El sueño de Tomioka Giyuu.

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Tomioka Giyuu estaba parado en la entrada de la Academia Kimetsu, como todas las mañanas revisando que los alumnos tuvieran el uniforme en orden. Nada fuera de lo normal hasta que vio a una persona.

El llevaba su clásico chándal azul completo, su silbato en su cuello y una espada de madera.

—Kamado, como todas las mañanas, tus aretes— Le regaño el profesor de educación física con su expresión tranquila— Están prohibidos en el reglamento.

El uniforme básico de los chicos era un pantalón cuadrado de color hueso, con una camisa blanca, una corbata verde además de un suéter amarillo así que además de eso, no podías llevar otro aditamento.

—Ah, sí, lo siento, Tomioka-sensei— Se disculpó Tanjiro Kamado, el hermano mayor de la numerosa familia Kamado y seguro heredero de la panadería del mismo nombre. Era pelirrojo y siempre era amable e incluso era buen alumno pero cuando se trataba de sus aretes, no cambiaba— Me los quitare enseguida.

Entro a la escuela y nunca se los quito, como siempre.

—Lo anotaré de nuevo— Agatsuma Zenitsu estaba a un lado del profesor, algo lógico pues era parte del Comité de Disciplina de la academia— Aunque no sé para qué. Siempre sale bien librado el maldito.

—Supongo que ya te anotaste tu ¿Verdad, Agatsuma?

— ¿Eh?

—Está prohibido teñirse el cabello.

— ¡Es mi cabello natural!— Se quejó el rubio teñido con rayos, soltando pequeñas lagrimas ¡Siempre era la misma discusión!

— ¡No me respondas!— Como siempre, Tomioka-sensei le pego en la cara— ¡Y tíñete el cabello, por favor!

Una típica mañana en la Academia Kimetsu.

La primera clase era con los chicos de tercero, así que se encamino cuando tomo las cosas de su cubículo que era una pequeña habitación donde solo cabía un escritorio un par de sillas pero para él, era un lugar privado que le daba paz entre clases.

Se fue al gimnasio para tomar sus cosas y preparar las rutinas de ese día.

Los chicos de tercero llegaron uno a uno cuando él estaba terminando, así que cuando todos llegaron, comenzó a pasar lista, pero hubo una pequeña falta que en realidad no le sorprendido.

— ¿Kocho-san?— Preguntó de nuevo cuando nadie respondió.

—Dijo que se sentía mal así que fue a la enfermería— Respondió uno de los alumnos.

Una vil mentira.

La siguiente hora era una libre para él, así que fue a la sala de profesores para terminar de llenar algunos documentos.

— ¡Tomioka-sensei!—La voz alegre, enérgica no podía ser otra persona que de Rengoku Kyoyuro, el profesor de historia de cabellos dorados con puntas rojas. Llevaba un pantalón negro y una camisa blanca con una corbata negra— ¡Es bueno verlo esta mañana! ¡Vamos a guiar a los jóvenes espíritus por un buen camino! ¡Uno brillante!

— ¡Suena extravagante!— El profesor de arte entro a la sala de profesores de forma ruidosa y extravagante y ese no podía ser otro que Uzui Tengen, el profesor de cabellos blancos que explotaba salones, con su playera morada y su sudadera con capucha blanca además de esa banda extraña con rocas puesta en su frente— ¿Que explotaremos esté día?

—Las explosiones están prohibidas, ahora y después de lo que paso— Les dijo Tomioka.

—No seas tan aguafiestas, Tomioka, solo fue un salón— Le dijo Uzui abrazándolo por atrás— Somos tres almas extravagantes que deberían estar viviendo la vida con locura y explosiones hasta encontrar a una hermosa mujer para vivir el resto de nuestros días con extravagancia.

— ¡Tú ya estas casado, Tengen, con tres mujeres!— Le dijo Rengoku sin apartar la sonrisa de su rostro.

—Bueno, me toca saltarme ese paso— Dijo Uzui con una gran sonrisa.

A Tomioka le parecían ruidosos, pero eran tipos agradables así que no pudo evitar sonreír.

—Bueno, me toca explota... Ayudar a mis alumnos, los veo luego ¡Sigan extravagantes!— Uzui se despido con la mano y se fue a su salón.

—Bien, debo irme, tengo que atender las batallas de caballería— Dijo Rengoku tomando sus cosas.

Tomioka se dio cuenta tarde que dijo batallas de caballería pero él daba historia ¿No?

Las clases no fueron tan extravagantes para Tomioka como hubiese esperado.

Al final del día pudo ir a su cubículo a recoger sus cosas con tranquilidad mientras pensaba que algo le faltaba. Estaba por irse y por eso dejo la puerta abierta pero fue una mala idea.

—Tomioka-sensei— Una voz tan reconocible pero tan peligrosa que hizo que un escalofrió le recorriera la columna vertebral.

— ¿Por qué no fuiste a clase de educación física?— Fue lo primero que pregunto, girándose hacia ella.

—Esperaba que cierto profesor se preocupara por su alumna y la fuera a buscar pero nunca paso— Shinobu Kocho llevaba el uniforme femenino de manera pulcra y solo cambiaba con el hecho de que se debía usar una falda hueso y unas calcetas blancas largas.

—Sabía que era mentira.

—Nee nee, Giyuu— Kocho cerró la puerta detrás de ella con seguro, sin que él se diera cuenta— Las clases ya se terminaron.

—Sí, deberíamos irnos a casa, Kocho— Tomioka podía sentir en peligro en las palabras de la pequeña chica que solo era tres años menor que él. Otro escalofrió lo recorrió.

—Nee nee Giyuu— Kocho se acercó a ella con una sonrisa leve en los labios— Como tú dijiste, las clases ya terminaron así que puedes dejar de usar mi apellido y usar mi nombre.

—Aún estamos dentro de la escuela.

—Oh, ya veo a donde va, Tomioka-sensei— El escalofrió fue a peor no solo porque regreso a llamarlo sensei de una manera tan problemática para él sino porque lo hizo sentarse en una de las sillas del lugar— ¿Quiere que siga siendo su alumna para que pueda complacer tu fetiche de alumnas?

—N-no tengo un fetiche con alumnas— Dijo Tomioka, apartando el rostro, pues sabía que esa relación no estaba bien incluso cuando ella ya se iba a graduar.

— Ara ara— Kocho se sentó a horcajadas de él con una leve sonrisa. Tomioka trato de respirar pero la chica tomo sus manos y la hizo sujetarla de la cintura— ¿Estás seguro de lo que dices? To-mio-ka-sen-sei.

Esas últimas palabras fueron pronunciadas con seducción por parte de la chica.

—No tengo un fetiche con alumnas, solo con una— Dijo él, maldiciéndose por caer en su juego.

—Entonces seguiré siendo su alumna, Tomioka-sensei— Dijo Shinobu con una gran sonrisa, entonces le rodeo el cuello con sus brazos y la beso.

Y claro, Tomioka callo sin más opción, sujetándola con fuerza contra él.

Estaban en la escuela, era su alumna, estaba mal esa relación pero en ese momento solo podía pensar en saciarse de sus labios y de su pequeño cuerpo mientras que ella solo quería pertenecer a él, como antes había pasado.

Tomioka se levantó en su cama, rojo y con una gran erección pues acaba de soñar algo que estaba mal, no solo moralmente si no porque había soñado con su compañera en una situación extraña.

Además ¿Qué demonios paso? ¿Una escuela? ¡Esos uniformes no eran escolares! ¡Que imaginación!

Giyuu necesitaba un baño con urgencia, y si se podía, frio.    

Respiración Combinada: Danza de la mariposa en calma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora