Capítulo 18

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Michelle no estuvo muy comunicativa conmigo al día siguiente. Estaba nerviosa porque teníamos examen de literatura y esa era la asignatura que peor se le daba.

Yo, por el contrario, me sabía los apuntes de cabo a rabo y al final me había leído Crimen y castigo dos veces, así que le dije que no cuando me pidió que la acompañase a la biblioteca a dar un último repaso. Además, después de haber pasado toda la tarde anterior allí encerrada volver era lo que menos me apetecía.

Fue por ello por lo que me quedé sola a la hora del patio y decidí salir a buscar a los chicos a su sitio de siempre, junto a la verja.

No obstante, no estaban allí. Al único que vi fue a Ben, sentado en la misma mesa que habían ocupado él y los demás el día que decidí acercarme a ellos.

Estuve a punto de dar media vuelta para que no tuviésemos que quedarnos a solas, pero al final me lo pensé mejor y fui a sentarme junto a él.

—Eh —saludé.

Él levantó la vista de los papeles que tenía sobre la mesa: partituras y apuntes de la clase de música.

—Eh —respondió. No sonó tan enérgico como siempre, pero me regaló una de sus sonrisas.

—¿Qué tal todo?

—Bien. Bueno, todo lo bien que puede ir teniendo en cuenta que mi padre sigue con la idea de meterme en esa escuela militar. ¿Y tú? ¿Estás mejor?

Asentí con ganas.

—Sí. Estoy genial, en serio —le aseguré—. Fue una tontería, ya está olvidado. Me alegra que seamos amigos. Y espero que te vaya muy bien con Dennis.

—No fue una tontería, jugué con tus sentimientos. No lo hice adrede, pero estuvo mal de todas formas. Lo siento un montón, Ash.

Ahí estaba. Ese era el Ben que me había confundido tanto. Antes no entendía que un chico pudiese ser tan amable y bueno con una chica como lo era él si no buscaba salir con ella. Pero ahora lo entendía: era su forma de ser, se comportaba así con todos los que consideraba sus amigos. Y me sentía muy afortunada de poder ser su amiga.

Le sonreí.

—Ya te disculpaste lo suficiente el otro día. De verdad que está olvidado, ¿vale? —dije—. No voy a castigarte más, seguro que Jules ya lo hizo por mí cuando fue a hablar contigo.

Él se rio.

—No te lo imaginas. Nunca nadie que no fuese mi padre me había gritado de esa manera. Se puso muy muy seria.

Imaginarme a Jules de ese modo me hizo reír a mí también.

—¿Estáis hablando de mí?

La misma Jules apareció de la nada a nuestro lado. Se sentó junto a mí y no venía sola, ya que Jason y Corey la acompañaban. Los dos chicos también tomaron asiento.

—Solo un poco —le dijo Ben, con una sonrisita.

—Está claro que soy un tema de conversación muy interesante, pero tenemos que hablar de algo más importante —respondió ella—: a Corey le gusta una chica.

Ben y yo clavamos la mirada en el aludido al mismo tiempo. Corey se removió en su silla, incómodo. Jason estaba conteniendo una sonrisa.

—¿Y quién es la afortunada? —inquirió Ben.

—No quiere decirlo —se quejó Jules.

—Vamos, Corey —solté yo, muerta de curiosidad—, dínoslo. ¿Es del instituto?

Él no se atrevía a mirar a nadie a los ojos, incómodo.

—Dejadme en paz. No os lo voy a contar.

Una chica malaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora