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Tenían un problema y ese media por poco dos metros, Jungkook llegó de la mano de Ellaí para ver qué era lo que sucedía.
—No voy a dejar que me inyecten nada.
—¡Son vitaminas! Y solo estoy pidiendo una muestra de sangre minúscula para poder revisarlo.— Agatha bufó— Todo el que entra aquí, incluso si es visita, necesita pasar por revisión para estar seguros de que no tiene nada preocupante.
—¿Y no sirve que simplemente yo lo confirme?— Jimin intentó acercarse por la espalda— Quédate quieto, niño.
Se alejó, asustado, ese alfa parecía tener ojos en la espalda.
—Es un procedimiento normal, Namjoon— le dijo Jungkook, un tanto sorprendido porque Agatha había tenido que llamar a más personas del equipo médico, normalmente podía ocuparse sola— Ellaí también pasó por lo mismo, relájate.
—Si, porque estaba inconsciente debido al dolor del celo, obviamente pudieron inyectarle cuánta cosa se les ocurriera y niño, por milésima vez, te me acercas con eso y te doblaré tanto la espalda que quedarás mirando al techo el resto de tu vida.
—¡Oiga!
—¿Qué pasa aquí?— Hoseok hizo presencia, sus brazos cruzados y su rostro de pocos amigos— se escucha la algarabía en todo la clínica y la gente empieza a chismear.
El alegato continuó, Ellaí observaba y se cubría los oídos con ambas manos, odiaba el ruido, le causaba mucha molestia.
—¡Ya!— exclamó, acercándose a Namjoon— Si lo hago yo ¿te dejarás?
—Si.
—Bien— le pidió a Jimin la jeringa, acertando rápidamente en el punto exacto— ¿Ves? No es tan difícil.
—No me gustan los desconocidos.
—Ugh— siguió ocupándose, incluso de la muestra de sangre que la alfa necesitaba, no cohibiendose por la mirada atenta del resto— necesitas confiar un poquito más, Nam, ya te dije que nadie te hará nada aquí.
Él bufó, como si fuese un secreto que él era tan paranoico que no se sentía seguro en ningún sitio. Ellaí tomó su camiseta y se la pasó por el cuello, Namjoon encargandose de los brazos y listo, vestido, no duró más de dos minutos el proceso.
—Gracias— musitó Agatha, recibiendo la muestra— Jimin, acompáñame al laboratorio.
—Seguro van a usar esa sangre para mutar-
—Nada, Nam, nada.
El mayor a veces era como un niño, la actitud y la terquedad de uno lo poseían por momentos.
—Hombre, ve con Hoseok— le pidió Jungkook— ve y ayúdalo a escoger por mi a quiénes van a vigilar las entradas.
Hoseok le dio una mirada de cachorro aterrado al líder, una dónde expresamente le pedía que no lo dejara solo con él porque no sabía si sobreviviría. Namjoon se levantó a regañadientes y fue detrás del asustadizo alfa prometiendo no tardar mucho.
Ellaí miró a su alfa apenada.
—Nam es muy terco...
—En algo se parecen ustedes dos, eh— blanqueó la mirada, Jungkook sonrió cerrando la puerta detrás suyo para evitar más visitas al consultorio aquél— iba a llevarte a un sitio importante.
—¿Ibas? ¿Ya no?
Asintió.
—Si, dentro de unos minutos— se acercó, agarró su cintura y la hizo chocar contra su pecho— ¿Cómo es que sabes hacer todo eso?
—Mm, eso es básico para los betas y omegas en la base. Alguien tiene que atender a los alfas que hacen el trabajo pesado, ya sabes, a veces estaba más tiempo en enfermería que por fuera realizando misiones— contó— y Namjoon no permite que nadie lo toque, ocurrió un percance en una ocasión, casi lo matan, así que entenderás que es un poco difícil para... él.
Alentó sus palabras, arqueando las cejas ante las manos traviesas de Jungkook paseándose por su cuello, acariciando las clavículas, a veces sus labios, totalmente ensimismado. Lo vio inflar el pecho tomando bastante aire.
—Lo entiendo.
—¿Ahora qué te dio?
—Tengo hambre, de ti. Así que me distraje un poco.
—No me digas, quieres besarme.
—Ajá. Aquí—pinchó su labio inferior, luego dedicándose a señalar varios puntos de su cuerpo— y en todas partes.
Arrugó la frente y nariz.
—¿Y eso lo quiere tú lobo o lo quieres tú?
—Uh, es un sentimiento de ambos, nunca estuvimos más de acuerdo en algo que en esto— le hizo girar, su espalda ahora contra su duro pecho, apartó el cabello hacia un lado y besó su hombro desnudo— ¿Sabes que va aquí?
Acarició el lugar específico en su cuello, dónde el aroma a rosas se manifestaba con más intensidad, Ellaí tomó aire, soltandolo de manera gradual.
—¿Una marca?
—Mi marca, mi mordida. Y quiero dártela esta tarde— murmuró— en este sitio importante al que voy a llevarte.
—¿Por qué esta tarde?
—Porque ya será tu celo otra vez y así no dolerá tanto. Vamos a quedarnos allí los tres días que dura o un poco más.
Le aseguró y aunque Ellaí no quería admitirlo, se sentía ansiosa, tanto ella como su loba, que aunque no lo entendía bien aún, se regocijaba en su interior.
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