Capítulo Diecisiete:

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Wayne comenzó a despertarse. Se llevó una de las manos a la cabeza y presionó, le dolía como mil demonios. Sin abrir los ojos giró para quedar sobre su espalda. Al instante imagines de Laura, se colaron en su mente. Abrió los ojos y se sentó, mirando a su alrededor. Lo último que recordaba era que estaba parado frente a la puerta de la guarida de Cam.

Se quitó las sábanas de encima para encontrarse sin la remera. Observó la habitación una vez más. Si no se equivocaba esa era la habitación de Cam. Pero, ¿dónde estaba Laura?

Al levantarse, tuvo que detenerse unos segundos por el repentino mareo que sintió. Al parecer Cam le había disparado un dardo tranquilizante. Maldito viejo paranoico, pensó.

Salió de la habitación y se encaminó hacia la pequeña cocina que el lugar poseía. Divisó a Cam sentado junto a una mesita, tomando café.

—¿Me has disparado, viejo? —le preguntó, llamando su atención.

Cam levantó la cabeza y sonrío.

—Al fin despiertas, muchacho —poniéndose de pie, se acercó a él y Wayne le tendió la mano.

Cam, aceptó, pero antes de soltarlo tiró de él para darle un abrazo. Wayne, puso los ojos en blanco. A veces, olvidaba que el viejo era de los que abrazaban al saludar.

—No respondiste mi pregunta —le dijo al soltarlo.

—Sí, lo siento —parecía realmente arrepentido —Pero fue tu culpa. No puedes venir hacia aquí a esa velocidad, bajo una tormenta y esperar que te reciba con una fiesta. Detecté el auto a tres kilómetros de aquí y cuando vi que dobló en mi entrada, Titán y yo decidimos salir a cazar.

—Eres un maldito psicópata —le aseguró Wayne, mientras se tocaba el cuello y sentía el lugar en dónde el dardo le había impactado.

—¿En qué estás metido, Wayne?

—¿Dónde está ella? —preguntó casi al mismo tiempo.

—Arriba —se dirigió hacia la sala de computadoras y tocó los botones de una. Al instante la imagen de Laura apareció. Estaba sentada sobre una caja, hablando por teléfono —Ha estado muy preocupada por ti. Sabes que yo no sé tratar con las mujeres, mucho menos cuando están nerviosas.

Wayne se acercó un poco más a la pantalla. Sintió su corazón latir desesperado por tenerla frente a frente en ese instante. Estaba por ir a buscarla cuando Cam volvió a preguntarle en qué andaba metido.

—Déjame ir a verla y te prometo que luego vendré a informarte.

—¿Estás enamorado de ella? —inquiero antes de dejarlo ir.

Wayne se quedó en silencio, su mirada volvió a la pantalla. Laura ya había terminado de hablar y sólo estaba sentada con la mirada fija al frente. Parecía pensativa, pero principalmente cansada.

—No —dijo el monosílabo sin apartar la mirada de ella.

—No seas tonto, muchacho —le advirtió Cam —No la dejes ir.

Él negó con la cabeza y se alejó de allí antes de que Cam siguiera hablando y lo confundiera aún más. Subió las escaleras rápidamente y las compuertas se abrieron. Al salir a la suave claridad de la pequeña choza, sintió el frío de la mañana.

Laura se levantó al escuchar el ruido y se preparó para correr. Todavía estaba algo alterada y cualquier cosa la ponía alerta, pero entonces sus ojos lo encontraron y el alivio la recorrió.

—Despertaste —murmuró y sin poder detenerse, corrió hacia él.

Wayne la tomó del rostro y sus labios se encontraron. Laura gimió bajo su beso y sus brazos se elevaron para abrazarse a sus hombros. Toda la angustia y el cansancio, cayó sobre ella bajo ese beso y ya no pudo contener las lágrimas.

Always on my mindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora