27 Hours

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Una mancha de sangre se extendió alrededor de la alfombra blanca de piel que prometía ser costosa. Una risa histérica y aún cínica reinaba en la habitación donde Tsukiyama Shuu era torturado por su mayor obsesión.

— Esperaba que al reconocer mi olor sobre ella, tu mejor que nadie entendieras que no podías tocarla —Su kagune hizo otro tajo en el estómago del peli morado —parece que me equivoqué

El otro seguía sumido en su risa, como si ignorase el hecho de su propia tortura.

—Oh, ¿pero cómo pudiste ser tan egoísta para no compartirla? Ka-ne-ki —habló Tsukiyama con un tono dulzón que revolvió el estómago del albino. Clavó uno de sus tentáculos en su pierna que no tardó en cubrirse del líquido rójo.

—Es mía — sentenció fríamente —, la tocas de nuevo y perderás algo más que un pulmón —pisó el órgano nombrado deshaciéndose al instante.

Tsukiyama tenía un aspecto menos que deplorable. Dos enormes agujeros prácticamente lo atravesaban en donde se supone que su pectoral derecho y muy probablemente su estómago. La camisa blanca de su traje estaba manchada de sangre y el resto de su saco había sido reducido a jirones. Su perfecta dentadura estaba cubierta de sangre seca. Su conocida máscara de gourmet estaba quebrada, pero seguía colgando de su cara a excepción de la parte inferior de la misma que estaba clavada en su hombro.

Kaneki lo miró fríamente. Había deseado arrancarle la cabeza de un tajo ante su osadía. La morena le pertenecía única y exclusivamente a él y estaba dispuesto a lo que sea para protegerla.

— Ese pequeño bocadillo podría ser tu perdición Kaneki —refutó el mayor con ligero desdén —, es igual a ti cuando te conocí, inocente y manipulable. Carnada llamativa con ese espléndido aroma. No podrás protegerla siempre —aseguró el hombre que apoyado en su kagune se había inclinado hacia el ojo parchado y extendió su mano sugerente hacia el rostro del chico.

Kaneki la dobló sin piedad hasta romperla. Sacó un objeto conocido de su bolsillo.

— ¿Por qué tenías esto? — cuestionó extendiendo el brazalete frente a su "víctima".

—Como dije, manipulable. Robé una de sus piezas de joyería y la utilicé de cuerda, esa gatita la siguió hasta lo que pudo haber sido un banquete glorioso de haber logrado atrapar el platillo principal —narró cínico.

Kaneki contó hasta tres, pero en medio del dos no pudo contener el puñetazo dirigido al hocico del peli morado. Maldito bastardo.

— No. vuelvas. tocarla. —advirtió con amargura —. Te consta que eres un aliado importante y que por eso sigues con vida. Pero si vuelves a "cazarla" me replantearé tu importancia en la ecuación y créeme cuando digo que no dudaré en reemplazarte.

Sin nada más que agregar el ghoul de un solo ojo saltó por la ventana, perdiéndose en la oscuridad de la noche.

Corrió entre los techos hasta alcanzar la terraza de la muchacha que le traía loco. ¿Es que acaso no tenía instinto de autopreservación?, ¿qué pasaba por la cabeza de esa chica?.

Todos los reproches que tenía en mente murieron cuando la vio tendida en su cama. Su cabello seguía húmedo por la lluvia, pero el rastro de las lágrimas seguía marcado en sus mejillas. Se sentó en la cama junto a ella y apartó un mechón de su cuello. Su ropa seguía húmeda y llena de sangre. El pensamiento de cambiarla había pasado por su cabeza, no iba a negarlo, pero no quería arruinar la poca buena imagen que la chica tenía de él.

«Midori ¿qué diablos haces conmigo?» Pensó sin apartar su mirada de la que yacía rendida.

Kaneki miró sus piernas. El también estaba empapado. Suspiró cansado, la cama ya estaba empapada, no valía la pena darle más vueltas al asunto por lo que decidió meterse bajo las sábanas junto a ella. Se sintió como un rompecabezas completo. Hundió su nariz en su cabello húmedo y aspiró el aroma a flores y lluvia.

«Creo que me gusta todo de ti»

Cayó en un sueño profundo, se sentía prácticamente cómodo y habría deseado que se mantuviera así. Pero el terror la consumió en sueños.

Kaneki tembló al recordar la desesperación grabada en su rostro, acompañados por esos ojos vacíos. Agradecía al cielo que despertara. A duras penas se sintió capaz de calmarla, parecía una niña pequeña, sobretodo cuando le había hecho ojitos.

«Tan tierna»

Su sonrisa se ensanchó y sintió su rostro acalorarse. El rostro de Midori cuando besó su mano era una imagen que por lo pronto no saldría de su cabeza. Era la primera vez que la había dejado sin palabras desde que se conocían. Sabía que lo había hecho antes, él mismo había sentido como la sangre corría a sus mejillas cuando había estado bajo su tacto o incluso su lengua. Pero esta vez fue diferente. Esta vez no la estaba sometiendo y haciéndola temblar de miedo ante su presencia. Le había nacido besarla, y había presenciado de primera mano lo mucho que le había gustado que él no pudo reprimir una estúpida sonrisa coqueta.

«Se sintió tan bien»

A sus espaldas, una persona aterrizó entre las vigas de aquel edificio. Una máscara de frialdad se colocó nuevamente en su rostro.

—Kaneki-san, espero sus órdenes

—Banjō-san. Te la encargo.

Entre dos Mundos (Kaneki Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora