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Capitulo Largo

Hinata

Estábamos en el cuarto y hacía demasiado frío

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Estábamos en el cuarto y hacía demasiado frío. Ella me ayudó a sacarme la camiseta con cuidado, y solté un gemido de dolor.

— Esto está horrible — le oí susurrar.

— No lo toques... duele mucho.

— Maldición... tengo que colocar el hielo para que baje la hinchazón, cariño.

Sentí esa fría bolsa de hielo tocar mi estómago y me quejé por el dolor infernal.

— Con esto se bajará la hinchazón y estarás mejor. Por suerte, no se te rompió ningún hueso — sus manos calentitas tocaron con cuidado la herida de mi cuello. — Yo me encargo de cuidarte, Hinata.

— K-Kageyama... estúpido alfa — estaba tan cansado y ebrio.

— Duerme para que mañana estés mejor.

— Ki-Kiyoko, perdí a tu gemela... perdóname.

Ella me miró confundida por un momento, pero sonrió. — Te perdono, Hinata.

Le oí decir antes de quedarme profundamente dormido.


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Mi día comenzó del asco.

Tenía un enorme malestar y una cara de muerto.

A donde iba, tenía las miradas de todos puestas en mí. Ya habían pasado dos días y nadie olvidaba lo que sucedió en esa fiesta.

A pesar de eso, di mi 100% en clase. Con un dolor palpitante en el abdomen, anoté cada palabra que salía de la boca de mis maestros. Era molesto ver que nadie disimulaba su forma de mirarme en clase e incluso tenía la leve impresión de que hasta los profesores sabían lo que había hecho.

— Bueno, sigamos con las presentaciones.

En estos momentos no quería escuchar a nadie cantar. No me encontraba en un buen estado como para cantar. No solo tenía que lidiar con el dolor en el abdomen, sino también con el dolor de cabeza por no haber dormido bien en esos dos días.

— No puedo creer que les hagas esto — le dijo el beta.

— Takeda — el alfa le puso un dedo sobre sus labios. — Calladito te ves más bonito. Además, ya habíamos llegado a un acuerdo. ¿Recuerdas?

Giró sus ojos y se cruzó de brazos. — Bien, puedes continuar.

— Gracias — volvió a mirar a todo el salón . — Matsukawa, tú sigues.

Bufó. — Mierda... mi suerte me traicionó  — el chico se levantó de su asiento y agarró la guitarra que tenía al lado.

Se me quitó un peso de encima al no ser elegido para cantar. Como les dije, no estoy al 100% en mi voz y ando con mucho malestar. De hecho, apenas puedo estar de pie. Lo único que quería era llegar a mi camita y descansar un día entero.

Limerencia | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora