Capitulo 4

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Esquiruela arrancó musgo de las raíces de un roble y empezó a formar una bola con él para llevarlo hasta el campamento

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Esquiruela arrancó musgo de las raíces de un roble y empezó a formar una bola con él para llevarlo hasta el campamento. Había pasado un cuarto de luna desde la batalla contra Enlodado y sus seguidores, y el clan empezaba a recuperarse. Las heridas estaban sanando, y el recuerdo de la rebelión de Enlodado se iba desvaneciendo.

Zarzoso había comenzado con sus sesiones de entrenamiento, y Tormenta de Arena había insistido en que todos los guerreros se turnaran en las tareas que corresponderían a los aprendices. Esquiruela preferiría estar cazando o explorando que buscar musgo fresco para el lecho de los veteranos, pero el trabajo no era tan aburrido si podías compartirlo con un amigo.

Tras lanzarle una mirada traviesa a Cenizo, que estaba recogiendo musgo de otro árbol cercano, agarró con la zarpa la bola que había formado y se la lanzó al guerrero. La bola impactó certeramente en mitad de su lomo y se desintegró, cubriéndole el pelaje de trocitos de musgo.

Cenizo se volvió en redondo.

—¡Eh!

Con ojos centelleantes de risa, tomó su propia bola y se la lanzó a Esquiruela. Ella se escondió detrás del árbol para esquivarla, y chocó de frente con Zarzoso.

—¿Qué pasa aquí? —quiso saber el atigrado—. ¿Qué estás haciendo?

—Estoy recogiendo musgo para el lecho de los veteranos —contestó Esquiruela.

Sintió una punzada de pena por su amistad perdida, como si una espina se clavara cada vez más en su pecho, pero también una oleada de irritación por el hecho de que Zarzoso hubiera tenido que aparecer en el momento exacto en que había dejado de lado el trabajo para jugar un poco.

Cenizo rodeó el árbol a la carrera con más musgo en la boca, y frenó en seco al ver a Zarzoso.

—¿Así que recogiendo musgo? Ya veo. —Con la punta de la cola, el atigrado le quitó a Cenizo un trozo de musgo del lomo—. ¿Y vais a llevarlo encima?

Cenizo dejó su bola en el suelo.

—Sólo estábamos divirtiéndonos un poco.

—¿Divirtiéndoos? —replicó Zarzoso—. Yo lo llamaría «perder el tiempo». ¿Es que no os dais cuenta de todo el trabajo que queda por hacer? 

—Vale, vale. —Esquiruela notó que se le erizaba el pelo del cuello—.No tienes por qué tratarnos como a aprendices holgazanes.

—Pues entonces dejad de comportaros como si fuerais aprendices holgazanes —contestó Zarzoso, con un destello de rabia en sus ojos ámbar—. Ser guerrero significa poner al clan en primer lugar.

La irritación de Esquiruela creció como una ola.

—¡Eso ya lo sabemos! —bufó—. ¡Igual que sabemos que él ha muerto y que crees que eso te ha convertido en lugarteniente!

Los Cuatro Clanes | 𝕛𝕛𝕜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora