Ángela Grant

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Capítulo I

Ángela Grant

Camino rápido hacia el hospital en donde será mi primer empleo, ¡Debo dar una buena impresión con la hora! Todos pensaban que era imposible que alguien como yo quedé ahí después de solo haber egresado formalmente el año pasado y yo es que no tuve las mejores notas; pero, me esforcé en encontrar un lugar en el hospital Edwards.

Recuerdo el año pasado en la fecha de postulaciones. Admito que sólo lo hice por intentar, apenas le conté a mi abuelo. Grande fue mi sorpresa al ser aceptada.

Entro a la habitación gigante de recepción que tiene el hospital, frente a un gran hall blanco, adornado de bellas luces, cuadros e indicaciones de diferentes pisos, pasillos y especialidades. Este lugar no escatima en espacio para la comodidad de sus pacientes y personal. Veo el gran, antiguo y lustrado mesón de roble de la recepción, su limpieza refleja la luz de los focos. Parece... ¡la jodida entrada al cielo! Hay grandes televisores colgados en las paredes con mensajes de pacientes felices con el servicio y de autoayuda, otros con noticias y programas de TV. En cada ala, hay gente que te asesora por doquier para que no pierdas el tiempo. Avanzando por la gran mampara, se deja ver una gran fuente de agua y sobre esta hay vista directa al segundo piso, con el Restaurant Edwards. Siento como si mis pupilas se agrandasen, trago saliva al ver las ofertas de habitaciones para familiares de pacientes hospitalizados, junto con paquetes de promoción por distintos procedimientos. Aparecen imágenes de antes y después de cirugía plástica, junto a suites que prometen estar a la altura. Este lugar es enorme... miro algo intimidada. Todos me dijeron que sacara mi culo de lugares como este, pero vamos ¡¡Es el mejor evaluado!! ¡Y acá los hospitales tienen malas notas! Y yo quiero que mi padre se calle la puta boca ¡Y vamos! Viendo este lugar de lujo puedo ver ese gran poderío del que se habla poseen esos ''Edwards''. La última vez que puse un pie acá, encabezaba esta familia el poderosísimo y respetado Sr. George Edwards, Hijo del gran Roger Edwards el cual logró poner centros de salud en todos los continentes; y por qué no decirlo, abuelo de la famosa Christine Edwards, ''el dolor de cabeza de George Edwards''. Dice mi padre. Claro, eso se refiere al famoso y complicado carácter de la anterior nombrada.

Aunque su fama no corresponde sólo a su carácter a veces hostil, ni a las montañas de dinero que gana, no. Se refiere a que es la segunda vez que hay cabeza femenina de un gigante como el clan Edwards, y no sólo eso; la primera lesbiana que adopta a su heredera. Si bien, los adoptados en familias como la mía existen, normalmente no se convierten en la cabeza de ellos y mucho menos tienen como ejemplo padres homosexuales. Lo que en este caso fue muy polémico. Recuerdo por primera vez haber visto la foto de Christine Edwards cuando pequeña, estaba cubriendo a una pequeñita que dejaba ver un conejito de peluche mientras entraba a la limusina. Nunca vi una mirada más fría, no envidié al fotógrafo que se atrevió a interrumpir el primer día de clases de su hija. Estaba con mis hermanos, con un diario que encontró Enrique en la caseta de seguridad.

Me escudo pensando en mi vocación, ganas de aprender y nulas ganas para confrontaciones.

Aunque esté haciendo algo completamente ilegal...

¡No pienses en eso!

¡Si se supiese que alguien como yo hizo méritos para estar trabajando acá! ¡Oh dios!

Eso si hablásemos de alguien común... siento que mi sangre circula más rápido debido a la emoción. Sigo caminando hasta tomar el ascensor, el que sorpresivamente tiene toda la influencia de mi abuelo en las finas terminaciones. Subo hasta el piso 8 ''Odontología general y especialidades'' y ante mí se abre una pequeña habitación. Además de la cámara del pasillo puedo notar la oficina de recepción. Me acerco a una mujer de edad, vestida de traje sentada frente a una gran pantalla.

Mi Pareja Perfecta IVWhere stories live. Discover now