El Partido

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Aquel sábado podían vislumbrarse las primeras notas de calor que la primavera iba trayendo consigo, barriendo todo el frío del invierno. Olivia estaba contenta con ello, pues podía volver a usar sus vestidos preferidos con pura comodidad, sin tener que vestir medias incómodas o renunciar a las faldas para cubrir sus piernas con pantalones por el frío. La pequeña siempre tuvo claro que prefería los vestidos, y mientras más rosados, mejor.

Sin embargo, ese día miró con extrañeza el par de jeans y la camiseta con la que su mamá se disponía a vestirla. Acababa de salir de la ducha y Alba la estaba esperando en la habitación para echarle una mano con su ropa y su cabello. Olivia tenía pensado ponerse una de sus faldas pantalón, pero al parecer, Alba tenía otros planes. Se tomó unos minutos para leer la inscripción en el pecho de la camiseta color verde y frunció un poco el ceño.

- ¿Qué sinifica LPF, mami? -preguntó, mientras esta secaba suavemente el cabello con su toalla de My Little Pony.

- Pues La Pequeña Familia, que es lo que somos -respondió su mamá con una enorme sonrisa-. Si miras del otro lado, tiene tu nombre -le dijo, tomando la camiseta y volteándola para que la pequeña pudiese verlo. Debajo del nombre de Olivia, se hallaba un número 4. Esta pareció sorprenderse y sus labios formaron una pequeña o.

- ¿Y esto debo llevarlo puesto para el partido?

- Así es, y mami Nat y yo también tenemos unas, todas son iguales a la de Aura -le explicó, ayudándola a colocarse la camiseta-. Es muy importante que hoy más que nunca estemos para apoyarla.

- Ya -asintió la niña, con los ojos muy abiertos-, si es que casi no pudo dormir porque estaba muy nedviosa. Me dio muta pena así que le presté a mi Kero -dijo con una sonrisa tímida.

Alba sintió una sensación cálida asentándosele en el pecho. La pequeña Olivia había heredado esa vena un poco otaku de su madre, aunque en menor medida, y desde que tenía tres años de edad llevaba enganchada a Sakura Card Captor. La niña nunca había sido de las que piden juguetes o regalos en específico, aunque no le disgustaba recibir regalos cada tanto, de su boca jamás saldría un "¿Me lo compras?". Sin embargo, un verano mientras paseaban por Ibiza, se detuvo bruscamente frente a una vidriera con los ojos brillantes. A Alba no le tomó mucho tiempo entender por qué. El lugar era una juguetería que rebosaba de cosas, todo tipo de muñecas, peluches, libros de colores, camiones, etcétera., y allí, perdido en medio de todo, un pequeño peluche de Kero, el compañero y guardián de Sakura, colgaba sonriente, casi como si estuviese mirando en dirección a Olivia. La niña no lo pidió, pero la sonrisa que se le puso en la cara cuando su madre entró a comprárselo no se le quitó por semanas. Desde entonces dormía con él, viajaba con él, iba a la escuela con él, cuidaba de él como si fuese lo más valioso que tenía, y por eso había sido tan importante el gesto de la niña de cederle a su hermana su peluche más preciado.

Una vez que acabó de vestirla, comenzó a peinarla con suma delicadeza. La niña permanecía quieta en su lugar, y parecía algo pensativa. Mecía sus piernitas en su asiento mientras miraba el reflejo de su mamá en el espejo que tenía delante. Alba había notado que algo rondaba en la cabeza de su hija, pero como siempre, dejó que masticase bien su idea hasta que tuviese algo definido y pudiera expresarlo. Era consciente de que, muchas veces, los pensamientos de la pequeña corrían más rápido que sus palabras y eso la hacía sentir frustrada, y esa era la razón por la que, desde que había aprendido a hablar, Alba le daba su tiempo para expresarse, prestando suma atención a cada palabra.

- Mami, ¿y si nos hacemos dibujos en la cara con mis pinturas?

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La Pequeña Familia || ALBALIAWhere stories live. Discover now