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Haruto acompaña a casa a Asahi desde el parque. Está oscureciendo, pero el aire todavía es sofocante y su vecindario está tranquilo, pacífico.

—¿Te das cuenta de que si fuera invierno en este momento, habría oscurecido casi después de la hora del almuerzo?— Asahi dice mientras caminan juntos por la acera.

Haruto inclina la cabeza. —Oh, es cierto. Son casi las diez y todavía queda un poco de sol.

Asahi salta sobre un borde alto de la acera y comienza a caminar sobre él, manteniendo el equilibrio con dos brazos levantados.

—Cada verano pienso en esto. Pienso, wow, ¿cómo sobreviví a este invierno? Fue horrible. Pero todos los años es lo mismo. —dice Asahi.

Incluso si mantiene sus ojos fijos en en el horizonte mientras habla, todavía se tambalea con cada paso que da en la acera, por lo que Haruto extiende una mano para agarrar la camisa de Asahi y no dejarlo caer.

Los inviernos siempre han sido bastante malos para Asahi y Haruto lo sabe. No lo demuestra, pero el mal tiempo lo deprime en un instante, y es solo una caída constante durante tres meses.

—Siempre los superas. —le dice Haruto. 

Caminan juntos durante los pocos minutos que transcurren entre la puesta del sol y la oscuridad total, cuando las farolas se encienden automáticamente en toda la calle. Cuando el borde alto de la acera termina, Asahi salta con un fuerte golpe hacia la calle y Haruto suelta el agarre de su camisa. Cuando mira, la tela donde lo había agarrado está arrugada, por lo que intenta alisarla. Siente el calor de la piel de Asahi irradiando a través de la camisa mientras lo hace.

Es una noche tan cálida.

—Voy a hacer panqueques para el desayuno mañana. —le dice Asahi cuando están cerca de su casa.
—Eso significa que tendrás que levantarte temprano para venir.

—¿Qué tan temprano? —Haruto se queja.

—Alrededor de las ocho.

—Está bien. —Gruñe de nuevo, pero esta vez riendo.

Asahi asiente y cuando llegan a los escalones de la entrada de su casa, suelta una risita y se inclina para darle un beso en la mejilla a Haruto.

Haruto lo empuja con un tartamudeo. —Qué- ¡Asahi! ¡Vete a la mierda!

Asahi se ríe de nuevo y sube las escaleras, sacando una llave de sus pantalones cortos. Mira hacia atrás para decir: —Pensé que te gustaba cuando éramos más pequeños ¿no? Siempre hacíamos eso. 

Haruto no dice nada.

Asahi entra en su casa y se despide agitando su mano.

—¡Adiós Ruto, nos vemos mañana a las ocho en punto para los panqueques!

summer rain 🌧 hasahiWhere stories live. Discover now