionada.

Quise interrumpir, pero el bostezo fingido del castaño me interrumpió. Esperaba que no cometiera la estupidez de aceptar, porque entonces sí estaba jodida.

—Oh, la verdad es que ya es muy tarde. —Liam observó su inexistente reloj en la muñeca e hizo una mueca, asintiendo. —Ya queremos irnos, si es que me entiendes... —Ni la voz ni la mirada que se echaron tanto la rubia como el castaño, me agradó, en absoluto.

—¡Claro que entiendo! —Me miró pícaramente. —¡Bueno, ya nos vamos! —Volvió a mover su mano efusivamente, esta vez en modo de despedida. Antes de irse, la rubia me guiño un ojo.

—Eres un idiota. —Gruñí hacia Liam, cruzándome de brazos, molesta, cuando nos quedamos solos.

—Lo siento. —Fue lo primero que dijo. —Antes déjame explicar mis razones. —Añadió al ver mi mirada molesta. —Hank y Marc especificaron perfectamente que Alice no debía saber que la espiábamos. No después de la última vez.

—Fue una estupidez aceptar. —Negué con la cabeza, aún con los brazos cruzados.

—Ya sabes lo que dice rubia: la estupidez nos persigue. —Bromeó, y no objete nada al respecto, porque en efecto, tenía razón.

La última vez, precisamente, se armó el pleito del año en casa de los Hanson. Recuerdo bien lo que pasó: Alice estaba en una cita, en el parque, de aquellas citas adolescentes. Todo venía normal, todo tranqui. Hasta que la pobre cita de la rubia, se le ocurrió besarla. Hank salió disparado a darle un buen golpe a la cita.

Clara y Hannah se indignaron apoyando a Alice, yo quedé en evidencia de espiarla, Liam se puso del lado de los hombres (no por voluntad propia) y el pobre chico salió huyendo en cuanto los gritos se escucharon. Ah, y la abuela Isabela, ¿cómo olvidarla? Ella mencionó algo sobre lo guapo que era el chico, lo desesperante que era su hijo y lo desaprovechada que era su nieta.

—Venga ya manzana, no te enfades conmigo.

—Acompáñame a casa y te perdono. —Le miré, mientras me encogía de hombros. Casi al instante pude ver el nerviosismo que tenía, lo que solo indicaba una cosa: una chica.

—Sobre eso, yo... —Se rascó la nuca con una mano, mientras evitaba mi mirada, poniéndola en el suelo. —Puede que ya tenga planes. —Hizo una mueca.

Bufé: —No conozco a nadie que ligue tan rápido como tú.

—¡Oh, vamos, roja! La chica está tan buena... —Se mordió el labio y cerró los ojos, como imaginando lo buena que estaba la chica.

—Y la pobre y desamparada Leyna que se vaya sola en la noche. —Me hice la digna. Casi al instante, pude ver la culpa reflejada en su rostro. Sí, Liam nos solía dejar por chicas de una sola noche, pero cuando de verdad se le necesitaba estaba allí.

Aclaro que no es mi caso. En realidad, esperó que el chico se vaya cuanto antes para quedarme a solas con el rarito con heterocromía. Me intriga ese chico, quiero saber qué cosas tan raras guarda su mente.

Latente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora