02-Nudillos

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No había sido nada difícil para Simon convencer a Scarlett de ir al juego. Quedarse sola en una vieja casa no era lo más entretenido que había.

Subió al bus junto a Deena, ambas con sus mejores caras de odio por el mundo. Todos en el vehículo parecían simios, al menos eso creía Sky.

Al pasar al lado de una bruja verde, esta la tomó de la mano, obligándola a sentarse a su lado mientras le gruñía. Lo miró con una mezcla de confusión y diversión.

—¿Qué tragedia te hiciste en la cara? — bromeó, Simon abrió la boca poniendo una de sus manos en su pecho, fingiendo que lo había ofendido.

—¿No te gusta? Vamos, creí que te encantaría. Lo hice pensando en ti. —

—No pienses tanto en mi, entonces. — negó sonriendo.

El viaje a un lado del monstruo verde que era Simon fue entretenido, pero ni toda la diversión que este podía brindarle logró despejar la mente de Sky de la ansiedad que estaba teniendo al estar rodeada, y encerrada con demasiadas personas gritando.

Sacó de su mochila un pequeño frasco naranja del cual tomó un par de pastillas. Simon la vio en todo momento. El chico podía ser un imbecil inmaduro, pero no era una mala persona. Se sintió un poco culpable por arrastrar a la ojiverde a un lugar el cual sabía que, probablemente, le fuera a causar estrés.

Pero Scarlett no lo veía de ese modo. La compañía de Kate, Deena y Simon lograba hacerla olvidarse por un momento todas sus preocupaciones por el presente y el futuro.

La hacía olvidarse de eso.

Si había ido al juego, era porque realmente quería ir. Ni Simon son su mayor cara de súplica y ojitos tiernos podría convencerla de hacer algo que no quería.

El rubio en un acto de ternura recostó su cabeza en el hombro de su amiga. Sky no quería que su cara pintada fuera a manchar su camiseta, pero al verlo con los ojos cerrados y una mínima sonrisa no pudo decirle nada.

Apoyó su cabeza sobre la de él, las pastillas iban a hacer efecto en cualquier momento, solamente tenía que dejar de pensar en ello y Simon lo estaba logrando.

Los tristes y grises edificios de Shadyside poco a poco se fueron convirtiendo en unos mucho más coloridos y lujosos. Sunnyvale, sin duda.  Era increíble como dos pueblos a pocos kilómetros de distancia podían ser tan diferentes el uno del otro.

Sky pensó en qué karma estaba pagando como para haber nacido en la miseria de Shadyside en las condiciones que había nacido.

Cuando cumplió los diez años, las maestras del orfanato en el que vivía le contaron su historia, como la habían encontrado en el medio de un descampado con el cuerpo de su madre en descomposición.

Era increíble como una bebé recién nacida había sobrevivido las noches de frío y a los depredadores sin comida ni agua por 96 horas. Los médicos no daban créditos a la bebé sin un rasguño ni signo de enfermedad.

A su corta edad no lo había comprendido, pero luego de años y casi siendo una adulta lo entendió. La vida no había dejado de tirarle basura ni por un segundo, ni siquiera cuando había apenas nacido y no lo haría jamás. Era algo que había aceptado, tenía que aceptarlo.

Al bajar junto a sus tres amigos estiró sus piernas e hizo sonar su espalda. Deena la miró con desagrado, odiaba cuando la chica hacía esos ruidos con sus huesos.

Scarlett está maldita - Simon Kalivoda- Fear Street. Where stories live. Discover now