Capítulo VII

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Capítulo VII

Ambos entraron con total sigilo en caso de que hubiera alguien dentro de la propiedad. El detective iba adelante, llevaba un arma en manos que no dudaría en usar si algo inesperado acontecía y la joven simplemente permanecía tras de él teniendo cuidado de cada pisada que daba, ya que el piso de madera de aquella vieja antigua casa era excesivamente inestable.

—¿Hay algo, señor detective?

Comentó la joven con gran curiosidad.

—No. Aún nada, señorita Collinwood.

Mencionó el detective mientras caminaban por lo que parecía ser una pequeña sala completamente vacía y se adentraban hasta el único cuarto de la vivienda.

Al entrar el cuarto, vieron un escritorio aparentemente tan viejo como la propiedad sobre el cual yacía gran cantidad de papel vacío, manchas de tinta, viejos libros amontonados, una silla de madera y una pequeña ventana de vidrios rotos al parecer recientemente ya que sobre el inestable suelo aun se veían pequeñas piezas de estos.

Ambos se miraron, y de inmediato la joven se sentó en la silla frente al escritorio buscando entre los papeles, los viejos libros e inclusive las manchas de tinta ya totalmente seca que cubrían este.

Mientras por su parte, el detective revisaba la ventana casi completamente destrozada y se agachaba para analizar los fragmentos de vidrio que yacían sobre el suelo.

—¿Ha encontrado algo usted, señor detective?

Comentó la joven de repente, mientras giraba a verle y éste se sobresaltó un poco, haciendo que una de las afiladas piezas de vidrio le  cortase uno de sus dedos.

— ¡Oh! Lo siento, yo...

Añadió Anna sintiéndose totalmente culpable por el hecho.

—No se preocupe, estoy bien.

Mencionó el detective mientras tomaba un pañuelo de color blanco de su bolsillo y se hacia un torniquete en la leve pero dolorosa herida de su dedo.

La joven le sonrió amablemente y volvió su vista hacia el escritorio en busca de algo que pudiese servir como pista para hallar al asesino. 

Pese a que tuvo toda la intención de ponerse en pie para revisar la herida del detective, optó finalmente por no hacerlo, puesto que recordó aquel leve beso que él le había dado. Así que, mejor mantendría la distancia.

— ¿Hay algo que pueda servir en medio de tantos papeles manchados y libros deteriorados, señorita Collinwood?

Comentó el detective quien ahora permanecía tras ella observando con atención un libro que revisaba la joven.

—Aún no. Al menos no en lo que he revisado, señor detective.

La joven siguió hojeando el libro con cuidado ya que las hojas estaban demasiado deterioradas.

—No creo que todo esto sea propiedad del asesino, al parecer no fue más que un refugio, ya que si fuese de su pertenecía... jamás nos hubiese guiado hasta aquí. Aunque, es probable que los libros y las hojas sean de él, pero al juzgar por el deterioro de los libros quizás sean de alguno de sus ancestros... ¿Están marcados esos libros, señorita Collinwood?

—No, señor detective.

—Por favor, permítame usted ese libro que tanto revisa.

De inmediato, la joven le pasó el deteriorado libro y éste le abrió hasta las páginas de en medio.

—Tal como lo suponía, "DP" probablemente si quiera decir "Dead  Poet" pero también puede sugerir las siglas de un nombre ¿No cree usted?

El apuesto detective le regresó el libro a la señorita, quien miró con atención las siglas apenas visibles en las páginas de en medio.

Los versos del Poeta Muerto (En proceso de edición)Where stories live. Discover now