Capitulo 14

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Narra Juliana

Rodamos por la cama, besándonos y arrugando las sábanas, mientras, poco a poco, nos vamos quitando la ropa. Cuando solo llevo puestos el sujetador de media copa y las bragas negras, mientras Valentina sigue con los pantalones y la parte de arriba de su lencería, me siento sobre su vientre y decido que ya es el momento de profanar esa noche tan sagrada.

-¿Lista para ser castigada, señorita Carvajal? -pregunto, con voz grave, agarrando el pañuelo, que, hasta hacia pocos minutos, cubría su cuello.

-Hum...¡Nunca he sido castigada sexualmente! -responde divertida y desciendo mi dedo índice por su garganta, sintiendo la nuez de su cuello, que generalmente esconde bajo los pañuelos y bufandas que usa.

-¡Entonces, me va a encantar introducirte en esta práctica! -enfatizo, maliciosa, dejando mi dedo deslizarse por el medio de sus pechos, mientras veo que acompaña mis gestos con su mirada.

-¿Y qué me va a pasar? -pregunta, con fingido tono de inocencia.

-¡Shhh! ¿Quieres que hable o que te lo enseñe? -digo, autoritaria, colocando mi dedo en sus labios y besándola después, al mismo tiempo que tomo su mano derecha. Rodeó su muñeca con el pañuelo y hago un lazo, alzo el brazo y paso la tela por detrás de las barras de hierro de la cama hasta atar la mano izquierda con la otra punta de la delicada prenda.

Ella comprueba los nudos que he hecho, echando los brazos hacia delante, intentando liberarse de los amarres, pero el tejido no cede.

-¡No sirve de nada que intentes huir! Esta noche voy a hacer contigo todo lo que quiera!                  -murmuro en su oído y, en seguida, muerdo suavemente el lóbulo, escuchándola gemir.

Valentina se retuerce debajo de mí y trazo con la punta de la lengua la línea de su mandíbula, desciendo por su garganta hasta llegar a sus pechos, los chupo por encima del sujetador que aún lleva puesto.

-¡Me rindo! -afirma, jadeante, alzando la pelvis y sonrío, satisfecha. Saco uno de sus pezones y lo succiono con mi boca, al mismo tiempo en que mis dedos se ocupan del otro, masajeando y pellizcándolo, notando cómo se quedan erectos a causa de mis caricias.

Continúo mi camino por su cuerpo, tocando, besando y lamiendo sus partes más íntimas. Por primera vez, tengo a mi novia así, totalmente entregada y abandonada a cada estímulo que provoco en su piel usando las manos, los labios y la lengua. Mi boca toca el cordón de su pantalón y, sin dudar, abro el botón y bajo la cremallera dejando a la vista la prenda interior. Le quito los pantalones y noto que su cuerpo se tensa más, pues ya debe haber entendido lo que pretendo hacer. Con las manos bajo su bóxer, revelando toda su desnudez y rápidamente me levanto para coger dentro de mi bolso, que está encima de un sillón, un preservativo. Cuando vuelvo, comienzo a estimular su pene con la lengua y veo que sus ojos se cierran y su respiración se vuelve más irregular, mientras sube y baja los pies por las sábanas de seda que cubren el colchón, moviendo sus brazos que siguen atados a las barras de la cama. Agarro la base de su pene y veo cómo se retuerce cuando deslizo mis labios suavemente por toda su erección. A media que intensifico las caricias, siento que su pene se pone más rígido y comienza a latir.

-Juliana, por favor... voy... en tu... boca... -sus palabras salen entrecortadas y noto que está a punto de alcanzar el clímax. Repentinamente interrumpo la estimulación oral y le pongo el preservativo, me levanto inmediatamente y me quito las bragas.

Uso la mano para continuar acariciando el pene y vuelvo a sentarme sobre su vientre, colocando la punta en la entrada de mi coño. Desciendo lentamente, sintiendo cómo Valentina me llena entera. Ella alza la cadera y me muevo, subiendo y bajando, facilitando la penetración. Inclino el tronco hacia atrás y hacia delante, mientras gotas de sudor humedecen nuestros rostros y cuerpos. Cuando estoy a punto de correrme, deshago uno de los nudos que la atan a la cama, liberando sus dos muñecas, y ella se sienta, rodeándome por la cintura con los brazos y se coloca encima de mí. Su lengua resbala dentro de mi boca cuando nuestros labios son sellados en un delicioso beso, Valentina se mueve, embistiéndome una... tres... cinco... incontables veces, ahogando mis gritos de placer en su boca. Sin darme cuenta, el orgasmo nos alcanza casi a la vez, liberándonos de la tensión que aprisionaba nuestros cuerpos e incitándome a gemir alto, al mismo tiempo en que aprieto los muslos alrededor de sus caderas, aferrándola en aquella posición hasta que el último espasmo se apodera de nuestros sentidos. Valentina jadea y sale de mí vagina, echándose caer hacia un lado. Incluso somnolienta, veo cuando se quita el preservativo, dejándolo caer al suelo, y me abraza después, acurrucándome en sus brazos. Siento sus largos dedos acariciando mi espalda y el contacto de nuestras pieles desnudas, sudadas y ardientes, bajo las sábanas, me calienta en esta deleitosa noche de Navidad.

The Story of Valentina juliantina adaptWhere stories live. Discover now