Capítulo 18. Refuerzos

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"El peso de los secretos se aligera cuando estamos dispuestos a que dejen de serlo"

La primera vez que vine al "Golden Star" fue algo extraño: vi pasar a Elian en la calle en la que me encontraba, no planeaba seguirlo, pero cuando me di cuenta estaba frente a aquellas puertas resguardas por un par de guardias, en donde segundos antes Elian Holm había entrado sin problema.

*****

- Membresía – pidió con poca amabilidad el guardia en la entrada.

Me quede quieta, pensando en que decir, no sabía que hacían Elian y Nash ahí. No había escuchado nunca de este lugar, ni recuerdo haber visto el gran letrero sobre las puertas de cristal que inca que el lugar se llama "Golden Star".

Era sábado, poco más de las 6:00 de la tarde, había salido de casa hace un par de horas para perderme en un lugar mágico, una hermosa librería, la más grande de la ciudad, tenía sillones, tapetes esponjosos, columpios, pues también hacia la función de biblioteca, en fin, un lugar increíble.

Caminaba de regreso a mi casa, en mis manos solo llevaba una lista con los nombres de los libros que esperaba comprar algún día, cuando lo vi pasar. Antes de llegar a la librería me había encontrado con él, para nuestra reunión diaria y me había dicho que no se podía quedar más tiempo conmigo, por eso mismo pude aprovechar para, verdaderamente, ir a la librería como había dicho a mis padres.

Pero ahora estaba ahí, frente a la entrada del "Golden Star".

- No puede entrar sin una invitación o con una tarjeta – me informo el guardia al notar mi falta de respuesta.

- Gracias – sonreí nerviosa – Vuelvo en otro momento – me alejé me dirigí a en busca de otra entrada, debía haberla.

No sabía qué hacía aquí, porqué motivo los había seguido. Elian Holm me estaba volviendo, sin duda, una persona diferente. Eso de seguir personas, nunca había estado en mis planes.

Los misterios que lo rondaban, el motivo por el que en un inicio me había pedido que no preguntara de su vida, el porqué había sido golpeado el día que lo conocí y el hecho de que ayer me hiciera un regalo hacía que mi curiosidad creciera, en todo momento se comportaba de manera ejemplar e inteligente, no entendía porque no quería que lo conociera, quería saber que era lo que ocultaba.

Encontré otra puerta, no estaba bien cerrada, al parecer había alguien muy despistado como yo o muy descuidado como para no cerrar la puerta correctamente.

Conteniendo la respiración empuje la puerta y la cruce. La habitación, era más bien un pasillo vacío cuya única fuente de luz provenía de una habitación al final de él.

Seguí el camino encontrándome con lo que parecía ser una cocina. Había algunas personas, pero apure mi paso para no ser vista. Encontré unas escaleras guiaban a lo que parecía una planta subterránea.

Al seguir el recorrido comencé a sentirme como en un laberinto, los pasillos no parecían tener orden. No había ninguna ventana, el pasillo era iluminado por la luz de las lámparas. Comenzaba a sentir una falta de aire imaginando que las paredes se cerraban delante de mí, mi respiración se tornaba irregular y noté mi pulso acelerado.

Consideré que mi idea de entrar había sido completamente errónea, ahora solo quería encontrar la salida, pero al girarme sobre mis pasos noté que las escaleras por las que descendí no parecían estar por ningún lado.

Inhalé profundamente, cerré mis ojos con fuerza, tratando de calmarme. Al abrir mis ojos me concentre en lo que había a mi alrededor, la planta no podría ser tan grande, me tomaría unos minutos buscando la salida, si al cabo de cinco minutos no la encontraba, ocuparía mi último recurso pedir ayuda a gritos, aunque esa opción parecía ir perdiendo posibilidad.

El secreto de una miradaWhere stories live. Discover now