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Capítulo tres

Tuvo que pasar por varias líneas de metro para llegar al aparcamiento a largo plazo de Long Island, donde se encontraba abandonado su viejo y destartalado coche. Habían pasado años desde la última vez que lo había conducido, puesto que Ben siempre se había autodenominado conductor para poder jactarse de su precioso Lexus, y liam se preguntó, mientras cruzaba el enorme aparcamiento lleno de sombras arrastrando la maleta tras de sí, si todavía sería capaz de conducir siquiera. Aquella era otra de las cosas que había dejado que se perdiese a lo largo de su relación.
El simple viaje para llegar a aquel aparcamiento en las afueras de la ciudad ya se le había hecho eterno. Se acercó a su coche, levantando ecos en frío aparcamiento con cada paso que daba, casi demasiado cansado para continuar.
¿Estaba cometiendo un error?, se preguntó. ¿Debería dar media vuelta?

―Ahí está.
Liam se giró y vio al guardia del aparcamiento sonriendo a su coche medio destrozado casi con pena. El hombre extendió la mano y sacudió las llaves en el aire.
La idea de que todavía le quedaban ocho horas en coche por delante era abrumadora, imposible. Se sentía agotado, tanto física como emocionalmente.
―¿Va a cogerlas? ―preguntó al fin el guardia.

Liam parpadeó; no se había dado cuenta de que se había quedado mirando a la nada.
Se quedó inmóvil por un instante, a sabiendas de que aquél era un momento decisivo. ¿Cedería y volvería corriendo a su antigua vida?
¿O sería lo bastante fuerte como para seguir adelante?
Al final se sacudió aquellos pensamientos oscuros de encima y se obligó a ser fuerte, al menos por ahora.

Aceptó las llaves y se acercó triunfante hacia su coche, intentando mostrar valentía y confianza mientras el guardia se alejaba, pero en realidad la ponía nervioso la posibilidad de que el motor ni siquiera fuera a encenderse. Y que, si lo hacía, el mismo no recordase cómo conducir.
Se sentó en el coche helado, cerró los ojos y giró la llave en el contacto. «Si el motor enciende», se dijo, «será una señal. Si está muerto, volveré sobre mis pasos>>

Detestaba admitirlo incluso para sí mismo, pero esperaba en secreto que la batería estuviese muerta.

Giró la llave.
El motor cobró vida.

*

Fue una gran sorpresa y consuelo descubrir que, aunque era un conductor algo errático, todavía recordaba todo lo básico. Lo único que tenía que hacer era pisar el acelerador y conducir.
Resultaba liberador ver pasar el mundo a toda velocidad a su alrededor, y poco a poco empezó a desprenderse de su anterior estado de ánimo. Incluso encendió la radio cuando se acordó de que había una.

Liam aferró con fuerza el volante, con la radio a todo volumen y las ventanillas bajadas. En su mente configuraba la imagen de un glamuroso hombre de los años cuarenta en una película en blanco y negro, con el viento agitando su peinado perfectamente arreglado, pero en el mundo real el aire frígido de febrero le estaba dejando la nariz tan roja como una baya y el cabello convertido en un desastre encrespado.

No tardó mucho en salir de la ciudad, y cuanto más al norte se adentraba, más pinos rodeaban la carretera. Se concedió algo de tiempo para admirar su belleza mientras pasaba junto a ellos. Con qué facilidad había permitido que el ajetreo de la ciudad lo atrapase. ¿Cuántos años había dejado pasar sin detenerse a admirar la gracia de la naturaleza?
Al cabo de poco las carreteras se volvieron más amplias y el número de carriles aumentó en cuanto entró en la autopista.

Liam revolucionó el motor, obligando a su coche destartalado a ir más rápido, sintiéndose vivo y cautivado por la velocidad. Todos los demás se estaban embarcando en sus propios viajes en sus coches, y el por fin formaba parte de ese grupo. El entusiasmo le palpitó en las venas mientras animaba a su coche a seguir avanzando a pisar el acelerador todo lo que se atrevía.

Por Ahora Y Para Siempre [ Ziam ] Adaptación.Where stories live. Discover now