Nuestros pequeños cuervos del Karasuno finalmente terminaron con sus estudios de la preparatoria y se lanzan a la nueva vida de universitarios. Cada uno tomó su propio camino en direccion a sus metas y pese a que se distanciaron, esperan que el dest...
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En el lado de Tokio habían dos chicos que se la estaban pasando increíble sin estorbos de terceros. Habían aprovechado las vacaciones para recuperar el tiempo que no habían podido pasar durante el inicio del año escolar. Siendo dependientes de los labios y el tacto del otro, ninguno de los dos accedía a salir de la habitación, a veces ni de la cama.
La mañana llegó y como siempre ocurría, el primero en despertar fue Kuroo, quien solo se quedaba mirando al techo mientras hacía pequeños cariños en la espalda desnuda de su pareja. Amaba pasar tiempo con Kenma pero mantenerse en movimiento era algo fundamental para él y al parecer no para Kenma. Por lo que se le comenzaba a dificultar mantenerse activo si pasaba todo el día pegado a su pareja.
—Kenma, vamos a trotar. —propuso en un susurro cerca de sus labios.
El chico solo se quejó para terminar de moverse y acurrucarse sintiendo el calor de su pareja.
—Vamos, Kenma. Hagamos algo. —volvió a insistir con una pequeña risa.
El menor levantó un poco la cabeza comenzando a dejar besos sobre el cuello de su novio y aunque Kuroo lo estaba gozando, terminó por detenerlo.
—Hablo de hacer algo afuera.
—No soy fan del exhibicionismo.
Kuroo alargó una pequeña risa mientras su mente se llenaba de imágenes perversas que su compañero había creado en tan solo unos segundos.
—Vamos a la playa. —propuso el mayor.
—No, mucho calor. —contestó Kenma quejándose mientras lentamente se subía encima de su novio.
Comenzó a menear sus caderas lentamente mientras apoyaba sus manos sobre el pecho adverso y le dedicaba una pequeña mirada tanto inocente como llena de lujuria.
—Hace más calor aquí —bromeó sobando sus piernas —. Aunque sea vamos al arcade.
—Vamos. —aceptó rápidamente mientras salía de encima de su novio y se dirigía en dirección a su closet.
Ahora fue el turno de Kuroo por quejarse tras ver el problema que su pareja le ocasionó.
Lo observó como comenzaba a sacar ropa de su closet sin perder de vista la delgada, esbelta y fina figura desnuda. En algunos momentos incluso había llegado a pensar que Kenma tenía un cuerpo bastante femenino y que quizá esa era la razón de su enamoramiento. Pero como la palabra misma lo dice, se había enamorado de él, no solo de su cuerpo, se había enamorado de su forma de pensar y ser, pese a ser muy distinto de cualquier otra chica con la que Kuroo alguna vez estuvo. El que haya sido un hombre la persona de la que se había enamorado sinceramente no le trajo complicaciones, no tardó en aceptar pero sí tardó en darse cuenta que aquella amistad estaba destinada a algo más.
—Vamos. Vístete. —llamó Kenma mientras terminaba de subir su pantalón y aun sin una camisa.
