30. - Capítulo V : El Nacer De Una Hechicera

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—¿Encontraste algo?— Preguntó Nonek mientras conjuraba algunas capas que ocultarían el rastro mágico que dejaron al teletransportarse.

—Mi tío es quien me culpo de todo. Diría con exaltó Aki. —Llevaba a cabo una investigación en conjunto con un nigromante sobre la manipulación de la magia prohibida. Piensa terminar con todo lo que llevan para esta luna de sangre.— Y agregó. —Encontraron un método para quitarnos esta maldición, una fuente que regresa al estado original las cosas. Pero es posible que consideren usar algún artefacto de los dioses demonios.

—¿Tu tío es el responsable de todo esto?

—Esta involucrado. Pero es posible que el responsable sea aquel nigromante que los acompaña.— Respondió la princesa.

Nonek lo pensó un poco, y luego suspiró de la misma forma que las personas cuando ya saben lo que deben hacer, y no les gusta nada.

Recorrieron la capital con rapidez, como si se encontrarán contra el reloj. Por suerte nadie los reconoció gracias a los hechizos de distorsión visual que Nonek aplicó en ellos.

Igual que unas manchas borrosas, llegaron hasta la entrada de la capital, mismo lugar donde el hermano del rey llegaría tiempo después.

Infiltrándose en la caravana, los siguieron hasta las afueras de la capital. Su destinó seguía siendo un secreto, pero no pareciera que terminaría pronto, y la princesa debía volver con su padre antes de que extrañarán su presencia.

Nonek le ayudó con un portal que la dejaría fuera del palacio. Ella no debía contar una sola palabra de lo que había descubierto, o todo lo que llevaban hasta ahora podría verse frustrado terriblemente.

Regresando al palacio, dejó que Nonek se encargará de su tío, dejándola con el único problema de aquel nigromante y su mascota.

Asegurándose de estar presentable, ingresó al palacio con una legítima parsimonia. El personal se le quedaba viendo, y ella se enfocó en dos figuras en especial que le recordaron fielmente a sus queridas sirvientas. Flora y Rose.

Por unos segundos se quedó inmóvil, viendo aquellos espectros en vida de las mismas personas que alguna vez conoció.

Las dos sirvientas al ver a la princesa se alegraron tal cual lo haría un padre al ver llegar a su hijo. Era felicidad genuina.

Al igual que ellas, corrió a su encuentro, abrazándolas con fuerza mientras ellas hacían exactamente lo mismo.

—¡Mi princesa, se encuentra bien!— Dijo exaltada Rose.

La princesa respondió alegre:

—¡Me alegra verlas de nuevo! ¿Pero como están con vidas? Las vi caer. ¿Cómo es posible?

Entonces la sirvienta Flora le respondió:

—Aquel aventurero que nos encontramos en el bosque nos entregó una buena porción de energía negativa. Curar nuestras heridas no fue tarea fácil, pero fuimos capaces de lograrlo.— Y luego agregó. —Princesa, debo advertirle algo sobre ese aventurero.— Y observando a distintos lugares a la vez, les susurró que debían ir a conversarlo en un lugar más privado.

Así partieron al cuarto de la princesa, uno se los pocos lugares del palacio donde existía una barrera que impedía que fueran espiadas por un agente externo.

Y continuó:

—Estuvimos investigando sobré él. Sus intenciones radican en la venganza. Proviene de un pueblo de monstruos que desapareció con el pasar de los siglos, una raza totalmente desconocida en nuestros tiempo, pero una de las más poderosas que vivieron en el Viejo Mundo.

La Princesa Vampiro; Un Mundo DesconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora