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Louis se preguntaba si sus hermanas estarían bien sin él. Había obtenido el trabajo, y estaba muy feliz por ello, ¡Incluso le habían entregado trescientos dólares y un boleto de tercera clase! obviamente no había sido fácil, incluso un joven de su edad había tratado de golpearlo para poder meterse en su lugar de la fila. Pero, gracias a Dios, no pasó nada.

Todo el mundo hablaba del Titanic; niños, periódicos y demás. Según su boleto él debía estar embarcando a las doce del mediodía en punto. Eran las nueve apenas, pero él caminaba a casa nervioso. Le dejaría el dinero a Lottie y le dejaría bien en claro que no le dé nada a su padre, por lo menos no hasta que él tomara el segundo viaje del Titanic de Nueva York a Southampton, regresara a casa y pagase todas las deudas que tenían. Se llevaría a sus hermanas y dejaría a Troy.

No había tenido una niñez linda, pero su madre había estado en ella y eso era algo por lo que él podía darse el gusto de sonreír. Troy siempre había agredido a Johannah y cuando ella murió de una fuerte enfermedad, su padre pasó ese odio y rencor a sus tres hijos, quienes ahora debían de trabajar para pagar las cuentas de su padre.

Louis abrió la puerta lentamente y revisó con la mirada toda la sala y cocina. No había nadie.

Entró, cerró la puerta con el mismo cuidado y se dirigió a tomar un poco de agua. Entonces sintió como alguien le tocaba el hombro.


—Lou, no te asustes—se rió Felicité. —Sólo quería saber dónde dejaste la carretilla, no la veo afuera...


Louis se tiró un palmazo en la frente.


—Maldición, la dejé en la tienda del señor Swan—murmuró para sí mismo, con un dejo de cansancio—Iré a recogerla ya mismo...


—No, no. Tú estás muy cansado. Yo iré, no pasa nada—le sonrió su hermana. —Entonces, ¿Cómo te fue?—preguntó apoyándose en la pared, jugando con la tela descosida de su vestido.


—Antes que nada—susurró Louis. — ¿Dónde está papá?


Fizzy lo miró algo extrañada.


—Ha salido, ya sabes, seguramente en algún bar cercano. ¿Por qué?


Louis se aclaró la garganta y empezó a sacar el dinero de su bolsillo. Nunca en su vida había tenido tal cantidad en la palma de su mano. Fizzy miró sorprendida a su hermano, alarmada también.


— ¿Lo has robado?—preguntó en una exclamación.


— ¡Por Dios, Felicite! ¡No, no lo he robado!—dijo también con indignación.


—Lo siento, lo siento, es que... ¿De dónde lo has sacado?


Louis se aclaró la garganta y, dándole el dinero a su hermana, sacó de su bolsillo un gran papel doblado con el sello de White Star Line en el lomo. Fizzy, apenas lo vio, se tapó la boca con una de sus manos. El castaño, atento de la expresión de su hermana, abrió el papel y se lo mostró.


—Iré en tercera clase, es un viaje de siete días hacia Estados Unidos. —le dijo, mientras Felicite, sin palabras, leía el boleto. —Volveré en el segundo viaje. Me han dado esto de adelanto, cuando vuelva tendremos más del quíntuple—le sonrió a su hermana, esperanzado. —Aún no sé qué trabajo me darán pero...

Titanic. {Larry Stylinson}Where stories live. Discover now