OO2: No me subestimes.

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Keigo era un buen tutor, tal vez por la gran paciencia que tenía al explicar o quizás porque las personas podían relajarse tanto a su alrededor que olvidaban toda la ansiedad que les causaban las tareas, proyectos o exámenes. A él le gustaba ayudar, siempre se había sentido bien dándole una mano a quien lo necesitara aunque no recibiera algo a cambio.

Sus amigos solían decirle a menudo que un día su complejo de héroe le explotaría en la cara, Keigo no comprendía cómo podía salir algo malo de ser amable... entonces conoció a Dabi, y lo entendió.

O una parte de ello, al menos.

Shirakumo tenía razón, el mayor de los Todoroki no tenía un carácter fácil con el que lidiar y él parecía estar muy consciente de eso; solo que no le importaba y eso lo hacía peor, parecía que más bien le gustaba ser de esa forma. La idea de pasar sus tardes con Dabi no era el castigo más grande que se le podía ocurrir, pero que el chico fuese agradable a la vista y le hiciera reír no lo volvía más tolerable.

Era un idiota arrogante, en pocas palabras.

Habían comenzado con sus "tutorías" hacía menos de dos semanas, en todo ese tiempo Dabi había llegado temprano tan solo tres días y Keigo estaba seguro que la mitad de las veces estaba drogado. Lo sabía porque no sonreía tan libremente cuando estaba en la escuela y sus ojos turquesa parecían casi eléctricos entre las manchas rojizas en su esclerótica.

El proceso no era complicado en sí, el pelinegro hacía sus tareas o estudiaba para sus exámenes; hablaba más de lo que escribía y Keigo se aseguraba de que todo estuviese hecho. Hablaba otro rato más, buscando botones para presionar y sacarlo de sus casillas, y con un "Gracias" casi socarrón se iba antes de que su madre llegara (más bien Keigo lo echaba, solo por precaución).

Parecía que todo era un juego para Dabi, y no le sorprendería que así lo fuera. Lo normal sería pensar que estaba perdiendo el tiempo y renunciar, pero él no lo haría. Porque Shirakumo-sensei le había hablado sobre la mejoría del pelinegro y el hombre estuvo a punto de saltar eufórico.

Los dos sabían que no podía haber un cambio inmediato en su promedio o comportamiento, sin embargo ya era extraordinario que entregara casi todas sus tareas a tiempo. Incluso era notable que ponía más empeño en los exámenes y no solo se dedicaba a dibujar en la hoja lo que veía por la ventana en lugar de escribir las respuestas.

Seguía haciendo chistes inapropiados a media clase, todavía fumaba en los baños de la escuela y no había dejado de faltar al menos un periodo por día. Pero Shirakumo veía un progreso, una esperanza y Keigo no podía negar que también sentía curiosidad sobre hasta dónde podía llegar Dabi.

Era un idiota arrogante y malicioso, sí, pero tenía potencial. Y el entrenador Kan siempre les decía que el potencial era lo que más importaba si se quería conseguir algo.

Cumpliría su parte del trato y no se rendiría, aún si Dabi se la ponía difícil con sus sonrisas burlonas y ojos retadores. Si creía que podía jugar con él, entonces Keigo también le devolvería los golpes.

Se detuvo frente al aula de la clase 3-A y se quitó los auriculares con detalles dorados, dejándolos sobre su cuello (o su "hábitat natural", como decía Rumi, la mayoría del tiempo los tenía puestos incluso si no los usaba). Le puso pausa a la música y al guardar su celular en su bolsillo, se dio unos segundos extras para mentalizarse.

No sentía nada parecido al miedo, eso sería darle mucho crédito a Dabi. Más bien, estaba experimentado algún tipo de premonición sobre la jaqueca que sentiría por la próxima media hora.

Keigo resopló y sin más, se lanzó directo a la boca de la bestia.

-¿Todoroki?-llamó el rubio en voz alta y asomando su rostro por la puerta, girando su cabeza de un lado a otro para examinar la habitación con rapidez-¿Todoroki Touya...?-

𝐓𝐑𝐎𝐔𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀𝐊𝐄𝐑 | 𝐃𝐀𝐁𝐈𝐇𝐀𝐖𝐊𝐒Where stories live. Discover now